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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
7
3 de septiembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cita casi obligada de los domingos por la tarde, la serie de televisión, “Misión Imposible”, nos cautivaba sin remedio en cada uno de sus episodios en los que, no eran precisamente las historias sino la recursividad con que los protagonistas tramitaban cada situación, lo que resultaba atractivo y gratificante. Creada por Bruce Geller y protagonizada por Peter Graves (Jim Phelps), Martin Landau, Barbara Bain y Greg Morris, la serie se emitió entre 1966 y 1973, en tiempos de la llamada Guerra Fría, cuando el espionaje era común entre los Estados Unidos de Norteamérica y los países del este de Europa.

Huelga decir que, el potente e inolvidable tema musical, compuesto por el argentino Lalo Schifrin, se convirtió, desde entonces, en una melodía que, los seguidores de la serie, identificábamos con solo escuchar las primeras notas dondequiera que sonara, pues, su instrumentación es magnífica y de una fuerza arrolladora.

El éxito que obtuvo el director, Brian De Palma, con su impactante versión cinematográfica de aquella otra serie de televisión titulada, “Los Intocables”, lo convirtió en el candidato perfecto a la hora de pensar en la adaptación de <<MISIÓN IMPOSIBLE>>, en la que, Tom Cruise y Paula Wagner, debutaban como productores, y Cruise se lanzaba como protagonista de un filme adulto en el que, además, se atrevió a asumir las escenas de mayor riesgo: El robo de la lista clave, el bar donde explota las peceras, y la del tren a alta velocidad.

La historia, escrita por nombres tan acreditados como, David Koepp y Steven Zaillian, y con tratamiento de Koepp junto a Robert Towne, resulta por otra parte bastante simple: Atrapar a una red de traficantes de armas tras haberse hecho con una lista secreta... y no se pretende ahondar en personalidad alguna, sino mover inteligentemente una serie de fichas, en una suerte de puzzle parcial e intencionadamente inextricable, pero, esto sí, con un preciso afán de thriller e intriga que consigue convencernos.

Aunque hay escenas en las que toca creer sin jugar a involucrar la razón, <<MISIÓN IMPOSIBLE>> -que además cuenta con un interesante reparto que incluye a, Jon Voight, Vanessa Redgrave y Henry Czerny, entre otros, cumple con esa función, por muchos buscada, de ser un pleno y puro entretenimiento... y “mucho mejor” cuando consigue escamotear la realidad, haciendo que la suerte de problemas que nos aquejan, no se vean para nada reflejados en lo que aquí sucede.

Queda abierta la puerta para la segunda parte, la tercera, la cuarta… ¡y vaya a saber cuántas secuelas saldrán de este gran filón!

Y para volver a la realidad, podemos reflexionar con el personaje bíblico citado en el filme: “La experiencia me ha enseñado que, los que siembran crimen y maldad, cosechan lo que un día sembraron”. (Job, 4:8)
Luis Guillermo Cardona
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6
23 de agosto de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pedofilia es un problema profundamente serio que está destruyendo la vida de millones de niños en el mundo entero. Pero es hora de decir, que no se está enfrentando de la manera responsable, profunda y objetiva que se mereciera. Entre los principales países difusores de pornografía infantil, se hace todavía muy poco para encarar un problema que ya alcanza niveles de epidemia, más grave que el sida y el ébola juntos, porque son millones de niños los que se están llevando a la prostitución, se están asesinando física o moralmente, o se les está dejando con traumas irreversibles y depresiones agudas, de las cuales, el pésimo manejo que asumen los adultos revictimizadores (padres, amigos, jueces…) es una de las principales causales.

