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Voto de Manospondylus:
6
6,7
2.442
Serie de TV. Animación. Acción. Aventuras. Comedia. Drama. Thriller. Fantástico
Serie de TV (2000-2004). 167 episodios. InuYasha es el nombre de un demonio que en su día sellaron para que no provocara más problemas. Pero Kagome, fruto del destino, consigue atravesar la barrera mágica que separa el mundo actual con el de las guerras civiles, y quita el sello a Inu Yasha debido a la amenaza de cierto monstruo. Kagome posee la joya de las cuatro almas, que permite ganar gran poder, y ella será fruto del recelo de ... [+]
16 de julio de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación animada del manga shōnen homónimo, obra de Rumiko Takahashi (también autora de Ranma 1/2, Urusei Yatsura, Maison Ikkoku y Kyōkai no Rinne, entre otros), que sigue las aventuras de Kagome Higurashi, una estudiante de secundaria que retrocede 500 años, hasta la era Sengoku, al caer accidentalmente en un pozo mágico. En el pasado conocerá al hanyō (medio-demonio) InuYasha, un joven con unas llamativas orejas de perro, y juntos tratarán de reunir los fragmentos de la Esfera de los Cuatro Espíritus, una antigua y poderosa reliquia extremadamente peligrosa, sobre todo si cae en malas manos. A ellos se unirán el monje budista Miroku, la exterminadora de demonios Sango y su fiel nekomata Kirara, y el pequeño demonio zorro Shippō.
Sin embargo, tras un arranque muy prometedor (sólo los episodios 8 y 17 son casi completamente prescindibles) la serie se vuelve muy repetitiva, al igual que el manga que adapta fielmente pero añadiendo alguna saga de relleno que agrava más aún este problema. Y es que estas historias exclusivas del anime son algo de lo que ninguna serie shōnen de larga duración consigue librarse y, aunque el relleno de InuYasha no es el peor (Naruto, por ejemplo, tiene episodios mucho más aborrecibles), los guionistas siempre repiten las mismas fórmulas: en el caso de InuYasha, se amparan en que desconocemos el número de fragmentos de la Esfera para añadir enemigos patéticos que se han fortalecido de repente gracias a ese poder e InuYasha y los suyos deberán derrotarlos, algo que logran sin demasiados problemas.
De este modo, la primera temporada mantiene un buen nivel hasta el final, planteando correctamente la historia y con buenas introducciones de los personajes principales (además de los protagonistas, hay que destacar a la malograda sacerdotisa Kikyō). Hacen su aparición villanos interesantes como Yura, la hechicera Urasue o los hermanos Raijū; y sobre todo el hermano mayor de InuYasha, Sesshōmaru: un demonio frío y cruel que desprecia a su hermano por su condición de híbrido (él es un yōkai o demonio completo, a diferencia de InuYasha que es medio humano), y cuenta, además, con uno de los diseños más trabajados. Y hacia el final de la misma, y tras un par de breves apariciones, se nos revela el gran antagonista de la serie, el infame Naraku, y aunque al principio éste pone las cosas aún más interesantes (episodios 24 y 25), poco a poco sus apariciones (y estratagemas) son cada vez más repetitivas.
