Los idus de marzo

George Clooney adapta esta obra teatral de Beau Willimon al cine, en ella un Gobernador Demócrata (el mismo Clooney encarna a este personaje) está a punto de cerrar su campaña de primarias con el objetivo casi logrado de vencer a su rival. Sin embargo uno de sus jefes de campaña (Ryan Reynolds) descubrirá varios trapos sucios que pueden poner en peligro la campaña del Gobernador.

Esto suena, ¿verdad? Y es que es un tema, el de los entresijos y las cloacas de la política interna, que ya hemos visto plasmados en el cine (y en televisión con gran maestría en "House of Cards" (2013-2018) o "El ala Oeste de la Casa Blanca" (1999-2006) o con la brillantez cómica de "Veep" (2012-2019)). Además los hemos visto plasmados con mayor profundidad, maduración, intelecto y vicisitudes que en "Los idus de Marzo".

No digo que esto que nos encontremos ante un mal film, ni mucho menos. "Los idus de Marzo" es una cinta rítmica con pocos (los hay) puntos muertos o reiterativos, y lo que nos ofrece tiene los mimbres suficientes como para resultar una intriga siempre efectiva en pantalla (eso de la cara oculta y más puñetera de los políticos que venden con hipocresía una moral perfecta siempre resulta jugoso).

El guión (si bien no incide con ahondamiento en su intriga de corrupción (o desmoralización) política, si bien no ofrece unas dimensiones de comedia vivaces e inspiradas (en realidad el film abandona cualquier atisbo de vertiente cómica, un error en mi opinión. Pues la vida (incluída la vida política) tiene todo tipo de aristas), si bien no aporta una complejidad natural a su drama) plantea un desarrollo tan clásico y poco arriesgado como equilibrado y dinámico. La trama no profundiza con ingenio y/o detalle y se queda en la superficie (y a veces incluso con algo de topiquez) de la propuesta... una propuesta siempre provechosa en la gran pantalla.

Muy mal se tenía que haber expuesto en el libreto una temática tan apetitosa como los trapos sucios de un político, y muy mal Clooney no lo expone, solo algo pusilánime e innecesariamente prudente.

Es un film que puede verse con comodidad para todo fan del cine político (me incluyo), pero resulta olvidable para todos los aficionados que hemos visto tramas similares desarrolladas con mayor ingenio, perspicacia y esplendor. Y para el cinéfilo en general puede resultar un film demasiado gris.

Los intérpretes por su parte cumplen con soltura con sus roles. El fallecido Philip Seymour Hoffman jamás tuvo una sola mala interpretación en su carrera y, aunque aquí no tiene demasiado guión con el que trabajar, se desenvuelve con oficio y naturalidad al igual que el resto de sus intérpretes (incluyendo a su protagonista, el sobrevalorado Ryan Reynolds que vuelve a ofrecer un papel nada carismático pero sí competente). George Clooney no molesta en su rol, pero ha demostrado saber sacar mucho más provecho de papeles cómicos (como en la saga "Ocean's", en los films de los hermanos Coen o en la tragicomedia de "Los descendientes" (2011)) que de dramáticos... donde en ocasiones se le nota desubicado (ejem, ejem... "Batman y Robin" (1997)). No es el caso pues el actor de Kentuky no tiene demasiados minutos en pantalla como para evidenciar sus carencias en un rol que merecía más carisma y menos contención.

Clooney se luce más en la correcta dirección que da protagonismo al juego de fotografía, con esos tonos azulados de pretendida limpieza moral durante la campaña. La realización es usual pero útil y conveniente y acomoda al espectador con complacencia.

En definitiva, "Los idus de Marzo" no molesta mientras se ve y su tema de enigmas oscuros en la trastienda política se desarrolla con la suficiente corrección como para resultar eficaz durante su visionado. Pero no es un film indispensable ni dentro del género ni fuera de él. Mucho más recomendables son films que tratan esta misma temática como "Primary Colors" (1998), "Chappaquidck" (2017), "In the Loop" (2009), "El candidato" (1972), "Candidata al poder" (2000) o "Todos los hombres del presidente" (1976). Y ya si nos ponemos sobre el tema de política en el cine... cintas como "Lincoln" (2012), "Nixon" (1995), "The Post" (2017), "La dama de hierro (2011), o "Buenas noches (2005), y buena suerte" del mismo Clooney son mejores opciones como exponentes del género.

Lo mejor: La resuelta dirección de George Clooney (las casi dos horas se pasan volando).
Lo peor: El escaso riesgo, incisión y genio de su guión.