Se pretende atrapar al águila haciéndole un disparo a la figura que se refleja en el lago… y por mandar cada día a la cárcel a unas cuantas personas (a las que quizás se arruine moral y socialmente) por haber incurrido en abusos de "moderada relevancia" –muchas más de las que se consigue condenar por explotación sexual o por consumadas violaciones-, se nos hace creer que se le está poniendo el pecho al problema y que se está haciendo justicia. ¡Alpiste pa' los pájaros! Porque no nos tomaría por sorpresa si un día se hiciese público, que es éste otro negocio en el que también participan unos cuantos detentores de poder. ¿Qué se ha hecho, por ejemplo, para acabar con el celibato, raíz y esencia de millones de pederastas en todo el mundo?

Y ahora, de ñapa nos llegan películas como “HARD CANDY” (término que alude a una niña con cara de ángel y mente perversa), cuya propuesta muy bien decorada sin duda, asume ¡tres siglos después! en versión libre, pero muy cercana, el antiguo y rancio cuento de Caperucita roja que nos difundieran, desde el siglo XVII, Jacques Perrault, y luego en el XIX, Jakob y Wilhelm Grimm, con pequeños cambios entre las víctimas del lobo (violador) pero con el mismo objetivo: la cruel venganza… y para decirnos que los niños no deben hablar con desconocidos y que la vida en la ciudad es segura y en el campo muy peligrosa. Cosas ambas a las que bien les caben unas cuantas observaciones.

Ellen Page -con 18 años al momento de hacer esta película, en la que representa a una niña de 14- nos brinda una sorprendente interpretación llena de matices y logrando un cambio de personalidad que convence e impacta, ya que es un sentir que consigue aflorar desde el interior, al tiempo que lo complementa con sus terribles acciones. Hasta llegar al fatal y perverso momento en que, Hayley, decide hacer las veces de cirujano, el filme marcha de maravilla y nos da la impresión de estar ante un alegato muy serio y maduro contra el penoso problema del maltrato infantil… pero al director lo seduce el afán de $en$acionali$mo y el cuento se convierte en otraaaaa de las deplorables venganzas que el peor cine nos trae a diario, donde siempre queda un sinsabor en la boca, porque nunca se está seguro de si realmente se hizo justicia… Y algo muy dentro nos dice que no ha sido exactamente así.

Como el acusado sin juicio justo -el fotógrafo de modelos Jeff Kohlver-, el actor Patrick Wilson, logra otro de los aciertos de esta película, dejando plantado un personaje ambiguo que va dando, en cada escena, algo nuevo que pensar. (Aludiré aquí a escenas claves) ¿Y qué tal que hubiera sido uno de aquellos reos que, ante las torturas, terminan aceptando las inculpaciones con tal de acabar con sus tormentos?

¿Qué queda al final? Una psicópata Caperucita roja, con un horizonte bastante oscuro, que con su ser ensombrece al mundo y que en nada, ¡absolutamente en nada!, favorece la armonía de la sociedad. Y así no debe ser.

Título para Latinoamérica: “HARD CANDY. NIÑA MALA”
Luis Guillermo Cardona
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8
15 de agosto de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una comedia bastante nutrida. Vas a encontrar en ella lucha de clases con la más fina sutileza; enfrentamiento de pareja con una astucia envidiable; diálogos punzantes, divertidos y certeros, con aroma a Billy Wilder y Charles Brackett nada menos; espíritu de comedia con el mejor “toque Lubitsch” picante y sofisticado… y con una interpretación de Claudette Colbert –como no la has visto nunca-, haciendo virtuoso alarde de esa sagacidad femenina que comienza a salir fuertemente a la luz desde el pasado siglo, y que ahora va llevando, día a día, a que las más formadas mujeres superen con creces a los hombres en los mejores terrenos (política, empresarismo, arte. humanidades…).

La historia es espléndida: Michael Brandon, un eficiente hombre de negocios quien, por razones muy precisas, solo duerme con la camisa de sus pijamas, está acostumbrado a cambiar de mujer como de cepillo de dientes, ¡cada seis meses!, y ya ha superado incluso al rey Henry VIII, en cuanto a los himeneos que ha contabilizado. Pero toda escalera tiene un punto donde concluye el ascenso… y la francesa, Nicole De Loiselle, va a entrar en su vida, para darle una lucha sin par donde, la mujer, ya no va a ser de aquellas tontas pasivas que, hasta ahora, nuestro hombre tuvo a su lado.

