American Horror Story: Roanoke (Miniserie de TV)

'American Horror Story' ha llegado a su sexta temporada con poco de la chispa morbosa y descarnada que antiguamente engrasaba su máquina.
Con un creador cada vez más encerrado en su rol de enloquecido maestro de ceremonias.
Con una turba de fans cada vez más empeñada en defender personajes escritos en papel de fumar, cuyo mayor interés es que son capaces de ser los más chungos del lugar.
Todo a su favor para que, de la muy interesante idea que era, ya solo quede un sabor para los de siempre, para los que no les importa el empalagoso sabor de lo mamarracho y perturbadoramente festivo.

Pero sucede que es ahora, en 'My Roanoke Nightmare', cuándo Ryan Murphy se ha dado cuenta de algo que verdaderamente da miedo: justo lo que acabo de describir.
Entonces decide plasmarlo, o más bien vomitarlo, en pantalla: en forma de documental narrado y actuado, que nos tiene en velo ante sus pizcas de realidad, pero a la vez nos devuelve a la sobria quietud de un actor confesándose ante cámara, dándonos la tranquilidad entonces de que no le pasó nada.
¿Por qué entonces seguimos mirando? ¿Por qué de alguna manera "sabemos" lo que va a ocurrir y no nos importa haberlo descubierto? Porque somos unos apestosos y mugrientos morbosos, nos dice Murphy no muy sutilmente a la cara.

Todos los que han amado temporadas anteriores y llegan a esta se quejan de que "ahora es diferente, no me gusta". Normal, a nadie le gustan los espejos retorcidos.
Los sustos siguen estando ahí, las mamarrachadas también, pero ahora está el público y todo el aparataje de televisión que no se esconde: algo que forma parte del fenómeno que ha sido la serie y hasta ahora permanecía bien guardado de miradas que prefieren ignorarlo.
Porque no es lo mismo ver a una asesina creyéndose diva en una serie de ficción que ver a una fan aclamando a una diva que es una asesina. Un concepto pervertido, que nos incomoda cuanto más fiel a la realidad es.

Y en el fondo es algo que esta serie nunca debería haber perdido, junto a otra cosa: incomodidad y misterio.
La historia de la perdida colonia de Roanoke cimenta las bases de una trama en penumbra, que apenas alcanzamos a adivinar por los narradores e intérpretes que nos la cuentan. Antigüedad y chusca modernidad se dan la mano en tradiciones paganas capturadas en vídeo digital, dando un nuevo sentido a la tan sobadísima "cámara encontrada": esta cámara realmente nos creemos que puede haber sido encontrada.
Porque hemos seguido el proceso que la lleva desde la realidad a nuestra tele, y entendemos que el Mal que muestran sus imágenes existe, mil veces más perturbador de lo que creíamos.

Aunque faltaba un ingrediente secreto que Murphy recupera gracias a su nueva fórmula: la triste, falible, humanidad.
Nadie se libra de un particular reparto de miserias en el que se juntan psicópatas rancios, esposos abusivos, imbéciles dependientes, buscavidas con ansias de gloria y productores dispuestos a cualquier tormento por un buen show.
Son como nosotros, somos ellos. Los protagonistas de una historia terrorífica que nunca serían héroes o verdugos, sino pobres cobardes.

Queda por ver si esto es una feliz prolongación o una modesta anomalía dentro de todas las antologías de la serie.
Pero maldita sea si no soy un morboso y quiero seguir viéndola.

La verdad es que es la primera vez que escribo una crítica así que allá voy:
Analizando Roanoke en su estructura la primera parte levantó mi curiosidad al ser un formato completamente novedoso y aunque me faltaba algo de ritmo, me sedujo. Después vino una segunda parte, con un giro de 180º, que me pareció brutal, es frenética y perturbadora . Por ultimo, el final simplemente me sobra. Una temporada con historia, personajes curiosos y aunque me sobran algunas cosas, me he llevado un muy buen sabor de boca (7,8/ 10).

¿Se acuerdan de la historia del caracol que va al Mercadona de la que hablé en «Obra 67»? Pues aquí pasa lo mismo. Hasta el capítulo cinco es una historia pero a partir del sexto la historia cambia y da un giro de 180º. Es hasta un poco lío al principio, hasta que te haces a la historia. La historia se centra en el falso documental y el metraje encontrado.

La primera parte me gustó más que la segunda, hay mejores episodios, los tres primeros especialmente. A partir de la segunda parte la cosa se hace más irregular, algunos dan un bajón tremendo, como el número ocho, se me hizo el más largo. Para que se hagan una idea, los de la segunda temporada, mi preferida hasta la fecha, se me hacían tan cortos que me parecía que duraban veinte minutos. Pero este del que hablo infumable, parecía que llevaba una hora de episodio.