Los planes de Naraku se van sucediendo sin éxito, entremezclados con subtramas poco interesantes. Aún así, la serie mantiene un nivel decente hasta los episodios de Ryūkotsusei (53 y 54), tras los cuales comienza a proliferar el relleno haciendo zozobrar este anime. Sólo la irrupción del grupo de mercenarios conocido como los Shichinintai consigue reavivarlo, transformándolo en un shōnen convencional pero satisfactorio durante esa saga en concreto (del episodio 102 al 124), con batallas en las que participan todos los personajes y un desenlace dramático; pero pronto volvemos a lo mismo en una tanda de episodios de relleno de la que sólo se salva la mini-saga de la naginata de Kenkon (desde el 137 hasta el 140), que, por otra parte, tampoco aporta nada. La continuación de la trama del manga evita que la serie se hunda completamente, mediante la aparición de nuevos personajes, como Hakudōshi, pero, de nuevo, el relleno del anime y un "desenlace" brusco impiden que la serie remonte. Pero es que incluso la propia historia del manga es redundante como pocas, con una relación entre Kagome e InuYasha que da muchas vueltas pero no avanza, y termina haciendo que perdamos cualquier interés (y eso que al principio era uno de los puntos fuertes). Aún así, es en estas últimas temporadas en las que encontramos el que posiblemente sea el mejor capítulo de este anime (por lo menos el más apreciado por los seguidores): el especial 147-148, que nos da una idea de lo que podía haber sido esta historia con más planificación y un mejor desarrollo.
Conviene destacar que InuYasha se distancia del resto de producciones shōnen en la importancia que se les da a las relaciones amorosas. Buena parte de las motivaciones que mueven a los personajes giran en torno a ello, tanto entre los protagonistas como, y eso es más extraño en el shōnen, entre los villanos. Este elemento diferenciador al menos dota de cierta originalidad a InuYasha dentro de un género que a veces parece tan homogéneo como el shōnen de fantasía, aventuras y combates; y lo acerca puntualmente al shōjo. Pero también hay que advertir que algunas de estas relaciones se vuelven enormemente cansinas, dando tantas vueltas como la propia historia de la serie, muchas veces para volver al mismo punto.
También se abusa, en ocasiones, del poder del esfuerzo y la determinación de proteger a los demás cuando todo parece estar en contra y de otros clichés típicos del manga/anime, muchas veces tan forzados que resultan auténticos dei ex machina, de los que no se libra ningún shōnen. Por otra parte, un aspecto positivo son los toques de humor característicos de Rumiko Takahashi, que aparecen en contados momentos, pero siempre son efectivos. Este aspecto, al menos, es constante a lo largo de toda la serie (y de su continuación, InuYasha Kanketsu-Hen).
Otro punto a su favor es la forma en la que aprovecha la rica mitología sintoísta y budista de Japón, pese a que algunos conceptos nos puedan resultar extraños y confusos (empezando por esos cuatro espíritus o "shikon" que forman el alma, que a su vez puede adoptar dos formas, naohi y magatsuhi, en función de los actos). Los yōkai y los hanyō ocupan varios de los papeles más importantes, sin ir más lejos, el propio InuYasha y algunos de sus aliados, y también sus más fieros enemigos. Tatarimokke y los shinigami, Gozu y Mezu, y otras figuras relacionadas con la muerte hacen su aparición a lo largo de la serie.
(Continúa en el spoiler, sin spoilers)
Sin embargo, tras un arranque muy prometedor (sólo los episodios 8 y 17 son casi completamente prescindibles) la serie se vuelve muy repetitiva, al igual que el manga que adapta fielmente pero añadiendo alguna saga de relleno que agrava más aún este problema. Y es que estas historias exclusivas del anime son algo de lo que ninguna serie shōnen de larga duración consigue librarse y, aunque el relleno de InuYasha no es el peor (Naruto, por ejemplo, tiene episodios mucho más aborrecibles), los guionistas siempre repiten las mismas fórmulas: en el caso de InuYasha, se amparan en que desconocemos el número de fragmentos de la Esfera para añadir enemigos patéticos que se han fortalecido de repente gracias a ese poder e InuYasha y los suyos deberán derrotarlos, algo que logran sin demasiados problemas.
