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Julieta

Drama Cuando Julieta está a punto de abandonar Madrid para irse a vivir a Portugal, se encuentra por casualidad con Bea, una antigua amiga de su hija Antía, a la que no ve ni sabe nada desde hace años. Bea le cuenta que vio a Antía en el lago Como, en Italia, y que tiene 3 hijos. Aturdida por la noticia, Julieta cancela su viaje a Portugal y decide escribir sobre su hija, desde el día en que conoció a su padre durante un viaje en tren... ... [+]
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Críticas 158
Críticas ordenadas por utilidad
12 de mayo de 2016
55 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene la firma estética de Almodóvar, pero el director demuestra su escasa pericia como adaptador de historias, pues se centra en lo superficial y cuando la historia parece coger ritmo tras unos preámbulos que se me antojaron interminables y se hace por fin interesante, acaba de sopetón.

He visto toda la filmografía del director manchego y no es la primera vez que pasa una etapa de sequía creativa, pero sí que me sorprende que tras los fracasos de "los abrazos rotos", "La piel que habito" (la única medianamente entretenida y sin embargo un plagio de "ojos sin rostro"), y "los amantes pasajeros" no haya sabido aprovechar el potencial de los relatos en los que se basa.

Los personajes no logran transmitir absolutamente nada, pues Almodóvar prefiere centrarse en la puesta en escena en lugar de forjar un dramatismo que logre identificarnos con lo que ocurre en la pantalla. Las interpretaciones, por otra parte, distan mucho de ser perfectas, desde los extras que parecen zombis, hasta los propios protagonistas, que a veces no parecen entender la historia en la que están involucrados (como esa Rossy de Palma que no sabe si su personaje es bueno o malo) aunque la palma sin duda se la lleva Adriana Ugarte, que parece muy incómoda en el papel, algo patente en la algo vergonzosa escena de la clase de literatura y la secuencia de la partida de su hija al campamento, donde no logra la naturalidad requerida ni siquiera en un gesto tan usual como peinar a su propia hija, una carencia inusual en una actriz dirigida por Almodóvar.

Para mí ésta no es una película personal incomprendida sino la enésima demostración de la incapacidad del director en esta última etapa, empeñado en mirarse el ombligo. Y me resulta muy duro decirlo, pues adoro la mayor parte de su obra, pero dudo que pueda ofrecer algo que me toque el corazón después de tanto traspiés seguido (algo que me ocurre también con Woody Allen).

En definitiva, pensaba que el fracaso de taquilla de "Julieta" se debía a la relación con los papeles de Panamá, pero aunque pueda tener algo que ver, lo que está claro es que Almodóvar últimamente está haciendo cine para sí mismo, y así le va.
DoctorHausen
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19 de abril de 2016
49 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me piden algunos amigos que escriba algo para justificar mi nota a esta película y siento que es extremadamente difícil, porque aunque me vea obligado a poner una cifra nunca he pensado en ella en términos numéricos. Francamente, no creo que el arte sea puntuable (en este sentido, jamás dejará de sorprenderme la capacidad analítica de quienes reclaman puntuaciones con varios decimales, y más aún tratándose el cine de una disciplina coral, donde tantos elementos intervienen en su realización). Cuando marco la nota más alta, lo que pretendo expresar con ello, más allá de una presunta y en el fondo siempre falaz idea de “perfección”, es que esa película me ha ofrecido todo aquello que el arte puede darme, que me ha colmado plenamente hasta derramarse por todos los poros de mi ser.

Recalco esta idea de ofrenda, que gusto de reivindicar en mi actitud como espectador. Tengo la sensación que uno de los mayores males que tradicionalmente afectan a buena parte de quienes ven películas con ánimo de juzgarlas (qué terrible cada vez más me parece este verbo), y que no es descartable que sean los mismos que están convencidos que el valor de una pieza de arte es reductible a una cifra, mejor con decimales, es que para dicho juicio acostumbran a basarse en la comparativa entre lo que se ha visto y lo que se desearía haber visto, entre la película tal como es y la película ideal que tienen en mente, cada cual según sus constructos mentales acerca de lo que el cine es o debe ser. Yo siempre he preferido pensar que el cine será lo que sus artistas hagan que sea.

