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Voto de Juan Marey:
8
Intriga Un sacerdote escucha la confesión de un criminal. Cuando las circunstancias implican al cura, y las sospechas de la policía recaen sobre él, entonces tendrá que afrontar una espinosa situación: no puede contar lo que sabe; tiene, pues, que encubrir al culpable porque está obligado a respetar el secreto de confesión. (FILMAFFINITY)
29 de mayo de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales de 1951 Alfred Hitchcock disfrutaba de unas largas vacaciones sin ningún proyecto en concreto pero sin abandonar nunca la lectura de relatos y anécdotas que le inspiraran su futura película. Ante la insistencia de Jack Warner de buscar tema para un nuevo film, Hitchcock pensó en un argumento en base de la obra teatral de Paul Anthelme (pseudónimo de Paul Bourde) escrita en 1902, “Our Two Consciences” y cuyos derechos de autoría habían sido vendidos al maestro desde 1947, aunque no había tenido ocasión de trabajar con ella, para después pasar a manos de la compañía Warner. Cuando se decidió convertir el argumento en film, Hitchcock tenía preferencia, lógicamente, para ocupar el puesto de realizador y al final, claro, la película se terminó rodando.

La verdad es que el maestro del suspense no quedó demasiado contento con el resultado final, incluso llegó a declarar que nunca debió filmarse. Fueron muchos los problemas con los que tuvo que lidiar, para empezar quería que el papel principal, el del cura, recayese en manos de actores como Cary Grant o James Stewart, pero ambos lo rechazaron, no llevándose muy bien con Montgomery Clift, ya que no le gustaban los actores de método, el actor se pasó buena parte del rodaje borracho pero, con todo, hay que decir que Clift, uno de los actores de moda en aquel entonces, está fantástico en el personaje de cura que conoce la identidad de un asesino cuyo nombre no puede desvelar por el secreto de confesión, el rostro del actor refleja a la perfección el estado de ánimo de un personaje recto, justo y que prefiere sufrir un calvario antes que traicionar sus principios y creencias. Para el papel femenino de Ruth, la única persona que puede demostrar la inocencia del padre Logan (Clift), el director británico quería a toda costa a la actriz sueca Anita Björk, pues le había impresionado mucho con su interpretación en ‘La señorita Julie’ (‘Fröken Julie’, Alf Sjöberg, 1951), pero el estudio no estaba dispuesto a respaldar a una madre soltera —eran otros tiempos, y cierta historia con Roberto Rossellini e Ingrid Bergman ya había sido un sonado escándalo—, así que Hitchcock tuvo que conformarse con Anne Baxter, aprovechando el reciente éxito de ‘Eva al desnudo’ (‘All About Eve’, Joseph L. Mankiewicz, 1950), tal vez la actriz no esté a la altura de Clift, quien no necesita un solo diálogo para transmitir, pero al menos posee cierto “feeling”. Al lado brilla como el asesino que se esconde tras una confesión, O.E. Hasse, alguien de quien en un principio uno se apiada, pero poco a poco, remordido por la conciencia y por la sospecha de que el padre Logan contará todo a la policía, va envenenándose como ser humano hasta terminar siendo maldad pura. Karl Malden, otro actor muy de moda en aquellos años, es el policía que sospecha de Logan y hace todo lo posible por inculparlo; un personaje ciertamente tópico, pero que gracias al gran actor logra apartarse del cliché.

Una de las películas más negras del director, con guiños inconfundibles al expresionismo alemán y con un derroche de técnica a la hora de recrearse en planos perfectos difícil de alcanzar. Hitchcock lo hace, hace lo complicado tremendamente sencillo, enseña en cada plano lo que tiene que enseñar, contando perfectamente la historia y dándose un gusto en los geniales primeros planos que sacan todo el partido a las capacidades interpretativas de Montgomery Clift.

Otra estupenda película del genio británico y una historia que aún hoy en día sigue agobiando e intrigando al espectador tan efectivamente como en los años cincuenta. Una cinta poco valorada en su momento, pero que “envejece” de maravilla.
Juan Marey
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