'Inferno' trata de explotar la ya extenuada fórmula de 'El Código Da Vinci'. Y lo hace con desacierto, torpeza y desgana.

Nunca antes un título había definido con tanta precisión el contenido de una película. Hasta que llegó 'Inferno', la tercera y última cinta de la franquicia de Dan Brown. 'Inferno' es un querer y no poder, pero no por la falta de medios técnicos, sino por la ausencia de un argumento lo suficientemente robusto y creíble.

Te sientas en la butaca, se apagan las luces y da comienzo un salvaje espectáculo de imágenes aleatorias. Crees estar siguiendo el hilo argumental, ese que no existe, pero que tú te empeñas en crear para sentir que no pierdes el tiempo. Dos horas de Robert Langdon buscando una bolsa de plástico que contiene un virus que, de ser liberado, podría acabar con la mitad de la población mundial en cinco días. Ni los personajes secundarios salvan tal vacuidad, pues se limitan a guiar al profesor Langdon de Florencia a Venecia y de Venecia a Estambul en un «Corre, que se nos acaba el tiempo».

El filme continúa con la fórmula del éxito de 'El Código Da Vinci': acertijos y secretos renacentistas que un profesor experto en simbología va desenredando con 'mucha' dificultad. Pero han pasado diez años de 'El Código Da Vinci' y lo que en aquel momento cayó con simpatía en un público que buscaba acción e intriga hoy ha caído con retorcido aplomo. El infierno de Dante como metáfora y vector de la trama no cuaja en ningún momento. Quizás por la pobre adaptación de la afamada novela de Dan Brown, quizás por la inexpresiva y nada cómplice interpretación de Tom Hanks y Felicity Jones.

Cuando la película rebasa el ecuador y sabes que todavía te queda una hora de visionado, tu mente desconecta y pone el piloto automático. 'Inferno' es una completa sucesión de imágenes de acción, al más puro y destilado estilo hollywoodense. Como si el espectador no soportara las escenas descansadas donde los personajes intercambian inquietudes y reflexiones. Tanto es así que la proyección queda reducida a una lineal y maniquea historia, donde no hay escala de grises y, al mismo tiempo, todo es gris.

'Inferno' es la (bienvenida) sepultura de la franquicia de Dan Brown que, dirigida por Ron Howard y protagonizada por Tom Hanks, ha debido recaudar tantos dólares como bostezos.

'Los amantes del círculo polar' es una de esas películas tan frías que te acaban envolviendo de calor -un calor extraño, eso sí-. Porque, en 'Los amantes [...]', el ambiente gélido se respira a cada plano, en cada ráfaga de sonido y entre cada personaje. Todo ello vertebrado por una historia de casualidades y un delicado lenguaje audiovisual.
Un largometraje que estrecha la distancia entre el ser y el destino.

Galardonada con el Óscar a la mejor película del año por la Academia. No era para tanto.

El film cumple su cometido de retratar a la cuadrilla de Spotlight en el desentramado de la red de pederastia católica de Boston. Y lo hace con gran acierto y elegancia: un guion consistente, un despliegue de actores y actrices que se hacen fuertes y creíbles entre sí a cada diálogo, y una elección de planos y ritmos pulcros y descriptivos. Aun así, la película resulta fría –helada– por un guion demasiado generoso con los periodistas y nada atento con los 'niños' acosados, un elenco de actores y actrices distantes de los que apenas se sabe nada y una dirección de fotografía muy poco complaciente con el espectador.

Le habrían faltado a 'Spotlight' unas pinceladas de guion por aquí y otras de narrativa audiovisual por allá para tenerlo todo. Sin embargo, el largometraje de Thomas McCarthy deja clara su apuesta por la sobriedad, por el camino de la neutralidad al más puro estilo periodístico. Y eso le resta un plus inimaginable de emotividad, gancho, narrativa y complicidad. Todo queda en la concatenación de planos que, para gusto del espectador, se suceden con cada vez mayor velocidad hasta colmar en la publicación de la noticia sobre los clérigos pederastas a primera plana.

¿Lo mejor? La puesta en acción de los periodistas en busca de los testimonios de las víctimas. Te hace recordar el porqué de una película que peca de cansina.

¿Lo peor? La ausencia de puntos de interés generada por una trama mal enfocada –fílmica e histriónicamente–.

Una película correcta, aceptable, con planteamientos cuanto menos interesantes sobre la labor y la ejecución periodística, pero nada más. Para echarle un ojo si no hay nada mejor que hacer.