¿Y qué me ha ofrendado “Julieta”? Pues yo diría que espero me haya concedido un poquito más de sabiduría. Pues lo primero que se me ocurre es pensar que esta película está rebosante de ella, que quién la ha engendrado ha de ser por fuerza una persona sabia. Alguien que conoce qué destellos y temblores anidan en los abismos más insondables del alma humana, creándola, destruyéndola, renaciendo de sus cenizas. Así emerge del barro del demiurgo Julieta, como las pequeñas figuras de Ava, y el creador comprende –y, por ello, no juzga– a una mujer que, convocando como testigos al deseo, al miedo, al dolor, a la pérdida, al silencio, a la esperanza, a la culpa, sí se juzga a sí misma hasta que comprende.

Y, coherentemente, la piel donde habita la obra se desnuda de todo lo accesorio para hurgar en la herida de la esencia. Y besarla. Como besa Julieta en primerísimo plano el tatuaje en el hombro de Xoan con las iniciales de su nombre y el de su hija. Y con el beso cicatrizarla. Y crear belleza. Cuánta belleza en esa música omnisciente que envuelve las imágenes (y que algún crítico profesional tildó de inadecuada porque no evoca al drama sino al thriller –ay, de nuevo, los moldes preestablecidos– sin atender acaso que no estamos sino indagando ante nuestros más impenetrables misterios). Cada plano de esta película es bello porque es el único posible. Porque utiliza todos los elementos del oficio cinematográfico para generar significados, ideas, sensaciones, emociones. Cuánta belleza en esa imagen onírica, nocturna y deseante del ciervo en celo corriendo junto al tren que Julieta observa tras la ventanilla del vagón. Cuánta belleza cuando ella y nosotros, en deslumbrante cuadro pictórico, vemos por primera vez el mar, también a través del ventanal de la casa de Xoan, el mismo emplazamiento desde donde más tarde observará con sufrimiento el clamor de las olas embravecidas. Cristales y ventanas remarcando su presencia como marco interpuesto entre Julieta y el objeto de su mirada: no en vano Julieta definirá (ejemplarmente, por cierto) su posterior depresión como un sentirse tan solo espectadora de la vida, de la vida de los otros y de la suya propia, sin participar. Esa misma Julieta adulta a la que ya hemos visto asomada también de noche desde su balcón, captada en esa ocasión por vez primera con temblorosa cámara en mano, sin contraplano hitchcockiano: en esa ausencia están todas sus ausencias y la ausencia de sí misma.

Son solo ejemplos formales entre muchos. Si tuviera ganas y me pagaran bien, podría desmenuzar el film plano a plano, frase a frase, latido a latido. Podría explicar que la razón por la que ningún espectador se levantó de su butaca hasta que terminó la canción entera de Chavela Vargas que acompaña el último plano general de la película, sin que nada ocurra en él y mientras se sobreimpresionan los primeros créditos (cuya sola aparición se ha convertido en el cine de hoy en la invitación a levantarse), fue porqué aunque nunca leyeran a Paul Schrader supieron que ese era el momento absolutamente trascendente y necesario de la estasis. Podría hurgar analíticamente en la multiplicidad de concatenaciones, reflejos y rimas que se forman entre todos los recovecos de la historia y que la convierten en un sueño filmado.

Resonancias, en fin, inagotables, que nos llevan también a la propia carrera de su director. Volver, hable con ella, entre tinieblas o la flor de mi secreto podrían haber sido más títulos para esta historia, depuración máxima de toda la obra anterior, tal vez pórtico de entrada a un período no ya de madurez, que esa ya llegó hace más de quince años, sino, como en la última etapa de Yasujiro Ozu, de la serenidad de quién ha comprendido y nos regala, nos ofrece que decía, no ya buenas películas o aquello que llamamos obras maestras, sino pedazos de sabiduría que nos ayudan a conocernos, nos transforman y nos invitan a ser mejores personas.

Retomo, pues, el interrogante inicial, y escribo que si le puse un diez a “Julieta” fue porque cuando salí del cine, yo ya era otro.


[Con cariño, para Raquel]
Quim Casals
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28 de abril de 2016
38 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tú hubieras escrito el guión de JULIETA y lo hubieras enviado a una productora no hubieran pasado de la página dos.
Creo que Almodovar tiene películas maravillosas, este no es el caso. Creo que le perdonamos un montón de irregularidades y carencias, porque le tenemos mucho cariño por lo que representa en nuestro cine y eso es innegable. Pero JULIETA es básicamente una simple película vacía, con un texto informativo dificilísimo de defender y con unas interpretaciones acartonadas y huecas.