Hay un magnífico racimo de secundarios en LOS IDUS DE MARZO. Cuando una película cuenta con Marisa Tomei y los enormes Paul Giamatti y Philip Seymour Hoffman, haya primarias o no, la película tiene que ganar. Y eso, a pesar de la habitual y acusada tendencia de Ryan Gosling a sobreactuar.
Quizá lo peor de LOS IDUS DE MARZO sea que se ha de estar algo familiarizado con el proceso electoral de los Estados Unidos de América. Lo mejor, que se puede seguir el hilo de una manera aceptable sin estar muy familiarizado con el proceso electoral de los Estados Unidos de América. Y George Clooney, claro, que es simpático e irradia simpatía pero que, en su película, arroja sobre el espectador una sombra siniestra que esconde y atemoriza. Política pura.
Buena cinta, LOS IDUS DE MARZO. Aunque sobren un par de escorzos. Y aunque busque, de forma algo pueril, una justificación fácil para los cambios de tercio. O para recordar aquello de que no le sirve de nada al hombre ganar el mundo si pierde su alma.

Entre elecciones generales, autonómicas, europeas..., cada cierto tiempo volvemos a sufrir en nuestras carnes una innecesaria y reiterativa campaña electoral repleta de gastos, estaría bien echar un ojo a la película "Los idus de marzo". La película americana bien dirigida por George Clooney (que además es uno de los principales protagonistas del film) nos cuenta las vicisitudes de Stephen Meyers, el joven asesor de campaña del candidato demócrata a las primarias estadounidenses, Mike Morris.

Meyers, tan ilusionado e idealista como inocente, confía ciegamente en su jefe y candidato, y cree que verdaderamente Morris tiene la clave para mejorar la situación del país. A partir de aquí se sucederán sin descanso una serie de intrigas, golpes bajos, traiciones y corruptelas incluidas en la vorágine de una vertiginosa campaña electoral que podremos observar desde su mismo epicentro.

La lucha encarnizada entre los asesores de los partidos Demócrata y Republicano por conseguir los apoyos de los senadores, o arrancar los votos necesarios para vencer en un estado, se convierte en una auténtica jungla llena de trampas donde todo vale, y la honestidad y los valores morales brillan por su ausencia. También ocupan un destacado papel los medios de información, quienes son manejados por la maquinaria electoral de los partidos contrincantes a su antojo.

En fin, nada nuevo bajo el sol, y es que desde el mismo título de la película "Los idus de marzo", hace referencia a la época de la Roma de Julio Cesar justo en los días que fue asesinado. Está claro que, desde sus inicios, el mundo de la política que proclama la honradez y el servir al pueblo como sus dos fundamentales valores, pronto cambió por el todo vale por llegar al poder y mantenerlo a costa de lo que sea.

Por desgracia la realidad supera la ficción, y es que este país en el que nos ha tocado vivir se lleva la palma en cuanto a corruptelas y variadas tramas políticas que día tras día salpican a una cada vez más aborregada opinión pública que parece mirar a otro lado. ¿Será que nos merecemos tener a estos políticos?

Echa un vistazo a "Los idus de Marzo", descubrirás los entramados de la maquinaria electoral, guiños a la propia campaña del por entonces candidato a la presidencia Obama, y situaciones que nos hacen reflexionar sobre el modo americano (copiado cada vez con más exactitud por los europeos) de elegir a los candidatos, o el sistema bipartidista. Así que lo que nos muestra la película "Los idus de marzo", no por conocido y repetitivo deja de ser desasosegante para el ciudadano de a pie, que sólo tiene noticias de sus políticos casualmente cada cuatro años.

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Artículo incluido en la publicación Compromiso y Cultura

Sin duda esta es una película que está bien hecha. Pero tan solo eso. No es, ni mucho menos, el plato estrella en un restaurante de lujo, simplemente se acerca a un menú diario del restaurante de la esquina. Técnicamente correcta y poco más, una buena “presentación” del plato del día. Si bien es cierto que viendo lo que hay hoy en día en cartelera eso ya es bastante.
El problema de esta película, y siguiendo con lo símiles gastronómicos, es como cuando comes “fastfood”, que no sabes muy bien que estás comiendo, si carne o pescado, y es lo que suele pasar últimamente en el cine, nunca sabemos que estamos viendo. Ya sé que el cine de género pasó a mejor vida hace décadas, algo por otro lado que cuando se hace, y si se sabe hacer (recordemos la maravillosa “Million Dolar Baby” de Clint Estwood) produce el mayor efecto que se puede hacer en el cine, sorprender a los espectadores. Y es que la propia vida es así, no hay nada tan cambiante como la realidad.
Aquí no sabemos si estamos viendo una película política o un thriller, o peor aún, lo que confirma que Clooney no sabe hacerlo, es que al terminar no sabríamos decirlo.
(sigue en spoiler)

Un elenco de actorazos se dan cita en esta película, pero ni con esas fui capaz de salir del cine con una sonrisa. A la película le falta fuerza en todo momento y no entiendo la causa porque los actores son muy creibles y lo que se cuenta en la cinta no es más que la verdad. Quizás sea previsible, puede ser.