Hacía tiempo que no veía películas de terror de la cantera española, así que el otro día me arranqué con «[REC]» (2007). Al mismo tiempo, esta es la primera crítica que escribo en FilmAffinity. Veía hacerlo tan atractivo como necesario.
«El terror emana del realismo» porque las películas filmadas en primera persona con cámara en mano descargan un gran tanto por ciento de veracidad sobre la historia. Me ha remitido directamente al gran «El proyecto bruja de Blair» (1999), que fue de las primeras películas de la historia en hacer uso exclusivo de esta técnica. En ese sentido, este relato es una delicia. Por su parte, el elenco de actores/atrices me ha parecido que estaba muy al nivel de una trama tan sencilla como compleja en su sencillez.
El edificio en que está ambientada la historia me ha recordado a «La comunidad» (2000), de Álex de la Iglesia, con esas escaleras de madera y esos interiores tan oscuros como espaciosos. La decoración, en especial la del ático, se merece toda una reverencia.
Los puntos de interés están bien dosificados a lo largo del film, de manera que no te dormirás y pasarás la hora y pico que dura el largometraje pendiente de cada detalle y cada giro de cámara. Es gracioso cómo echaba para atrás la cabeza cuando los personajes entraban en una estancia con la cámara mirando al frente y yo, por instinto, quería ver hacia los lados y hacia arriba para comprobar que todo estaba en su sitio. El interés y la tensión crecen a fuego lento, de forma que en las últimas secuencias estarás 'ojiplático/a' y a puños cerrados.
Me inclino más hacia el realismo que hacia la fantasía (esta solo la digiero cuando está sumamente bien contada y, aun así, me cuesta); creo que el terror descansa en el realismo y esta película alinea todos los elementos potenciadores de ese factor para conseguir llevarlo a su máxima expresión. El argumento cojea en ciertas ocasiones, si bien es fácilmente pasable con un pelín de imaginación.
No me voy más de las teclas. Si no tienes nada que hacer una noche cualquiera, engancha «[REC]» y disfruta de cine del bueno.
Ah: después de «[REC]», me vi «[REC]2», «[REC]3» y «[REC]4». Una lástima que la primera sea la única capaz de estrechar terror y realismo: el resto son los vagones de una montaña rusa con final catastrófico.

Os voy a dar mi opinión sobre una de las obras pseudoperiodísticas más gordas que he visto en los últimos meses. Sí, es el documental 'Silenciados (cuando los maltratados son ellos)'. Agarraos fuerte.

Todas y todos los entrevistados (abogadas/os, hombres condenados por violencia de género, mujeres víctimas, asociaciones, Policía Nacional y psicólogas/os) están EN CONTRA de la Ley contra la Violencia de Género de 2004. TODAS Y TODOS. Una magnífica selección de fuentes.

Como apunte y recordatorio para su director, Nacho González, y para todos los manipuladores que han participado en el documental, hay más de 70 años de legislación nacional e internacional en materia de protección de la mujer frente a la violencia machista, una violencia estructural:

- 1945. Carta de Naciones Unidas.
- 1946. Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU.
- 1961. Carta Social Europea.
- 1975. I Conferencia Mundial de la ONU sobre la Mujer.
- 1979. Carta Internacional de Derechos Humanos de las mujeres.
- 1987. Comisión Jurídica y Social de la Mujer de Naciones Unidas.
- 1993. Conferencia Mundial sobre los Derechos Humanos en Viena.
- 1994. Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo.
- 1994. Convención de Belém do Pará.
- 1995. IV Conferencia Mundial sobre la Mujer de la ONU.
- 1997. La resolución del Parlamento Europeo, conocida como Tolerancia Cero de la Violencia.
- 2003. Protocolo de Maputo.
- 2004. Directiva 2006/54 del Parlamento Europeo.
- 2011. Convenio de Estambul.

Y en España, aunque les pueda fastidiar:

- 2004. Ley 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.
- 2007. Ley 3/2007 para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres.

A los responsables de este insulto a las mujeres: poner el micrófono a toda una ristra de 'profesionales' sin formación en materia de género y atacar siglos de lucha feminista os convierte en cómplices y responsables de la violencia machista. Que os quede claro.

El documental es una sucesión de declaraciones de todos estos individuos, donde brilla la mentira, el clásico cuestionamiento de las denuncias falsas y el argumentario biologicista de que "la mujer también es violenta" y "la mujer también puede matar". Para esta gente, la igualdad es que "la mujer puede llegar a ser igual o peor que el hombre". Y, como muestra de ello, te ponen ejemplos de mujeres que, tras sufrir violencia machista (según ellos/as, "violencia doméstica" con "denuncia falsa"), tratan de "hundir" al hombre.

Mienten sobre los datos de feminicidios y hablan abiertamente de eliminar la Ley contra la Violencia de Género. Que qué es eso de la defensa legal gratuita de la mujer, la concesión de la custodia de las/os hijas/os y la orden de alejamiento del agresor. Que eso no es igualdad.

Y lo mejor de todo, para seguir con la victimización, es la metavictimización de los autores. Ya lo habréis visto por ahí: que si "hemos recibido insultos, amenazas, ciberataques...", que si "se nos ha acusado de defender a los maltratadores", que si "la presión de ciertos lobbies" -que no falten nunca los lobbies-, que si "nos han tildado de cómplices de feminicidio", que si "solo queríamos visibilizar a los hombres maltratados", etc.

En definitiva, el documental -lo llamo así por la forma, no por el contenido- es un claro grito contra la mujer. Todo envuelto con la opinión de 'profesionales' y hombres "afectados por la LVG" que no reconocen la violencia estructural contra las mujeres.

El vídeo está en YouTube y los comentarios están plagados de hombres alardeando de misoginia. Es el efecto creado por sus autores.