De este modo, la primera temporada mantiene un buen nivel hasta el final, planteando correctamente la historia y con buenas introducciones de los personajes principales (además de los protagonistas, hay que destacar a la malograda sacerdotisa Kikyō). Hacen su aparición villanos interesantes como Yura, la hechicera Urasue o los hermanos Raijū; y sobre todo el hermano mayor de InuYasha, Sesshōmaru: un demonio frío y cruel que desprecia a su hermano por su condición de híbrido (él es un yōkai o demonio completo, a diferencia de InuYasha que es medio humano), y cuenta, además, con uno de los diseños más trabajados. Y hacia el final de la misma, y tras un par de breves apariciones, se nos revela el gran antagonista de la serie, el infame Naraku, y aunque al principio éste pone las cosas aún más interesantes (episodios 24 y 25), poco a poco sus apariciones (y estratagemas) son cada vez más repetitivas.
Los planes de Naraku se van sucediendo sin éxito, entremezclados con subtramas poco interesantes. Aún así, la serie mantiene un nivel decente hasta los episodios de Ryūkotsusei (53 y 54), tras los cuales comienza a proliferar el relleno haciendo zozobrar este anime. Sólo la irrupción del grupo de mercenarios conocido como los Shichinintai consigue reavivarlo, transformándolo en un shōnen convencional pero satisfactorio durante esa saga en concreto (del episodio 102 al 124), con batallas en las que participan todos los personajes y un desenlace dramático; pero pronto volvemos a lo mismo en una tanda de episodios de relleno de la que sólo se salva la mini-saga de la naginata de Kenkon (desde el 137 hasta el 140), que, por otra parte, tampoco aporta nada. La continuación de la trama del manga evita que la serie se hunda completamente, mediante la aparición de nuevos personajes, como Hakudōshi, pero, de nuevo, el relleno del anime y un "desenlace" brusco impiden que la serie remonte. Pero es que incluso la propia historia del manga es redundante como pocas, con una relación entre Kagome e InuYasha que da muchas vueltas pero no avanza, y termina haciendo que perdamos cualquier interés (y eso que al principio era uno de los puntos fuertes). Aún así, es en estas últimas temporadas en las que encontramos el que posiblemente sea el mejor capítulo de este anime (por lo menos el más apreciado por los seguidores): el especial 147-148, que nos da una idea de lo que podía haber sido esta historia con más planificación y un mejor desarrollo.
Conviene destacar que InuYasha se distancia del resto de producciones shōnen en la importancia que se les da a las relaciones amorosas. Buena parte de las motivaciones que mueven a los personajes giran en torno a ello, tanto entre los protagonistas como, y eso es más extraño en el shōnen, entre los villanos. Este elemento diferenciador al menos dota de cierta originalidad a InuYasha dentro de un género que a veces parece tan homogéneo como el shōnen de fantasía, aventuras y combates; y lo acerca puntualmente al shōjo. Pero también hay que advertir que algunas de estas relaciones se vuelven enormemente cansinas, dando tantas vueltas como la propia historia de la serie, muchas veces para volver al mismo punto.
También se abusa, en ocasiones, del poder del esfuerzo y la determinación de proteger a los demás cuando todo parece estar en contra y de otros clichés típicos del manga/anime, muchas veces tan forzados que resultan auténticos dei ex machina, de los que no se libra ningún shōnen. Por otra parte, un aspecto positivo son los toques de humor característicos de Rumiko Takahashi, que aparecen en contados momentos, pero siempre son efectivos. Este aspecto, al menos, es constante a lo largo de toda la serie (y de su continuación, InuYasha Kanketsu-Hen).
Otro punto a su favor es la forma en la que aprovecha la rica mitología sintoísta y budista de Japón, pese a que algunos conceptos nos puedan resultar extraños y confusos (empezando por esos cuatro espíritus o "shikon" que forman el alma, que a su vez puede adoptar dos formas, naohi y magatsuhi, en función de los actos). Los yōkai y los hanyō ocupan varios de los papeles más importantes, sin ir más lejos, el propio InuYasha y algunos de sus aliados, y también sus más fieros enemigos. Tatarimokke y los shinigami, Gozu y Mezu, y otras figuras relacionadas con la muerte hacen su aparición a lo largo de la serie.
