A pesar de su buen comienzo, lleno de tensión, esta película no llega al aprobado. Una vez pasada la mitad, ya no tiene sentido verla: todo es más que previsible y la intriga se reduce a 0. Los escasos efectos especiales que aparecen son patéticos. Penosas actuaciones de Dean Cain y Mimi Rogers.
Por no hablar de las lagunas de la película. Y es que, como he dicho, pasada primera mitad, las únicas palabras con las que se podría describir el resto del film son absurda/tediosa/inverosímil. Alguien que ocupa un cargo alto en un banco se supone que tiene un cierto grado de inteligencia y sentido común, ¿no? Entonces, ¿cómo puede arriesgar y darlo todo, por un tío que conoce desde hace 2 meses? ¿Es una adolescente, o qué? (de hecho, mi ejemplo no es del todo correcto: algunas adolescentes no serían tan estúpidas).

Es una pena que una actriz tan popular como Brittany Murphy (RIP) se rebajase a hacer una película como esta, que me recuerda mucho a esos típicos films de segunda que Antena 3 echa los domingos por la tarde...

Terrorífica, desgarradora y empática, así es el filme de Danny Boyle. Hace que te metas en la piel de su protagonista, Jim (Cillian Murphy) y experimentes sus mismas sensaciones, la misma confusión por no saber qué demonios está ocurriendo tras despertarte en una cama de hospital (ver spoiler) y no encontrar a nadie, la misma angustia de caminar por las calles de un Londres vacío, y el mismo dolor de descubrir que una epidemia está asolando el país y que tus padres están más que muertos. Jim encuentra a algunos supervivientes, algunos de los cuales morirán trágicamente por infección.
Posteriormente, todo adopta una forma siniestra y estrambótica: nuestro protagonista y otras dos supervivientes son acogidos por unos militares, que en principio parecen inofensivos y dispuestos a protegerles de los peligrosos infectados que todavía quedan, pero que luego muestran su verdadero propósito: utilizar a Hannah y Selena explotándolas sexualmente, para comenzar a repoblar el territorio. A pesar de la fuerte oposición de éstas y de Jim, se dan cuenta de que no tienen nada que hacer; los militares son más y van armados. No diré más porque estoy contando todo el argumento, y para eso está el spoiler.

Con actuaciones simplemente conmovedoras, esta película se llevaría el sobresaliente de no ser porque sus detalles son demasiado "soft", nunca mejor dicho. Sobre todo el final, muy esperanzador, bonito y poco probable, demasiado diría yo. Pero supongo que un final en el que todos mueren no mola, no vende.

Con un argumento convincente y muy poco visto (una niña superdotada con unos padres que la tratan injusta y estrambóticamente, en vez que inculcarle los valores necesarios durante la infancia), Matilda es una película para niños que nos toca la fibra también a los no tan niños. Ella se da cuenta desde pequeña de la incapacidad de los adultos que la rodean de ver lo que ella ve, de su desinterés total y absoluto por la cultura y la educación, y hace todo lo posible por no acabar así, mantiene despierta su curiosidad natural y su personalidad arrolladora, e intenta convencer a los demás niños de que hagan lo mismo y no se dejen llevar por lo que los adultos dicen que está "bien".

Los padres de Matilda, Danny DeVito y Rhea Perlman (que además son pareja en la realidad) no se preocupan para nada de que su educación y crecimiento sean adecuados y son una sátira de lo que tristemente es una realidad: los muchos padres que no pasan el tiempo suficiente con su prole y que están más interesados en un estúpido concurso de televisión que en las aptitudes de sus propios hijos. Son desternillantemente necios, incultos e irresponsables, al igual que la directora del colegio, Agatha Trunchbull (Pam Ferris), que intentan obstruir el brillante camino futuro de Matilda y consideran sus increíbles capacidades intelectuales como algo inútil que nunca le servirá para nada. Sin otro estímulo que su profesora, la señorita Jennifer Honey (Embeth Davidtz) Matilda intentará desarrollar sus conocimientos e intereses, seguir aprendiendo y conseguir la respuesta a sus inquietudes. Matilda está preparada para cualquier cosa, es una niña ejemplar a pesar de no haber tenido unos padres que lo sean, y demuestra una gran madurez para su edad, todo ello mostrándonos siempre la parte más tierna y dulce de la vida: la infancia.

Aunque, bajo mi gusto, la serie es con creces más divertida (aunque finalmente fuese cancelada por baja audiencia), la película original tiene un no-se-qué que hace que no te aburras viéndola, aunque sea 10 veces.
Para mí, los mejores obviamente son Julia Stiles y el fallecido Heath Ledger, protagonistas de la historia, que tienen una química increíble, palpable y que hace la película realmente interesante. Joseph Gordon-Levitt hace sus monerías habituales y Larisa Oleynik es completamente prescindible.

"Déjame entrar" se podría definir como una película dolorosa y que te mantiene con el corazón encogido mientras transcurre. Lo mejor es que no te agobia, no hay ataques violentos ni acción propiamente dicha — a pesar del género, no es una película terrorífica, sino más bien un thriller dramático psicológico. Todo inspira temor, pero una especie de temor no sólo físico, sino tambien psíquico: Eli, que siente nostalgia por ser una niña normal y corriente, que no quiere que por ser un vampiro sea considerada un monstruo, que quiere una amistad con Oskar pero tiene miedo de hacerle daño, y que, en el fondo, desea tener un alma, que sienta y padezca; Oskar, que tiene miedo de las palizas y golpes que le propinan sus compañeros de colegio pero ante todo teme a la humillación y la vergüenza y que ve en Eli a su única amiga, por ello su sufrimiento es aún mayor cuando Eli le dice que su amistad es peligrosa y que es mejor mantenerse alejados.

Su final, aunque "esperanzador" (lo pongo entre comillas porque el abanico de opiniones es muy amplio; y porque la esperanza a la que me refiero es que ni Oskar volverá a ser víctima del bullying, ni Eli tendrá que estar encerrada día y noche en una casa; pero creo que en realidad el final de ambos será mucho peor de lo imaginable), pretende dejar lugar a la imaginación, aunque, eso sí, enmarcado por una palpable sensación de pesimismo.