Lasse Carlson, ha quedado viudo, y ahora que comprende que su juventud se ha marchado para siempre, habiendo quedado con un hijo tardío y unas condiciones económicas bastante difíciles, todavía él se alienta con su fortaleza física, y para su fortuna, su hijo, Pelle, es un pequeño con una vitalidad admirable, así que juntos deciden salir de su tierra natal, Suecia, y se marchan a Dinamarca donde creen que encontrarán mejores oportunidades. Al llegar a la isla de Bornholm, pronto consiguen trabajo en una granja donde reciben vivienda, alimentación y un modesto salario… y entonces, la realidad social con su eterna lucha de clases cargada de explotación, prepotencia, castigos infames, humillaciones y abusos, entran en escena para dejar bien clara la situación de enorme desventaja en que vivían los campesinos de finales del siglo XIX.

Basado en unos pocos capítulos de la inmensa novela, “Pelle erobreren”, del escritor danés, Martin Andersen Nexos (1869-1954), el director Billie August (también autor del guion), nos brinda un verdadero fresco cinematográfico que resplandece con sus magníficas imágenes; su esplendorosa puesta en escena; su emotiva banda sonora con un bellísimo tema en los títulos de crédito... y una excelente dirección de actores. Pero, sobre todo, August se luce con su equilibrada adaptación, con la que logra entender a plenitud los motivos de unos y otros, los matiza muy sabiamente, y así consigue que veamos una serie de hechos sin que se nos anime a sentir odio por ningún ser en particular. Su mayor alegato apunta contra una sociedad plena en la que aún hay lugar para toda suerte de agudas contradicciones y donde se truncan hasta las más pequeñas esperanzas de los seres más modestos.

Todavía resuenan en mis oídos aquellas esperanzadoras palabras del viejo Lasse a su hijo, durante el viaje en barco: “Allí el brandy es casi tan barato como el agua, y los salarios son tan altos, que los niños no tienen que trabajar y pueden jugar todo el día con sus amigos”. Es triste, muy triste, cuando se comprueba luego que, en los países ricos la miseria es mucho más grande que en los países pobres, porque hay dinero en abundancia... ¡pero solamente para unos pocos!, y el calor humano parece perdido para siempre porque la ley que rige es la explotación infame del hombre por el hombre.

Magistral la interpretación del actor sueco, Max von Sydow. De antología la relación que sostiene con su hijo, estupendamente representado por Pelle Hvenegaard (el nombre fue pura coincidencia); y hago reconocimiento de, Bjørn Granath, muy efectivo en su papel de Erik, el acordeonista rebelde.

<<PELLE EL CONQUISTADOR>>, es de esa suerte de cine que permanecerá para siempre.