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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
7
19 de junio de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que convierte al Amor en algo incomparable y maravilloso, es su disposición irrestricta para comprender; su capacidad de conocer y aceptar el polo de sombra que hay en el otro; y su empatía para unirse, a aquel que yerra, en su afán de redención o de superación. Con todo ésto, no siempre triunfa el amor, porque el deseo de cambio del que hace las veces de victimario, no siempre es sólido o sincero; porque no siempre se está calificado para hacer lo que se tiene qué hacer (y el amor debe ir unido a la razón)... o porque el universo tiene otros planes, con aquel o contigo, que no siempre se pueden cambiar.

Jackie Lamont, es, ahora, la cantante de la Mansión Lafayette, un lugar de non sancta reputación, al que se puede ingresar por diversas razones. La de, Jackie, la conoceremos en algún momento y puede descubrirnos que, no siempre es el afán de “pecado” lo que puede motivarnos a hacer ciertas cosas. Allí, Jackie conocerá al teniente, Charlie Mason, un joven que acaba de recibir un desengaño de la chica con la que esperaba casarse, y con él se conectará hasta el punto de desahogar el sufrimiento que amarga su vida.

Se inicia, así, una larga retrospectiva, donde se alternarán los tiempos en que Jackie (ahora con su verdadero nombre, Abigail Martin), contará su historia con Robert Manette, el único hombre al que ha amado hasta ahora y al que cree que amará siempre, pese a sus liviandades.

Basado en una historia de, W. Somerset Maugham, <<LUZ EN EL ALMA>>, es un filme de amores y desengaños; de aquellos que creen que el amor es “sólo darse”, sin preocuparse de “cómo darse”; y de esos otros que lo esperan todo sin asegurarse de que, por su parte, han hecho lo suficiente para merecerlo.

Siento que, al director, Robert Siodmak, le faltó algo de intensidad en la manera de contar ciertos hechos, pero no obstante, logra motivarnos empatía por las figuras de la chica (la niña prodigio, Deanna Durbin, ahora como una atractiva adolescente) y, un tanto menos, por la del frustrado teniente. Sorprende ver al fabuloso bailarín, Gene Kelly, haciendo con soltura un rol atípico de chico malo, pero, su personaje decepciona por la manera como actúa en el clímax de la historia.

Ignoro, qué tan ajustado haya sido el guion de, Hermann J. Mankiewicz, a la obra del escritor... o qué suerte de injerencias hayan tenido los productores en ésta realización, pero, siento que, <<LUZ EN EL ALMA>>, pudo ser mucho mejor. Sin embargo, es posible encontrar en la película, hechos interesantes sobre los que vale la pena reflexionar. Maugham, sabía unas cuantas cosas acerca de la vida.
Luis Guillermo Cardona
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9
21 de marzo de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Cuánta inequidad hay en este mundo que le quita toda posibilidad de digna sobrevivencia a millones de nuestros hermanos!, ¡Cuánto egoísmo que sólo trae desdicha y soledad para los demás y para nosotros mismos!, ¡Cuánta apariencia y cuánto afán de sentirse superiores a nuestros semejantes, cuando bien se puede demostrar que todos somos iguales!

En este mismo instante, miles de seres humanos deambulan por las calles en busca incesante de unas pocas monedas para llevar la comida mínima a su casa. Cientos de personas caminan largos kilómetros para conseguir la escasa agua que les permita sobrevivir. Millones de obreros sin empleo van, de un lado a otro, con la gris esperanza de que alguien les ofrezca un trabajo digno.

Cuando recuerdo las viejas películas, a mi memoria regresa, "Umberto D" (Vittorio de Sica, 1952), con aquel anciano tratando de impedir vanamente el desalojo; y recuerdo a Ali y a su hermana Zahra ("Bacheha-Ye aseman", Majid Majidi, 1997), en permanente angustia por los raídos zapatos tenis que ambos comparten... y he aquí que, con su inmensa sensibilidad frente a la gente común y con esa lírica humanística que le fluía constantemente, también el maestro japonés, Akira Kurosawa, se había ocupado de hacer un filme donde, para un novato detective, su arma de dotación se convierte en un objetivo incesante, cuando ésta le es robada en un autobús.

Un largo camino tendrá que recorrer entonces, pero la vida pondrá a su lado a un hombre noble y brillante, el detective Satori. No por nada, Satori significa resplandor, destello de iluminación. El detective se convierte para el novato en una lección de ejercicio profesional cabal y digno que, quizás, cambie su vida para siempre; y para nosotros, será un elocuente reflejo de la integridad que se preserva aún en las condiciones más difíciles.

Es época de postguerra. En Japón abunda la miseria y los más pobres acuden en muchos casos a la prostitución, el contrabando de armas... y a cualquier otra cosa que les permita sobrevivir. Es, en este medio, donde los dos policías comenzarán a buscar al hombre que acaba de cometer un delito y que, talvez, es el que carga la colt sustraída a Murakami.