La película se desenvuelve con una fluidez tal, que no nos da tregua ni para pestañear, so pena de perderse una frase lustrosa o un sorpresivo gag. Todo parte de la obra teatral homónima del escritor polaco Alfred Poznanski (1883-1934), -nacionalizado Savoir en Francia por la consabida necesidad de evitar a los intolerantes xenófobos-, y “LA OCTAVA MUJER DE BARBA AZUL” tendrá cuerda suficiente para hacernos pasar un rato delicioso, mientras un hombre enamorado lucha para domar a su singular fierecilla –siguiendo incluso las pautas de Shakespeare- y la indomable francesita lucha para demostrarle que no todas las mujeres son piel sin sesos y que, con un poco de aplicación, la inteligencia femenina puede llegar a ser incluso superior.

Escenas como la compra del pijama – ¡mucho ojo a la toma en la que contesta al teléfono el presidente de la tienda!- o la cita con el profesor Urganzeff ¡son deliciosas! y Lubitsch vuelve a la carga con ese humor corrosivo pero generoso, que lo hace ver las improcedencias de la vida con actitud crítica, pero con corazón bien dispuesto.

Y que sea ocasión de recordar al memorable dramaturgo inglés en “La fierecilla domada”: “Es el alma la que enriquece al cuerpo, y así como el sol asoma entre las más oscuras nubes, también el honor puede entreverse en el vestido más humilde”.
Luis Guillermo Cardona
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6
8 de agosto de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“¿Prometes serle fiel, tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándola y respetándola durante toda su vida?”

La primera pregunta que hay que hacerse sobre la fidelidad de un hombre (o mujer) es: ¿Eres fiel porque No sientes que necesites a otra persona distinta a tu pareja… o lo eres porque Quieres guardar respeto por aquel juramento que hiciste ante la iglesia? El sí a la primera pregunta significa que eres sinceramente fiel. El sí a la segunda significa que eres obligatoriamente fiel. Aquel es feliz porque está conforme con la pareja que tiene. Este sufre porque se reprime.

De este talante último, considero que son el doctor Franz Braun y su esposa Charlotte, por todos conocidos como “la pareja ideal”. A ambos, es claro que les pica el gusanillo cuando se sienten tentados –él por Mizzi, la mejor amiga de su esposa, y ella por Gustav Mueller, el colega de su marido-, pero ambos parecen recordar el respeto que se deben el uno al otro… y al final resisten con alguna otra ayudita –Mizzi porque presiona y toma siempre la delantera, lo que la hace perder interés y Mueller resulta siempre tan blandengue que no provoca un mal pensamiento-, con lo que el viejo y complicado juramento, no resulta difícil de ser cumplido.

Con guión de Paul Bern, basado en la obra de Luther Schmidt “Nur ein Traum” (Tan solo un sueño), el director Ernst Lubitsch ha hecho una comedia que ahora resulta bastante “fuera de onda”, porque parece ser que, con tantísima variedad de tentaciones y de sobra más cualificadas como las hay ahora, los matrimonios estables entre los que aquel juramento se cumpliese a cabalidad -por convicción no por deber- están ahora, en su mayoría, disfrutando de la gloria del Señor.

“LOS PELIGROS DEL FLIRT”, fue rodado con una atractiva fotografía y en un ambiente satisfactorio, pero la historia resulta tan común a lo que sucede entre un sinnúmero de parejas – situaciones por demás casi aburridas: la amiga que quiere quitarle el marido a su mejor amiga, celos fundados e infundados, encuentros furtivos...- que no consigue atraparnos porque su planteamiento se queda en la rutina y las imágenes ingeniosas que solemos ver en las mejores películas de Lubitsch, brillan aquí por su ausencia. Queda entonces el grupo actoral, pero éste tampoco brilla en sentido alguno, siendo quizás el mejor rol el de Mizzi, al cual la canadiense Marie Prevost, impregna con convincente perversión y picardía. A Adolphe Menjou, que después nos diera estupendas interpretaciones (“Forbidden”, “Morocco”, “A star is born”…), le dan aquí un papelito tan liviano que apenas puede dar cuenta de lo harto que está con su esposa porque no le remienda los calcetines.