(Continúa en el spoiler, sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En ese sentido, InuYasha nos descubre una mitología tan rica como la grecolatina, escandinava y judeocristiana.
Como ya he mencionado, el anime tuvo un final repentino en el episodio doble 166-167, cuando llevaba adaptado hasta la mitad del tomo 36 del manga. Sin embargo no fue algo definitivo y unos años después, poco después de finalizado el manga, se animarían los 20 tomos restantes en sólo 26 episodios, por lo que el ritmo es mucho más ágil, eliminando incluso tramas secundarias que ya suponían un problema en el manga y centrándose exclusivamente en la historia y personajes principales (ver crítica de InuYasha: The Final Act).
Por otra parte, el soundtrack compuesto por Kaoru Wada destaca en los momentos más importantes. Prácticamente, cada personaje (e incluso los objetos importantes) cuenta con su propio leitmotiv, que suena en distintas versiones según el momento lo requiera. La impresionante y pegadiza melodía de InuYasha es simplemente perfecta para este personaje, y podemos escucharla en el tema heroico "Hanyō InuYasha", el nostálgico "Aika", el dramático "Kyūchi" y un par más. De igual forma, el villano Naraku viene acompañado del tétrico "Yokoshima Naraku" o del estridente "Naraku no Yabō", dependiendo de la situación. Kagome, Sango, Kikyō y Sesshōmaru poseen también leitmotivs fácilmente identificables. Otros temas, en cambio, pasan completamente desapercibidos. Hay además un total de seis openings entre los que destacan, por su música y sus imágenes, el 1º, "Change the World", el 4º, "Grip!", y el 5º, "One Day, One Dream", que aunque no se cuenten entre los mejores de la historia del anime, encajan a la perfección en esta serie. A decir verdad, a diferencia de algunos otros shōnen de similar extensión, ninguno puede ser calificado de mediocre; así como tampoco hay ningún ending malo, siendo, quizá, el mejor el 2º, "Fukai Mori".
Hay que decir que el anime se encuentra doblado al castellano y, aunque las voces principales están bien escogidas y las interpretaciones son buenas, hay demasiados cambios y, al mismo tiempo, repeticiones entre los actores y actrices de doblaje de los personajes secundarios. Otro problema son las variaciones en las traducciones de los nombres, lo que siempre resulta molesto. También está completamente doblada al catalán, incluyendo Kanketsu-Hen (que no está en castellano), y es una versión bastante buena cuyo único defecto notorio es la adaptación y doblaje de los openings y endings, cuando costaba menos dejar los originales en japonés. Eso sí, como viene siendo habitual en el anime, ningún doblaje se iguala al original.
En conclusión, InuYasha es otro shōnen de aventuras y combates. No es de los peores, ni mucho menos, pero palidece en comparación con otros shōnen que hemos podido ver en los últimos años. Buena parte del peso de la historia recae en los protagonistas InuYasha y Kagome y, aunque son unos personajes carismáticos, su relación acaba cansando con tanta indecisión por parte de ambos. El anime es agradable de ver, pero el argumento está tan estirado que se vuelve repetitivo y pesado, y es evidente que daba para más si la mangaka se hubiera centrado en las historias principales (la de la Esfera, Naraku y Kikyō; y la de Shessōmaru y las espadas del padre de InuYasha) sin dar tanto rodeo absurdo y meter tantas tramas secundarias que no llevan a ninguna parte. A todo eso hay que sumarle el relleno del anime que, claro está, sólo alarga la serie y evita el avance de la historia principal. Aún así hay momentos buenos y un puñado de grandes personajes, aunque el principal problema sea que el inicio es tan prometedor que genera unas expectativas que luego no puede cumplir.
Aspectos positivos: El inicio y algunas partes de la historia. Los diseños y el carisma de la mayoría de los personajes. Los toques de humor. Buena parte de la banda sonora.
Aspectos negativos: Excesiva e innecesariamente alargada y repetitiva. Abundan las subtramas superfluas.
