Los secretos del corazón

Con los pelos de punta me he quedado al ver esta pequeña obra maestra de John Cameron Mitchell. Y es que desde que vi el trailer me quedé fascinado. No es otra de estas películas sensibleras, de lágrima fácil que sólo buscan que el público llore un poco y se olvide de ella. Esta no se olvida, esta no. Rabbit Hole no sólo es el regreso de Nicole Kidman, Rabbit Hole es eso y mucho más. Define un sentimiento horrible como es la pérdida de un hijo, pero este sentimiento no se muestra con palabras, se muestra con imágenes, con lágrimas, con gritos y con profunda tristeza. La película juega con los silencios y nos demuestra que una imagen vale más que mil palabras, sobre todo la imagen de Kidman. Se come literalmente la pantalla. En Rabbit Hole ella no es Nicole Kidman, en Rabbit Hole ella es Becca, una madre que ha perdido a su hijo y que lucha por sobrellevar el peso y la culpa de esta desgracia. Y yo, sinceramente me lo creo, me creo que ella no es Nicole, me creo su personaje y me creo todo lo que dice. Cabe destacar también la actuación de Aaron Eckhart que a pesar de no estar muy familiarizado con este género, hace un papel brillante y se consolida como actor. Dianne Wiest breve, pero como siempre fantástica. Un reparto excelente. Su magnifico guión nos hace pensar. Los diálogos son inteligentes y están muy bien formados. Creo que Rabbit Hole se merece la aprobación de todos los amantes del cine, es una película diferente, emotiva y esperanzadora. Gracias por estos 91 minutos de cine que nos regala Cameron Mitchell

Honestamente luego de ver esta película quedé deslumbrada nuevamente por Kidman, quien es una de mis actrices favoritas... la manera como contienen el dolor (aunque mucha gente diga que esto le resta fuerza) a mi me parece todo lo contrario porque allí es donde se hace más real... hasta ahora considero la mejor actuación de Nicole Kidman, no solo por ofrecernos este personaje con diferentes matices y grados de profundidad, sino por haberse arriesgado en un tema tan delicado como es la muerte de un hijo.

Pude sentir todo aquello que intentaron transmitir, la necesidad de soledad, y a la vez la necesidad de apoyo.

Espero ambos protagonistas obtengan su bien merecida nominación a los premios de la Academia.

Lo mejor: Nicole Kidman y Aaron Eckhart
Lo peor: no le veo nada malo a esta cinta.

La historia de un matrimonio que pierde a su hijo de cuatro años de forma dramática e inesperada no es la primera vez, ni será la última, que se muestra en el cine. Aquí vemos lo que supone a esa familia y a los que les rodean (en menor medida) esa pérdida.

A lo largo de la hora y media que dura observamos y vamos compartiendo los diferentes estados de ánimo por los cuales pasan. Desde la aceptación aparente, la negación, la vuelta a realizar las rutinas sociales cada día, etc. Pero lo hace desde el punto de vista principalmente de la esposa sin olvidar el sentir del marido.

Una Nicole Kidman en estado de gracia mediante una interpretación comedida, sentida, mostrando el dolor sin aspavientos y sin exageración. Una madre doliente a la que le cuesta llorar, que intenta superar el trauma a través de la reunión con uno de los causantes de la muerte de su hijo (no el único). La culpa por no haber podido haber evitado el atropello. Los reproches no solo suyos sino, implícitos, a su esposo y la comparación de su dolor con el dolor de su madre que también paso por el trauma de la pérdida de un hijo.

Aaron Eckhart, por su parte, un padre que parece que acepta más la pérdida y realiza todo lo que se espera de él: seguir con su trabajo, acudir a un grupo de apoyo, quedar a jugar al squash con su amigo, etc. Debajo de esta aparente normalidad tiene los mismos reproches hacía sí mismo y hacía su esposa por la pérdida de su único hijo.

Una película pequeña, intimista sin caer en lo lacrimógeno, una muestra de que se puede enseñar el dolor de la pérdida sin caer en el sentimentalismo.

Es de esas películas que cuando las ves, no acabas de entender que haya tenido tanta popularidad, es una película que se ve bien y ya está.

El cine americano clasifica de cine independiente a aquellas películas en donde se habla y no hay efectos especiales ya que es una película muy normalita en la que se analiza la situación matrimonial de un matrimonio que intenta salir hacia delante tras perder a su hijo pequeño.

La película se vendió muy bien gracias a la interpretación de Nicole Kidman ya que fue al nominada oscar por este papel y la verdad que no está mal pero no es para tanto, pero ya sabemos como son estos americanos y la academia.

Bueno, centrándonos en la historia, se ve bien, me gusta pero en ningún momento la historia ni sus actuaciones me acaban sobrecogiendo, al contrario, pueden rozar el aburrimiento, no se me cuenta nada nuevo y de ninguna manera diferente.

Es una película interesante pero que caerá en el olvido, no es nada original.

Se analizan, eso si, detalles interesantes del sufrimiento personal que este matrimonio por el que tienen que pasar, la impotencia de ambos por resolver la crisis, sabiendo que se quieren y se aman pero que las cosas se les va de las manos.

Como he dicho antes, no es nada nuevo que antes se nos haya contado.

Muchas son las películas que se han nutrido de un argumento similar al de "Rabbit Hole". El tema no es ninguna novedad: un matrimonio que debe enfrentarse al duro día a día tras la trágica muerte de su hijo que ha sido atropellado. Hasta aquí se podría prever el típico drama de superación personal empapado de emotividad y repleto de secuencias lacrimógenas con explosivas interpretaciones cargadas de dramatismo. Y al final, tendríamos una secuencia esperanzadora, con la luz del Sol inundándolo todo y una sonrisa en la cara de los protagonistas aceptando la irrevocable realidad con optimismo y esperanza.

Bien al contrario, este filme está en las antípodas del drama clásico estadounidense sobre la "autosuperación post mortem". La historia camina por otros derroteros. Se respira a lo largo del metraje un tono sardónico y se nos muestra a una madre que se resigna a aceptar su propia tragedia y que, con un pragmatismo que al principio puede llegar a ser incomprensible o excesivo, se rebela contra quienes la rodean y contra su forma de sentir y expresar el dolor.

Pero lo que realmente hace especial a la película es que ha sabido combinar perfectamente la acritud que caracteriza a los filmes de corte indie con una sensibilidad exquisita que en ningún momento llega a caer en la ñoñería de lágrima fácil.

El equilibrio constante entre las justas dosis de ironía y tragedia, la omnipresencia de su excelente banda sonora y una Nicole Kidman totalmente en su sitio y sin resquicio alguno de exceso interpretativo que pueda resultar recriminable, hacen de esta producción una pequeña joya de lo más digerible y de lo más recomendable para espectadores exigentes y con buen paladar.