Recomendable tan solo para aquellos que estén pensando en casarse… quizás les sirva de arrepentimiento antes de ponerse a jurar en vano.

Título para Latinoamérica: “MEDIAS DE SEDA, CALCETINES REMENDADOS”
Luis Guillermo Cardona
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7
23 de julio de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si nos atenemos a los retratos que acreditados pintores hicieron de Anna Boleyn (Ana Bolena), ésta, con los cánones de mujer que hoy tenemos, no era precisamente una belleza. Pero al lujurioso, burdo y cruel rey de Inglaterra, Henry VIII (Enrique VIII), le resultaba preciosa, y complementado esto con la capacidad que tenía, la por entonces jovencita Anna, para coquetear sin conceder nada, terminó por encaprichar perdidamente al obeso rey, hasta el punto que, desde entonces, no deseó otra cosa que separarse de su actual esposa, Catalina de Aragón – quien no consiguió darle un heredero-, para convertir en reina a su llamativa doncella.

No se sabe, a ciencia cierta, en que año ni donde exactamente, nació Anna Boleyn. Tan solo se ha concluido que fue en la primera década del siglo XVI, y su natalicio se lo pelean dos ciudades: Norfolk, donde dicen "¡De aquí no es!" Y Rorchfold Hall, donde exclaman "¡¿De aquí?, que tal!" Lo único que se sabe con precisión, es que Anna Boleyn fue otra de las tantas muchachas de la historia que combinaron sus atractivos con la codicia y que sería esto lo que traería grandes sombras a su vida, porque la belleza es un privilegio, pero ligada a la ambición... es muy fácil que se convierta en desgracia.

“ANA BOLENA” fue la segunda gran producción (tras “Madame DuBarry”) que consiguió hacer el director Ernst Lubitsch en Alemania, contando de nuevo con un holgado presupuesto para la recreación de época, y con un guión de Fred Orbing y Hanns Kräly, nos ha contado de manera bastante fidedigna, la historia de la segunda esposa de Henry VIII y la segunda infamia conque quedó manchado el solio de Inglaterra.

Lubitsch no guarda recato alguno para recrear al rey en su glotonería, su promiscuidad, su falta absoluta de respeto para con las mujeres… y su total carencia de escrúpulos a la hora de querer salirse con sus caprichos. También pone bien en evidencia la manera como la iglesia católica de Inglaterra -contradiciendo incluso al Papa-, dejó a un lado toda fidelidad y todo recato para complacer a su nuevo benefactor, llegando incluso a cederle, de una vez y por todas, la cabecera institucional. Sin duda, tenía razón Anna cuando complacida con esto, afirmaba que “la iglesia católica no sirve a los senderos del cristianismo”, pero esto no justifica la deslealtad… ni fue tampoco un buen camino el que propuso luego el monarca con el surgimiento de la iglesia anglicana, pues era “el mismo envuelto con distinta guasca”, como suele decir la gente de mi tierra.

Emil Jannings es de nuevo el acertado protagonista, recreando a un Henry VIII con un notable parecido físico. Henny Porton, quien tuviera un estupendo doble rol en “Las hijas del cervecero”, es ahora la “descocada” Anna Boleyn; y Aud Egede Nissen recrea a una preciosa Jane Seymour (también menos atractiva según consta en sus retratos, pues el buen gusto no era precisamente lo que caracterizaba al rey), la tercera mujer que, al convertirse en reina, también estaría próxima a la desgracia.

P.D: ¿Y por qué sería que Lubitsch no eligió como protagonista a Pola Negri, si aquí tenía otra buena ocasión para ponerla en manos de algún feo verdugo?
Luis Guillermo Cardona
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