En, <<EL PERRO RABIOSO>>, Kurosawa -quien también hace de guionista junto a Ryûzô Kikushima-, consigue que cada personaje tenga vida propia, los recrea en sus carencias y en su abundancia; en sus fortalezas y en sus debilidades; en su terquead y en su sabiduría… y crea así, un cuadro humano que, probablemente produzca ese destello que se borrará de pronto o acaso consiga que ya nunca más seamos los mismos.

¡Cuán significativo sería, que las grandes productoras de películas promovieran este cine que dignifica al hombre!; y toda institución formativa debería permitir que los jóvenes accedieran a estos mensajes. Es sólo cuestión de método… y de amor por la humanidad. Dos cosas que están haciendo, ahora, más falta que nunca.
Luis Guillermo Cardona
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9
24 de enero de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En italiano, ¡Avanti! significa ¡Adelante!, y sirve para autorizar a una persona a pasar a una habitación. Pero, ¡avanti! o ¡adelante!, también podría ser aquella autorización que, con nuestro comportamiento, damos (sin proponérnoslo) a nuestros hijos para que nos imiten. Al fin y al cabo, somos el principal espejo en el que ellos se miran, y muchas de las cosas que nosotros hacemos, resultarán de interés para sus propias vidas… sobre todo, cuando los hijos nos quieren y nos admiran. Claro que, muchas veces, se imita también a los padres que repugnan porque, transmiten tantas cosas malas e improcedentes que, en inconsciente venganza, los hijos terminan dándoles de lo mismo. Es por eso que, como advierten los grandes maestros, "hay que cuidarse muy bien del camino que uno sigue, porque ese es, muy probablemente, el camino que los hijos sigan".

Basada en la obra, "Avanti!" de Samuel A. Taylor; adaptada por el director, Billy Wilder, con la colaboración de I.A.L. Diamond, volvemos a encontrarnos con una historia pletórica de encanto; una comedia picaresca, bufonesca y muy a la moda de aquel año '72 en que fue realizada. Con un perfecto toque de comedia all’italiana (personajes exóticos, una que otra escena apresurada, mucha picaresca, diálogos de doble sentido, el oportunismo con el turista, el administrador ocurrente, el crimen pasional…), todo reluce en excelentes escenarios, con una festiva banda sonora, y sobre todo, con unas actuaciones impecables de la totalidad del reparto.

Resultan entrañables: Clive Revill como Carlo Carlucci, el gerente del Gran Hotel Excelsior, un hombre astuto y diligente como el que más, dispuesto a satisfacer al americano en conflicto, empeñado en conservar intacta la imagen de su acreditado hotel. Gianfranco Barra (el botones Bruno), a quien su cámara fotográfica le es muy útil para captar imágenes comprometedoras que, luego, entregará a sus dueños cuando cree que pueden hacerle algún “pequeño favor”. Juliet Mills -la hija de John y hermana de Hayley-, revela un gran carisma como “La gorda” que quiere recuperar el cadáver de su madre fallecida.

Bueno, ya ustedes entenderán el gran embrollo que se forma en la bella Italia y con él pasarán, sin duda, una tarde deliciosa, por cuenta de, Billy Wilder, y por supuesto, de Jack Lemmon, un comediante de muchos quilates, sin el cual las películas del austriaco no hubieran sido lo mismo.

Y recuerda: No culpes a tu hijo por lo que hace, si al verlo te das cuenta de que tú también lo haces.

Título para Latinoamérica: <<AVANTI!>>
Luis Guillermo Cardona
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9
20 de enero de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El amor es imprevisible y con frecuencia llega cuando menos lo esperabas, donde menos creías que llegara, y con quien nunca imaginaste que se diera... y lo más curioso, es que a veces irrumpe cuando estamos a punto de cometer el gran error de nuestra vida. Porque, equivocarse en la elección de pareja, es como errar en la elección de profesión: ambos se convierten en un bochorno eterno. El amor sabe lucirse con su magia indescriptible, pues, es un sentimiento que uno puede disfrutar, pero, no hay palabras para conseguir expresarlo en toda su plenitud.

¡Cuán maravilloso es el amor! Le da sentido a la vida, pone luz a lado y lado del camino, y nos da todo el impulso para vencer cualquier barrera que se nos oponga... y para nuestra fortuna, el universo fue creado por amor, nuestra esencia es el amor, y nuestra meta suprema no es otra cosa que el Amor. ¡¿No es la vida maravillosa?!

