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Yo confieso

Intriga Un sacerdote escucha la confesión de un criminal. Cuando las circunstancias implican al cura, y las sospechas de la policía recaen sobre él, entonces tendrá que afrontar una espinosa situación: no puede contar lo que sabe; tiene, pues, que encubrir al culpable porque está obligado a respetar el secreto de confesión. (FILMAFFINITY)
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Críticas 59
Críticas ordenadas por utilidad
2 de octubre de 2008
77 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje que Alfred Hitchcock rueda en Quebec. Escrito por George Tabori y William Archibald, adapta de modo impecable, aunque con algunos cambios, la obra de teatro “Nos deux consciences” (1902), de Paul Anthelme. Se rueda en escenarios naturales de la ciudad de Quebec (Canadá) y en los platós de Warner Studios (Burbank, CA). Fue nominado al Gran Premio del Festival de Cannes. Producido por Hitchcock para la Warner, se estrena el 22-III-1953 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en Quebec en torno a 1952. El inmigrante alemán Otto Keller (Hasse) trabaja como sacristán de la parroquia de Santa María y, los miércoles, como jardinero del abogado Vilette (Legare). Descubierto por éste cuando intentaba robar dinero de la caja, Keller le asesina y poco después confiesa su crimen al sacerdote Michael Logan (Clift). Obligado por el secreto de confesión, Logan guarda silencio y no se defiende cuando el inspector Larrue (Malden) le acusa de ser el autor del crimen. Logan es joven, sensible y de fuertes convicciones. Movido por el sentido del deber, guarda el secreto al que está obligado. Antes de su ordenación mantuvo relaciones amorosas con Ruth (Baxter).

El film suma drama y thriller. De educación católica en un colegio de jesuitas, Hitchcock relaciona la historia del film con temas religiosos de carácter confesional, como el sacramento de la penitencia, el voto de castidad, el celibato, el pecado, el adulterio, el secreto canónico de confesión, el perdón, la absolución, la indisolubilidad del matrimonio. La comprensión de estos temas y de la profunda carga moral que conllevan para un católico es necesaria para la correcta interpretación del sentido y alcance del drama que se explica. El perdón y la culpa son dos cuestiones sobre las que las confesiones cristianas mantinen posiciones diversas y enfrentadas. Las numerosas referencias confesionales dificultan la buena acogida general del film, su difusión y su nivel de aceptación.

El realizador deseaba desde hacía tiempo llevar a la pantalla la historia de un sacerdote católico que recibe la confesión de un asesinato del que posteriormente es considerado culpable. Cuando consigue que la Warner produzca la película, la dirección del estudio se niega a aceptar dos de sus más grandes deseos: que el protagonista tuviera un hijo con Ruth antes de su ordenación y que acabara condenado a muerte y ejecutado. De la obra original se mantienen dos ideas: la transferencia de culpabilidad y la confrontación de “dos conciencias”: la del capellán que oye en confesión a un asesino y la del amigo de un político casado con Ruth con la que mantuvo relaciones íntimas a su regreso de la guerra. El film se presenta punteado con algunos toques de humor y de ironía, especialmente agudos cuando Ruth acude a la policía para proporcionar una coartada a su amigo, pero lo que hace es facilitar a la policía lo que ésta entiende como el móvil del crimen.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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17 de enero de 2008
64 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
No estamos ante una película redonda. Para empezar su final no posee los ingredientes necesarios para satisfacerme y esta francamente mal resuelto. Aunque el tema del secreto de confesión podría dar para una buena trama, lo cierto es que conforme trascurre la cinta decae la tensión. De todas Hitchcock mantiene la manera para que siempre nos quede la duda de si el padre Logan incumplirá el secreto de confesión

No decae en ningún momento su actor protagonista: Montgomery Clift. Me parece lo mejor de la película y su escena saliendo del juzgado con todo el pueblo volcado es una contundente muestra de porqué su director, tiene la fama de la que goza. Escena que por cierto, volvió a repetir en “Los pájaros” (1963) con los consabidos cambios, por supuesto. Interesante también los cruces de miradas con el matrimonio Keller, interpretado de manera brillante por Hasse y Dolly Haas.

Me sobra la forma que Hitchcock usa para contar el romance de Clift con Baxter. El uso reiterativo de flashback rompe el ritmo y la escena se hace larga.