Puntuación: 6
Como ya he mencionado, el anime tuvo un final repentino en el episodio doble 166-167, cuando llevaba adaptado hasta la mitad del tomo 36 del manga. Sin embargo no fue algo definitivo y unos años después, poco después de finalizado el manga, se animarían los 20 tomos restantes en sólo 26 episodios, por lo que el ritmo es mucho más ágil, eliminando incluso tramas secundarias que ya suponían un problema en el manga y centrándose exclusivamente en la historia y personajes principales (ver crítica de InuYasha: The Final Act).
Por otra parte, el soundtrack compuesto por Kaoru Wada destaca en los momentos más importantes. Prácticamente, cada personaje (e incluso los objetos importantes) cuenta con su propio leitmotiv, que suena en distintas versiones según el momento lo requiera. La impresionante y pegadiza melodía de InuYasha es simplemente perfecta para este personaje, y podemos escucharla en el tema heroico "Hanyō InuYasha", el nostálgico "Aika", el dramático "Kyūchi" y un par más. De igual forma, el villano Naraku viene acompañado del tétrico "Yokoshima Naraku" o del estridente "Naraku no Yabō", dependiendo de la situación. Kagome, Sango, Kikyō y Sesshōmaru poseen también leitmotivs fácilmente identificables. Otros temas, en cambio, pasan completamente desapercibidos. Hay además un total de seis openings entre los que destacan, por su música y sus imágenes, el 1º, "Change the World", el 4º, "Grip!", y el 5º, "One Day, One Dream", que aunque no se cuenten entre los mejores de la historia del anime, encajan a la perfección en esta serie. A decir verdad, a diferencia de algunos otros shōnen de similar extensión, ninguno puede ser calificado de mediocre; así como tampoco hay ningún ending malo, siendo, quizá, el mejor el 2º, "Fukai Mori".
Hay que decir que el anime se encuentra doblado al castellano y, aunque las voces principales están bien escogidas y las interpretaciones son buenas, hay demasiados cambios y, al mismo tiempo, repeticiones entre los actores y actrices de doblaje de los personajes secundarios. Otro problema son las variaciones en las traducciones de los nombres, lo que siempre resulta molesto. También está completamente doblada al catalán, incluyendo Kanketsu-Hen (que no está en castellano), y es una versión bastante buena cuyo único defecto notorio es la adaptación y doblaje de los openings y endings, cuando costaba menos dejar los originales en japonés. Eso sí, como viene siendo habitual en el anime, ningún doblaje se iguala al original.
En conclusión, InuYasha es otro shōnen de aventuras y combates. No es de los peores, ni mucho menos, pero palidece en comparación con otros shōnen que hemos podido ver en los últimos años. Buena parte del peso de la historia recae en los protagonistas InuYasha y Kagome y, aunque son unos personajes carismáticos, su relación acaba cansando con tanta indecisión por parte de ambos. El anime es agradable de ver, pero el argumento está tan estirado que se vuelve repetitivo y pesado, y es evidente que daba para más si la mangaka se hubiera centrado en las historias principales (la de la Esfera, Naraku y Kikyō; y la de Shessōmaru y las espadas del padre de InuYasha) sin dar tanto rodeo absurdo y meter tantas tramas secundarias que no llevan a ninguna parte. A todo eso hay que sumarle el relleno del anime que, claro está, sólo alarga la serie y evita el avance de la historia principal. Aún así hay momentos buenos y un puñado de grandes personajes, aunque el principal problema sea que el inicio es tan prometedor que genera unas expectativas que luego no puede cumplir.
Aspectos positivos: El inicio y algunas partes de la historia. Los diseños y el carisma de la mayoría de los personajes. Los toques de humor. Buena parte de la banda sonora.
Aspectos negativos: Excesiva e innecesariamente alargada y repetitiva. Abundan las subtramas superfluas.
Puntuación: 6