Es maravillosa la seña estética del director, pero a veces parece que está más ensimismado en combinar los colores de las camisetas con los estampados de las paredes que de hacer una película compacta y con sentido o lo que es más importante... dirigir a los actores. Y sé que esto parece un sacrilegio, porque se le considera un gran director de actores, pero solo tienes que ver JULIETA para ver un puñado de grandes actores en plena inseguridad, luchando por defender lo indefendible. Emma Suarez es una actriz brillante, sólo hay que mirar atrás y ver cualquiera de sus personajes (La mosquitera, sin ir mucho más lejos). Es tan personal y verdadera que es una pena, verla encorsetada, recitando unas frases totalmente informativas, plásticas e inhumanas. Daniel Grao es un actor maravilloso (En La Piedra Oscura está alucinante) y aquí lucha por no quedarse en la forma, por intentar salir a flote y no parecer un actor "que hace voz", pero su interpretación está desconectada. Intenta luchar contra ese personaje colchoneta y su cuerpo está en un escenario y su voz en otro diferente. Inma Cuesta está como que pasaba por ahí, la disfrazaron con cualquier cosa estampada, le pusieron unos abalorios grandes y ale, delante de la cámara. El de Michelle Jenner, otro personaje disfrazado y sin alma... y repito, no es una cuestión actoral, yo no dudo en absoluto del potencial de estos actores - al revés - es una cuestión de dirección. Adriana Ugarte destaca un poco más ¿Por qué? Porque aunque en momentos está igual de acartonada que el resto del elenco, en otros (en los momentos más sucios y menos "dirigidos") tira muchísimo de su halo natural y cotidiano y aunque eso es peligroso, porque sale del extraño código almodovariano, es de agradecer y oxigena. Susi Sánchez a mi parecer se lleva la palma brillante y aunque tiene una breve aparición se come al resto, porque está llena y eso es lo único con lo que resulta fácil empatizar en la película.

La película no interesa, no toca, no te llega, no te hace gracia, no te nada... tiene esa cronología tan rara que hace que estés todo el rato echando la cuenta del año en el que están, porque nada es creíble o fluido, por tanto estás viendo las costuras en vez de poder disfrutar de una historia, aunque sea una muy rocambolesca. Cuando la película no podía ir a peor. Cuando el guión y los actores se habían perdido en la búsqueda de la credibilidad, entonces... justo en ese momento... acaba la película y si ya ten sentías mal por haberle dado otra oportunidad al director te sientes peor y estafado y con la misma sensación de siempre: Que buena es El Deseo en todo lo que es marketing, trailer y prensa... y que mal que la película siga siendo un complemento del cartel y de todo lo anterior. Te llevo al cine y una vez te tengo ahí y has pagado a mi ya todo me da igual...

Pues eso, a mi no me ha gustado JULIETA. Sé que hay otros a los que tampoco. Sé que pocos lo manifestarán, pero yo no quería quedarme con las ganas de compartir mi disgusto y mi sensación de estafa.

LO MEJOR: El plano del ciervo. Que Priscila Delgado esté creciendo tan bien y consolidándose como actriz. Susi Sánchez. Madrid.
LO PEOR: Es final que nos recuerda a esas resoluciones rápidas y poco trabajadas de Los abrazos rotos. La dirección de actores, la caracterización de estos, el vestuario. Las manzanas metidas con calzador. El aburrimiento interpretativo de Dario Grandinetti. Que le vayan a dar un montón de premios. Que rezume a tan poquito esfuerzo.
Zape
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8 de abril de 2016
26 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente lo mejor para hablar de Julieta sería dejar pasar un par de horas o un par de días para reflexionar mucho sobre la hora y pico en la que se cuenta la vida de Julieta. Aún así, recién salido del cine me dispongo a escupir todo lo que he sentido al ver la última película de Almodovar.