Estoy por creer que, en Austria, nació el amor, porque son precisamente dos vieneses, Josef von Sternberg y Billy Wilder, dos de los directores que más saben del amor en el arte cinematográfico. Sus películas nos llegan al alma y nos remueven, poderosamente, lo más recóndito que puede alcanzarse al interior de un ser humano. Si pudiera decirlo espiritualmente, diría que son dos iniciados, aunque ellos no lo hayan pensado siquiera y aunque nadie jamás se los haya dicho, pero ambos llevaban el arte en la sangre y el amor en la plenitud de su esencia... y ¿ha oído alguien música más romántica y sublime que la de, Gustav Mahler, W.A. Mozart o la de Joseph Haydn? Y también tenían sangre austriaca.

Susan Applegate, es una chica que aplica a domicilio tratamientos capilares y masajes cardíacos, pero acaba de renunciar a su ingrata tarea, pues, los “caballeros” pretenden más sus encantos que sus servicios profesionales. Decidida a tomar el tren que la regrese a su casa, Susu se sirve de la estratagema de vestirse como una niña para conseguir tarifa media, ya que el dinero que tiene no le ha alcanzado para el boleto. Al ingresar al tren (también, Wilder sabe que no hay nada que registre mejor en celuloide que un tren o un bello rostro de mujer), se tropieza con el mayor, Philip Kirby, quien termina apoyándola y acomodándola en su litera, convencido de que se trata de una menor de 12 años.

Lo que sigue tienes que verlo, es un manantial de indoblegables sentimientos que pugnan por escapar mientras se acumulan en un dique llamado corazón, pero temen el escarnio o la improcedencia y por eso se reprimen. Wilder -quien se basara en un guion escrito por él mismo, junto a Charles Brackett, según la obra de, Edward Child Carpenter- es sutil, equilibrado, y sólo minúsculos detalles van dando cuenta de ese pujante bambú del amor, que echa y echa raíces, antes de que brote como si quisiera elevarse hasta tocar el cielo.

Ray Milland y Ginger Rogers, hacen muy bien lo suyo, y <<EL MAYOR Y LA MENOR>>, inicia con pie derecho, la carrera cinematográfica en Hollywood de un director que ha merecido los mayores reconocimientos.

Título para Latinoamérica: LA PÍCARA SUSÚ
Luis Guillermo Cardona
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6
4 de marzo de 2020
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasaron casi tres décadas desde que realizara, “Terminator 2: Judgment Day” y, al $e$udo Productor que hay en, James Cameron, se le ocurrió que era posible volver a apretarle las tetas a esa vaca superlechera llamada Terminator. Las secuelas, realizadas por otros directores, no fueron de su agrado -y del público tampoco-, entonces pensó que había que tomar como punto de partida lo que él dejó en 1991, y todo estaba dado para que pudiera lograrse: Arnold Schwarzenegger, a sus 72 años, todavía lucía fornido ¡y lelo!… y unos cuantos dobles podían hacer el resto. Que murió de nuevo en “Terminator 2”, ¡pues, lo resucitamos! (Cristo resucitó, una vez, al tercer día. Cyberdyne 101, alias tío Bob, reaparecerá ahora como alias Carl… y así habrá resucitado por segunda vez). También, Linda Hamilton, con algunos añitos y arrugas de más, conservaba aliento para volver a ser Sarah Connor, la impetuosa guerrera del camino. El resto, era acomodar la aventura a la más reciente histeria, digo, historia estadounidense: Como el presidente es ahora un señor que odia a los mexicanos… ¡Trump, creo que se llama!, pues, ¡vamos a complacerlo teniendo a un terminator manito (muy bien por, Gabriel Luna, como Rev-9), al que le darán unas buenas palizas. Pero, para que también los latinoamericanos queden satisfechos, incluyamos a una chica mexicana -interpretada por la colombiana Natalia Reyes, ¡al fin y al cabo los latinos somos hermanos!... y Trump la verá con mejores ojos porque, los colombianos si “somos de su agrado”- y démosle un rol importante: Daniela Ramos, Dani, la chica con futuro.

Como, ¡”a nadie le importa”!, Cameron y sus coguionistas, “re-inventan” las cosas con más de lo mismo: Los terminators que llegan desnudos -y nunca caen en una mansión-, se roban la ropa y las armas… De nuevo hay alguien a quien quieren matar para que no llegue al futuro donde ya está (¿¿¿???). Otra vez se quiere probar que, “no hay más destino que el que forjamos nosotros”, ¡esto sí es cierto!... y todo quedará dado para que, Schwarzenegger, tenga que resucitar por tercera vez… si continúan jalando la teta, claro.

A este refrito, dirigido por Tim Miller, se le abona también una muy grata presencia de, Mackenzie Davis (Grace), una chica, ¡con un rostro angelical!, que, además, tiene “gracia” como humana aumentada en velocidad y fuerza; y los efectos especiales + las escenas de acción, son perfectos para un par de horas de ligero esparcimiento, sobre todo, si no has visto recientemente las dos películas anteriores, porque, entonces, te la pasarás tratando de encajar lo que, definitivamente, no encaja.

Título para Latinoamérica: <<TERMINATOR: Destino oculto>>
Luis Guillermo Cardona
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