Durante uno de sus viajes, el inventor Randall Pletzer (Hoyt Axton) le regala a su hijo Billy (Zach Galligan) un extraordinario animalito similar a un osito de peluche con largas orejas y enormes ojos llamado Mogwai y al que apodan Gizmo. Cuidarlo implica mucha responsabilidad partiendo de tres advertencias muy importantes; no exponerlo a la luz natural o al exceso de luminosidad; mojarlo con agua y la última y más importante, no darle de comer después de medianoche. Pero cuando una norma se infringe puede implicar la precipitación del incumplimiento de otra y la catástrofe puede ser inevitable en un pequeño pero tranquilo pueblo de Estados Unidos, ataviado por la nieve como en una postal de blanca navidad.

En plenos ochenta, con la moda de films producidos por Steven Spielberg, y otros con asociación de George Lucas, se adueñaron de las salas. Así, directores como Richard Donner (Los Goonies) y Robert Zemeckis (Regreso al Futuro) se pusieron manos a la obra con películas de encargo pero con unos géneros en que sabían desenvolverse bastante bien; cine familiar, fantástico e incluso terror. Joe Dante, que precisamente salía muy bien airado de la série B cormaniana gracias a la sorprendente “Piraña” (1978) que hoy en día todavía sigue aterrorizando.

“Gremlins” equilibra muy bien la comedia, el cine infantil o propiamente dicho familiar con el terror (las fechorías de los monstruos son a la par de escalofriantes, memorablemente divertidas como la secuencia en el cine viendo “Blancanieves” o el acecho del último gremlin en la juguetería). El guión lo firmó Chris Columbus (Aventuras en la Gran Ciudad; Solo en Casa; Harry Potter y la Piedra Filosofal).