Fantástica técnicamente. Impecable tanto en los planos como en la puesta en escena, y con una acertada banda sonora.
Chagolate con churros
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23 de noviembre de 2006
39 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un feligrés confiesa a un sacerdote el haber cometido un terrible pecado, homicidio. Pronto el sacerdote se verá envuelto en la correspondiente investigación, y el mismo acabará siendo acusado de perpetrar el asesinato.

Monumental drama-thriller de trazo moralista, en el que la impecable dirección de Sir Alfred Hitchcock vuelve a materializarse, consumando una de sus obras mas brillantes a nivel técnico, apoyado en la briosa fotografía de su fiel colaborador Robert Burks, en la siempre excelente partitura de Dimitri Tiomkin, y como no, en un magnifico guión, basado en la novela de Paul Anthelme, y adaptado por George Tabori y William Archibald, consiguiendo diálogos de esos que jamás escucharemos en el cine contemporáneo.

El falso culpable, como tema recurrente en la filmografía del director Británico, aparece aquí de nuevo, encarnado esta vez en un sacerdote con una rotunda y muy clara idea de lo que significa un voto de confidencialidad.

Fenomenal triada de interpretes, conformada por Montgomery Clift, Anne Baxter y Karl Malden; con especial mención al primero, quien ejecuta a la perfección una actuación ensimismada, reservada y taciturna, digna de los honores y elogios más grandes de un film excelente por donde se le mire.

Una cinta magnifica, tristemente infravalorada e incluso olvidada, cosa que tal vez se deba a la enorme cantidad de gemas que dejaría dispersas el maestro del suspense al margen de sus obras más populares, maravillas cinematográficas que deben ser rescatar por los cinéfilos más fieles.

Pierluigi Puccini
PierPuccini
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19 de noviembre de 2007
31 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alfred Hitchcock engrana un suspense sin pretensiones excesivas. Conocemos al criminal desde el principio. Un secreto de confesión convierte en principal sospechoso a un joven sacerdote. Anne Baxter, que pese a su belleza, al fulgor de sus miradas, y a su mágica expresividad cuando el idioma de Shakespeare fluye de su exquisita boca, no fue plato de gusto para el intrigante Hicthcock, nos desvela su amor por el cura entre secuencias de inolvidable romanticismo... Montgomery Clift hechiza con su mirada. Sus actos carecen de aspavientos, no hay terror en sus ojos, sino un misticismo que abarca todos los matices del amor. En la escena cumbre, tras el juicio, frente a una multitud que lo acusa, Monty Clift ¡divino! ¡Es un film imprescindible!... ¡¡Jamás perdonaremos a la Academia de Hollywood que le negara un Oscar, más que merecido, al gran Monty!! Y en cuanto a las injusticias con Hitchcock ¡mejor no hablar!
pablo garcia del pino
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28 de enero de 2010
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable película de intriga que hace gala de su género desde el primer al último minuto. La historia cuenta cómo el gran nerviosismo de Otto Keller (O. E. Hasse), que trabaja sirviendo en un rectorado parroquial junto a su esposa, le impulsa a confesar al padre Logan (Montgomery Clift) qué es lo que atormenta su alma: nada menos que un asesinato.

El secreto de confesión no puede verse quebrantado por el padre Logan, lo que termina perjudicando al párroco y le lleva a ser investigado por el inspector Larrue (Karl Malden) que no duda en seguir la línea de investigación más sencilla sobre el crimen, gracias a las evidencias y testimonios que existen en torno al asesinato.

Lo imprevisible del desenlace de cada una de sus escenas, la atmósfera inquietante que envuelve a esta cinta y la gran interpretación de Montgomery Clift (Un lugar en el sol, 1951) hacen de esta original y gran película una obra indispensable de ver para todos los amantes de este género. Karl Malden (Patton, 1970) Anne Baxter y O. E. Hasse aprovechan adecuadamente los minutos en los que deben interpretar sus papeles y ofrecen una creíble y notable representación de sus personajes, sobresaliendo Malden por encima de los tres.

Con el inimitable estilo de un Alfred Hitchcock (La ventana indiscreta, Con la muerte en los talones) capaz de mantener al espectador pegado a la silla, haciendo que éste pueda hacer sus propias deducciones y especulaciones, enfrentándose a todo lo que uno no se espera.

Ego te absolvo.
Sandro Fiorito
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