Julieta es una historia durísima, sin ninguna concesión, que no da respiro ninguno al espectador. Te obliga a estar en un continuo estado de tensión, y también de alerta: las palabras y sobre todo las imágenes van una y otra vez hacia delante y hacia atrás, y no me refiero solamente a los flashback (de los que Almodovar siempre ha sido un maestro, pero que en ocasiones como esta dirige de un modo excepcional). Me refiero también a los libros, a los cuadros, a las caras, a los paisajes (ese ciervo corriendo bajo la nieve a cámara lenta)... a todo un mundo que por heterodoxo que sea (desde una mesa camilla en la Galicia más profunda hasta las esculturas omnipresentes de Miquel Navarro) es almodovariano en estado puro. Se ha dicho que esta es una de las pelis menos almodovarianas: discrepo totalmente.Es Almodovar 110%, a pesar de (o gracias a) inspirarse en textos ajenos.

Emma Suárez y Adriana Ugarte comparten protagonismo a partes iguales. La veterana actriz dibuja una Julieta adulta destrozada, desorientada y dolorida, que va dando bandazos de un lado a otro. Le ha pasado algo dolorosísimo, y no lo entiende. Emma Suárez presta su cara a ese dolor, al dolor intenso cuando no hay respuesta. Está magnífica.

Adriana Ugarte es Julieta de joven. Y es una verdadera maravilla la variedad de registros en los que se mueve con una soltura alucinante. Hay momentos (mágicos) en los que crees estar viendo a Emma Suárez de joven. Son un tánden perfecto, que en un momento crucial de la película, cuando dejamos de ver a una para ver a la otra, Almodovar escenifica demostrando lo buen director que es y la imaginación debordante que tiene.

El resto del reparto está genial también, aunque el papel más apetecible lo tiene, sin duda, la secundaria Rossi de Palma, que se come la pantalla.

No puedo hablar de una película en la que interviene Alberto Iglesias sin hablar de su labor en la banda sonora. En este caso ha construido una música discreta que acompaña el dolor sin incidir en él. Probablemente no sea su banda sonora más memorable, pero es perfecta para Julieta, y le hace un bonito favor a la película al terminar de envolverla en esa atmósfera tan siniestra.

Julieta es una película sobre la madurez. Sobre lo doloroso que puede ser el proceso, pero también sobre todo lo que se aprende.
Inocente82
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9 de abril de 2016
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Almodóvar consigue su película más desgarradora, y más real. Sin los histrionismos típicos del mundo almodovariano, asistimos a una película sobria y contenida, pero no confundamos esto con fría, y es que está llena de emociones y sentimientos a flor de piel.

Cada diálogo, cada escena, se te mete debajo de la piel, causando un dolor insoportable en ti. El dolor de los personajes se traspasa al espectador de una manera cruel pero mágica. La magia del cine dicen.

El uso del color, importante en la película, tanto a nivel narrativo como a nivel formal. El rojo, la pasión, la distinción de Julieta. Y como siempre en el cine de Almodóvar, la importancia del color se hace presente pero a la vez ausente.

La película transcurre en varias épocas, y sin necesidad de rótulos que indiquen el año en el que la película se enmarca, no te confundes, gracias a peinados, a caracterizaciones o a ambientaciones. El uso del tiempo es exquisito, pero sin esta cualidad la película perdería muchos de sus valores.

Y la banda sonora, qué grande es Alberto Iglesias, composiciones únicas y diferentes, a veces asistimos a un thriller, a veces asistimos a un drama. La música como un personaje más que se acopla a las imágenes dotándola de más vida si cabe.

Julieta habla de la vida, del dolor, de la culpa, del arrepentimiento, de no dejar un sabor amargo en un lugar en el que te encanta estar y al que te encanta volver. (Y sí, mejor película de Almodóvar desde Volver). La vida duele, duele tanto que ese nudo en la garganta que se te queda tras empezar los créditos no se te va en horas. Quedarte sentado en la butaca escuchando una canción que no olvidarás, y esperando un abrazo que no llegará. La realidad es más cruel de lo que cualquier película pueda mostrar, pero Julieta consigue canalizar esa crueldad, y se arrastra hasta la realidad para hacerte sufrir como nunca y dejarte pensando sobre tu vida...

Película que te acompaña y que te acompañará... porque ¿quién no tiene miedo a la muerte? ¿quién no tiene miedo a quedarse solo? ¿quién no tiene miedo a ser reemplazado?

Gracias Pedro, gracias Julieta.
Jurassic Filmaniac
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