Trece días (13 días)

A menudo se achaca a algunas películas un excesivo tono documental para ilustrar hechos acontecidos en la realidad. En esta ocasión ocurre todo lo contrario. El momento en el que más cerca ha estado el planeta de una hecatombe nuclear, que sepamos, hubiese requerido de más documentación, más material de archivo y de una estética más próxima a la obra grave y densa que a esta especie de telefilme de lucimiento para algunos actores. Por otro lado, el guión parece concebido para glorificar la figura de los Kennedy, que han pasado sorprendentemente a la historia como grandes estadistas, cuando su labor, sobre todo en política exterior, no resiste ni el análisis más benévolo. Son uno de los mejores ejemplos que ilustran aquel dicho de “más vale caer en gracia que ser gracioso”. La película se hace demasiado larga y en ningún momento es capaz de transmitir la angustiosa situación que vivió el mundo en aquellos interminables –como la película- trece días.

"Las guerras van a terminar el día en que las consecuencias de las mismas les lleguen a las personas que las declaran".

No recuerdo quién fue la personalidad que acuñó la precedente frase, ni si es así como fue exactamente expresada. Pero la idea que trasmite es una verdad como un templo, y la posibilidad - relativamente nueva en la historia de la humanidad - de una guerra nuclear, finalmente trajo a la realidad dicha situación.

Ya no son solamente soldados anónimos los que mueren en batallas en parajes lejanos y exóticos mientras los burócratas que las dirigen contemplan todo desde sus cómodos sillones en sus casas de gobierno.

Durante los años de máxima tensión de la Guerra Fría, estaba claro: si explota la bomba, explota en casa. Esta revelación en la otrora frívola mente de los políticos, reflejada en la escena en que el personaje de Kevin Costner (asesor de Kennedy) contempla a su hijo temiendo perderlo, o en la de la empleada de la embajada de U.R.R.S. que llora temiendo morir, es una de las temáticas subyacentes en esta buena película llamada "13 Días". La puja entre los pocos "hombres sensatos" en los estados que quieren evitar la catástrofe, y las siempre presentes "aguilas" militares reaccionarias, que ven en "atacar primero" la única solución a un conflicto, es otra.

Algunos hechos "basados en una historia real" resultan mejores thrillers que los de los mejores guionístas, y la crisis de los misiles cubanos, daba tema como pocos otros. Una cuidada dirección de actores, buenas caracterizaciones y desempeño actoral hacen de este, un film recomendable.

Notable película de intriga en la que se narra desde un muy buen punto de vista histórico como la Crisis de los misiles en Cuba de 1962 estuvo a punto de cambiar la historia y el mundo que hubo tras ella y que llega hasta el que ahora mismo conocemos. El film muestra muy bien como la administración de John Fitzgerald Kennedy llevó la crisis como la máxima de las prioridades, y que intentó por todo los medios que no se llegara a la guerra que estuvo a punto de producirse. La película también muestra el compromiso soviético por llegar al entendimiento y no producir la guerra que, la verdad sea dicha, a ninguna de las dos partes les interesaba, el mundo había aprendido de la Segunda Guerra Mundial y nadie quería volver a pasar algo igual o similar, aunque si es bien cierto que algunos sectores de los dos bandos reclamaban el conflicto. Por suerte se acabó imponiendo la cordura. Echo en falta en la película, aunque sea un poco, como se coordinó todo desde el lado soviético, ya que la película se convierte entonces en una especie de propaganda americana. No obstante la película narra muy bien los hechos, es lo mejor de la película junto con el papel de Bruce Greenwood, Kevin Costner y Steven Culp. También cabe destacar el buen reflejo que se hace de la personalidad de JFK, católico confeso y defensor de la paz, una pena que se lo llevaran por delante.

Comencé a ver la película sin demasiada ilusión y sin información previa. Los films de política americana no me suelen gustar, por maniqueos y patrioteros; por ser, en muchas ocasiones, demasiado "americanos", poco críticos y autocomplacientes. Pero éste no lo es, aunque ensalza el buen sentido, la prudencia, valentía y fuertes convicciones de los Kennedy, que pudieron costarles posteriormente la vida.

A los pocos minutos me vi atrapado por una trama real (recuerdo la crisis, aunque sólo tenía 12 años por aquel entonces), con un suspense muy medido, lo que en un film político es, cuando menos, raro, y por una tensión que no decae en ningún momento. Apoyado en unos diálogos sin desperdicio, que dejan claros la ambición política, el gran esfuerzo en tiempo y dedicación, las luchas internas entre distintos mandos por sus diversas formas de afrontar un mismo problema, las difíciles decisiones a tomar y la enorme responsabilidad que recae en políticos, que solo son hombres. Poco corrientes, pero hombres.

Se hace hincapié en la amistad, lealtad y valentía de los hermanos John F. y Robert Kennedy, y en su ayudante y amigo Ken O'Donnell, auténtico triunvirato que hubo de soportar grandes presiones en una situación en extremo delicada, en la que un error resultaba, literalmente, desastroso, con terribles consecuencias.

Un buen casting hace que los políticos estén representados por actores que guardan un gran parecido físico con ellos. Robert Kennedy y Lindon B. Johnson lo clavan y ello refuerza la sensación de estar contemplando, más que una película, un documental donde les vemos en su salsa, cansados, excitados, estresados, sin dormir y sometidos a todo tipo de tensiones e incertidumbres.

Se dejan caer frases de rechazo a los Kennedy que nos hacen pensar que muchos de los que tenían poder no los querían al mando del país más poderoso del mundo por, dicen, católicos débiles y en exceso prudentes.

Quizá la mejor película sobre política internacional que he tenido el gran placer de ver.

La recomiendo sin reservas.

Con un ritmo ágil, sin perderse en largas diatribas sobre la bondad de un bando y la maldad de otros, como pasa en algunas películas de este género, "Trece días" es una película con tono documental (narrado sólo desde el lado norteamericano) sobre la difícil crisis de los misiles de Cuba en 1962. El que busque otra cosa que no sea el desarrollo de la crisis y los avatares de unos y otros por salir airosos, que busque otra cosa. "Trece días" vuelve a presentar la beligerancia de las altas esferas militares de los EE. UU., tema que sigue estando de actualidad.