Tras muchos años de idas y venidas, ha salido a luz el proyecto de adaptar para la gran pantalla las aventuras del Capitán Trueno, personaje creado por Víctor Mora en los años 60, y uno de los principales héroes de aquélla generación. Resulta extraño que teniendo un "target" tan claramente reconocible, se haya tardado tanto en sacar adelante el film. Al menos por lo que se cuenta por ahí. En cualquier caso, el realizador Antonio Hernández ha sido el firmante del film y Sergio Peris Mencheta el encargado de dar vida al personaje. Junto a él encontramos caracterizados en los típicos acompañantes del capitán a Natasha Yarovenko, Manuel Martínen y Adrián Lamana.

Después de visionar el film, hay que decir de entrada que el resultado ha sido tremendamente decepcionante. El guionista, Pau Vergara, aunque se ha acercado al universo creado por Mora, no parece haber tenido en cuenta cierta coherencia interna. A poco que se preste un poco de atención en los hechos relatados, las incongruencias aparecen por todos los lados. Hay saltos de un escenario a otro que no tienen sentido, aparecen personajes y desaparecen por arte de magia, y los diálogos, saqueados del cómic apenas tienen coherencia. Claro que en el lado de la interpretación las cosas no son mejores. El único que se cree su personaje es Manuel Martínez, precisamente el único que no es un actor profesional. Peris Mencheta aporta el físico, pero no el carisma. Además parece que en cualquier momento va a echarse a reir, y en otras ocasiones se pasea ante la cámara pensando cómo ha llegado a dejarse convencer para hacer este film.

El realizador Antonio Hernández como responsable de lo que vemos tampoco sale muy bien parado. No solo hay cierta desgana que se traduce en una incoherencia general del conjunto. También hay un error de cálculo muy grave. Trueno es hijo de su tiempo, surgió en un momento determinado y por unas razones determinadas. Trasladar los mismos valores 50 años después y pretender que las generaciones del siglo XXI vibren como lo hicieron las de mediados del siglo XX con las aventuras de un personaje que con la mirada de hoy se antoja trasnochado y obsoleto, me parece un ejercicio de irresponsabilidad y falta de miras. Más cuando en los últimos años hemos asistido a revisitaciones "made in Hollywood" de personajes míticos en los que se pudo inspirar Mora, pero tratados con lo que se ha llamado "realismo sucio", o ultra realismo. La propuesta de Antonio Hernández no sólo es a contra corriente, sino totalmente desafortunada.

Pero lo peor no es eso, desde mi punto de vista. Lo peor es constatar que no somos capaces de sacar adelante una gran producción de aventuras, mientras otros países vecinos sacan adelante proyectos épicos con acierto y con unos resultados que no desmerecen en absoluto a los conseguidos por Hollywood. Está claro que al cine español de aventuras le queda mucho camino por recorrer.