Las brujas de Zugarramurdi

Parece que despues del patacazo que se dió con 800 Balas y Los Crímenes de Oxford, Àlex de la Iglesia está reavivando su carrera. Balada Triste de Trompeta me pareció una película excelente y, ahora, con Las Brujas de Zugarramurdi parece que ha vuelto un poco a sus orígenes. La película mezcla el terror con la comedia y la acción, al igual que hizo con Acción Mutante y el Día de la Bestia, pero esta vez con un mayor presupuesto.
Los actores hacen un trabajo excelente, incluso Mario Casas, cuyo papel parece una burla de sus anteriores trabajos y, Carmen Maura, como siempre, excelente. La película también se caracteriza por un gran trabajo en la dirección artística, sobretodo en la escena final de las cuevas y unos créditos (muy parecidos a "Balada"), que recuerdan un poco el estilo de Saul Bass, seguramente fruto de la pasión por el cine de Hitchcock que tiene el director.

Después de un comienzo delirante, lleno de humor, de acción, de violencia, con un rimo frenético, una presentación de los personajes rápida y atropellada pero intensa, entra en un letargo de efectos especiales de forma gratuita y momentos musicales que sacan a uno de repente del ambiente de la película.

Destacar el gran elenco de actores que dan caché a la película, pero en ese mismo elenco sobra Carolina Bang con una actuación muy mediocre y limitada.

No esperaba gran cosa, pero ha sido todavía peor. Las idas y venidas de unos tontos del haba que huyen de sus problemas conyugales y se menten en otros peores, acaban siendo un tostón. De la Iglesia tiene tanto afán por epatar al espectador en cada escena, que termina por empalagar. Los sustos, los chistes y las ocurrencias menudean tanto que uno acaba inmunizándose. La cosa va in crecendo hasta que aquello parece algo entre "El guateque" (ya quisiera esto parecerse a la joya de Blake Edwards) y "King Kong contra Godzilla".

Pensaba que Álex de la Iglesia había llegado a la cúspide de la barbarie mental con su “Balada triste de trompeta” (2010), película que contenía pocos de sus iniciales y geniales toques gamberros y mucho de sus idas de olla. Con “Las brujas de Zugarramurdi” no ha hecho más que demostrar que le gustan los guiones facilones y los clímax desmadrados.

El filme cuenta cómo dos atracadores (Hugo Silva y Mario Casas) y el hijo de uno de ellos (Gabriel Delgado) huyen de la justicia después del asalto a una tienda de “compro oro”, llevándose un buen capazo de anillos de boda y compromiso usados. Secuestrando a un taxista (Jaime Ordóñez) y al pasajero que llevaba (Manuel Tallafé), llegan a un pueblo de Navarra, Zugarramurdi, en donde se dice que habitan brujas…

De la Iglesia hace de su película una especie de montaña rusa en la que al principio va subiendo, llega a su punto más alto, y desde allí va descendiendo poco a poco, aumentando la velocidad de caída conforme nos acercamos al final del viaje. Parece mentira que este hombre, después de tantas oportunidades en su vida profesional, siga cayendo en los mismos errores de siempre, es decir, convertir una comedia negra que comienza de forma excelente y se desarrolla medianamente bien, en un amasijo final informe de guion, imágenes y situaciones rocambolescas. En este sentido, su cuarto de hora final es, sin lugar a dudas, uno de los clímax más descerebrados, desmadrados y absurdos de toda su filmografía.

Como especialista que es en el género por excelencia del cine patrio, la comedia negra, De la Iglesia logra arrancar varias carcajadas gracias, sobre todo, a las actuaciones de Hugo Silva, Jaime Ordóñez y Mario Casas. Especialmente de este último, ya que parece haber encontrado un papel que le hace justicia de verdad, el de “ni-ni” cortito y machista, más que el de héroe chulo guaperas de acción. Esto es un arma de doble filo, ya que el espectador se desentiende de la trama principal (algo no muy difícil) y espera a ver más gags del trío calavera.

Otro punto que chirría es la inclusión de Carolina Bang, mujer de Álex, en un papel importante. Vamos a ver, alma de cántaro, no es lo mismo que Jean-Luc Godard diera papeles a su mujer Anna Karina, o que Sam Mendes hiciera lo propio con Kate Winslet, porque ambas eran y son actrices de verdad. El que agasajes a tu querida con un papel en tu película no es sinónimo de amor, sino de putada: ahora media España se acordará de lo mala actriz que es cada vez que la vea en pantalla.

El filme al menos cumple en su aspecto humorístico y se disfruta con las paridas del trío protagonista, siempre y cuando se tenga la suficiente paciencia para aguantar lo demás. Lo peor de todo es que De la Iglesia parece intocable, y mientras siga ganando premios, seguirá creyendo que hace el cine español que todo el mundo quiere. Despierta, Álex, reconoce que el Guerricaechevarría de “Acción mutante” (1993) y “El día de la bestia” (1995) ya no es el mismo, y escucha al pueblo, por tu bien y por el de nuestra salud mental.

Demasié pa mi body. Reconozco el buen trabajo en cuestiones técnicas, pero está sobrevalorada a nivel interpretación. Ni Terele Pávez, a la que se le lamió el culo hasta límites insospechados, ni Carmen Maura, ni Hugo Silva, ni Mario Casas ni Carolina Bang.... No tiene nada en este campo.
Si se acerca al aprobado es solo por los efectos especiales, el montaje, el vestuario y la fotografía.
Como siempre el cine español viviendo de actores de moda. Lamentable que sea Alex de la Iglesia.

Dos atracadores huyen con un rehen, perseguidos por dos policias y por la ex mujer de uno de ellos. Así llegan al interior de Navarra y caen en Zugarramurdi, un pueblo que tiene unas cuantas leyendas y tradiciones relacionadas con las brujas y los aquellarres.

Irregular, sin demasiada gracia. Con buen ritmo pero con poco rock and roll, De la Iglesia en el fondo es jazz. Correcto en las formas, sin grandes momentos de clímax. De sus peores películas.