Por la parte de los actores no tengo ninguna queja, tremendos, pero siempre hay favoritos; Sarah Paulson, y oírla en acento británico no tiene precio. Lily Rabe, muy genial y estupenda. Leslie Jordan, lo que tiene de chico lo tiene de gracioso. Cuba Godding Jr. en la primera parte me gustó más que en la segunda pero la verdad es que lo hace bastante bien. Angela Basset, igual, me gustó en las dos partes. Lady Gaga, Cheyenne Jackson, Vera Farmiga, Wes Wembley y Dennis O'Hare, salen poco para juzgarlos, Adina Porter pues bien pero a veces no me gustaba cómo lo hacía. Mención especial a Kathy Bates que se marca, creo, que el papelón de la temporada, robando protagonismo, como siempre a actores que salen más, ya lo hizo en la tercera.

Decían, leí yo por ahí, que se iban a dar muchas respuestas sobre las demás temporadas, nanai de la China, lo que único que sale, sin destripar, es Lana Winters, el personaje de la segunda temporada. Por lo demás, conexión ninguna. Total, que mi favorita sigue siendo la segunda, porque ver a una sin piernas subiendo una escalera en un colegio, eso sí que da terror. Esta no sé, mucho terror no me ha dado, no es la más floja, como la cuarta, que esa sí que no da terror ninguno pero mi favorita sigue siendo la segunda como ya he dicho.

El capítulo final es el más absurdo de todos, lo del juicio me pareció totalmente innecesario, ¿no es de terror? En fin, a ver qué hacen en la siguiente, espero que suban de nuevo el nivel. Sumando episodios, las notas digo, me sale una media de cinco con ocho, redondeando hacia arriba un seis.

¿De qué irá esta vez? He evitado cuidadosamente las noticias en internet para llevarme la sorpresa del argumento, y gracias a eso la he podido disfrutar todavía más.
Al principio choca un poco ese nuevo planteamiento de falso documental con dos actores haciendo el mismo personaje, así como el uso de la cámara subjetiva. Siempre me ha gustado el estilo de “El proyecto de la bruja de Blair” en el terror, pero no esperaba encontrármelo aquí, la verdad.
También echo de menos la habitual cabecera con música, en la que el diseño ha sido siempre una pequeña obra de arte y que causaba más miedo que la propia serie.
Entre el reparto, nos encontramos con varios actores habituales de otras entregas, y fichan a un recuperado Cuba Gooding jr., al que hacía mucho tiempo que no veía en una producción de primera línea. Pero una vez más, la que sobresale por encima de todos los demás como un prodigio de la interpretación es sin duda Kathy Bates. Inevitablemente (al igual que le pasa a Anthony Hopkins con Hannibal Lecter), la sombra de Annie Wilkes (su personaje en “Misery”) le sigue acompañando, pero es que los papeles de psicópata le van como anillo al dedo a esta veterana actriz.
Lo mejor de la historia es la propia casa donde se desarrollan los sucesos. Algunas estancias interiores me recuerdan al lugar donde vivían las brujas de la tercera temporada, aunque en otras zonas es mucho más siniestra. Por fuera se asemeja bastante a la del reciente juego "Resident evil 7". Desde luego no han podido crear una ambientación mejor.
Esta temporada es tan intrigante y adictiva (o más) como siempre. Son buenísimos los finales de los episodios y dan muchísimas ganas de ver el siguiente.
La historia no tiene tantos personajes frikies como en otras temporadas (aunque alguno hay, como el vidente de pelo blanco) y tiene un desarrollo más convencional que le sienta muy bien a la serie. Diría que es la mejor entregas que hemos podido disfrutar hasta ahora, y eso que ya no tenemos la presencia de Jessica Lange.
Siendo de la típica casa encantada, tiene muchas otras líneas argumentales. Recuerda un poco a la saga de la bruja de Blair con ese bosque, los vídeos y los muñecos de palo. Pero además, aunque tiene pocos personajes, sus vidas son también interesantes y aportan su toque dramático a la historia. A mitad de temporada nos encontramos con un giro argumental verdaderamente interesante, en el que todo cambia aunque en el fondo sigan contándonos lo mismo. Me ha parecido ingenioso, original y muy entretenido este cambio. Con esto consiguen también que no esté tan claro (como parecía al principio) adivinar qué personajes van a sobrevivir o no.
Hay que reconocer que después de mucho tiempo (prácticamente desde la primera y “Asylum”), por fin consigue dar miedo de verdad, que para algo tiene “horror” en el título, y esto brillaba por su ausencia en las últimas temporadas. Ese sótano, esos colonos en el bosque bajo la luna de sangre, la carnicera y muchas otras cosas, son ciertamente inquietantes.
Lo único malo es que, tras esta genial entrega, seguramente las que vengan después (que ya no deben de quedar muchas), serán peores... supongo.

Cuando empecé a ver esta sexta temporada de la serie American Horror Story, me entusiasmé ya que me dio la sensación de que habían apostado por dar más peso al argumento sin tener que caer en las escenas truculentas y desagradables con las que nos habían saturado en la espantosa quinta temporada.
Sin embargo llegó el quinto episodio y todo mi entusiasmo se fue desmoronando hasta llegar a casi dejar de ver la serie y ver el final del último episodio a cámara rápida para poder aguantar semejante despropósito.
Porque sí, se puede decir que AHS Roanoke se aparta un poco del abuso de escenas gore y se centra más en el argumento pero llega un momento en que el argumento no tiene ningún sentido y se limita a encadenar una tontería detrás de otra.