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El hombre elefante

Drama A finales del siglo XIX, el doctor Frederick Treves descubre en un circo a un hombre llamado John Merrick. Se trata de un ciudadano británico con la cabeza monstruosamente deformada, que vive en una situación de constante humillación y sufrimiento al ser exhibido diariamente como una atracción de feria. (FILMAFFINITY)
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Críticas 211
Críticas ordenadas por utilidad
20 de marzo de 2023
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fijémonos en que “El hombre elefante” es una de las pocas películas “convencionales” de Lynch. Junto a “Dune” y “Una historia verdadera”, “El hombre elefante” es una película de encargo que sirvió al director como puente para financiar otros proyectos más personales. Pero eso no quiere decir que Lynch prescinda completamente de su estilo, como prácticamente hace en las otras dos mencionadas. Es esa combinación entre narrativa convencional y “universo Lynch” lo que hace a “El hombre elefante” una película tan atractiva, conmovedora y curiosa. Es una película muy directa y diría que fácil de entender. Pero lo fascinante de ella está en la manera en la que cuenta la historia.

Podemos interpretar la película desde un punto de vista político. Encontramos la dualidad entre la masificación de personas que maltratan a John Merrick (John Hurt) en los barrios y circos (llenos de sombras y contaminación) y la clase alta que vive rodeada de lujos y trata a John como un amigo. Es una dualidad interesante porque estamos viendo dos tipos de personas que expresan cosas diferentes hacia Merrick pero, queramos o no, en realidad tienen las mismas sensaciones al verlo. Existe la misma relación entre ellos que entre un circo y un teatro: el circo es un espectáculo al desnudo; el teatro es un espectáculo disfrazado. La intención es la misma, solo que una se muestra de manera salvaje y la otra esconde sus instintos bajo una máscara. Así que la película nos está diciendo, mediante sus escenarios y personajes, que en el fondo no hay tanta diferencia entre, por ejemplo, el artista circense Bytes (Freddie Jones), quien maltrata a John, y la glamurosa actriz de teatro Kendal (Anne Bancroft), quien le da afecto. El hospital se acaba convirtiendo en un nuevo circo, solo que ahora le visitan sin burlas. Por muy protegido que esté Merrick nunca dejará de ser un objeto de exposición. Incluso el mismo Dr. Treves (Anthony Hopkins), quien se encarga de cuidar a John, duda de su propia ética: “¿soy un hombre bueno o quizá uno malo?”.

Podemos interpretar la película desde la relación entre el hombre y la mujer. La figura femenina es tratada como un ser angelical y la figura masculina como un ser salvaje. Observemos esa imagen simbólica que se repite varias veces en las secuencias oníricas, con la madre de John gritando e imágenes de elefantes que la maltratan. La madre como dama y el elefante como animal salvaje. Ella fue fecundada por un hombre metaforizado por el elefante, por un pene metaforizado por la trompa. La ironía está en que los hombres son representados como ese animal pero el hombre elefante de la película es el más humano de todos. También es precioso ese paralelismo entre la superposición de imágenes de la madre con elefantes encima y la bailarina de la obra de teatro con el hombre elefante encima, siendo John en realidad un paralelismo de su madre más que de los elefantes.
Aquí es donde se integra ese estilo de Lynch del que hablaba dentro de la narración. Esas secuencias oníricas similares a su anterior y primera película, “Cabeza borradora”, son un símbolo ambiguo que aportan gran profundidad.

Podemos analizar la película desde su puesta en escena llena de símbolos, ya que otro elemento que comparten estas dos primeras películas de Lynch es el de las máquinas. En “El hombre elefante”, la industria, el fuego, la torre del reloj o el metal son un símbolo de soledad y refugio pero a la vez de maltrato. Por ejemplo, John es refugiado en el hospital a través de un ascensor con forma de jaula, pero es maltratado en el circo por una jaula llena de monos. O John es salvado del circo gracias a un barco que suelta vapor, pero es abusado por un grupo de hombres que trabajan en una industria vaporosa. La puesta en escena, por muy sutil que sea, aporta mucho más de lo que parece a la narración, ya que en este caso se tratan unas ideas con cierta ambigüedad y complejidad. Pero esque además no solo se trata de símbolos directamente visuales (y sonoros), sino que a través del montaje también se construyen muchas de estas ideas.
En una de las secuencias oníricas vemos a la madre de John gritando y seguidamente un grupo de hombres trabajando con máquinas en una fábrica. O también, en determinada escena, John es visitado por el guardia del hospital (Michael Elphick) y una mujer que grita de terror al verlo, y seguidamente vemos una secuencia de imágenes de chimeneas que sueltan humo. En cambio, en otra escena, el Sr. Gomm (John Gielgud) habla sobre lo duro que debe haber sido el pasado de John, y la escena se funde en una ópera agradable.
A través de la relación mental que creamos al combinar esas imágenes, se construye un leitmotiv que guía nuestros sentidos para que veamos la ambivalencia de las situaciones.

Como vemos, la película se puede ver desde múltiples puntos de vista y temáticas. A la vez, elementos como la ambientación, el montaje, la fotografía o el acting juegan a favor de contar la historia. A través del sofisticado artefacto cinematográfico, “El hombre elefante” nos aterra, nos hiere y nos devasta.

La manera en la que se presenta y luego representa a John es magnífica. Durante el primer acto lo vemos humillado y nosotros mismos nos asustamos con su apariencia. Se retarata como un alien en la oscuridad, un hombre invisible o una momia bajo el saco blanco, como un monstruo de Frankenstein que sirve de experimento científico. Pero más tarde lo vemos vestido de gala, hablando de Shakespeare y tomando té. Ahí es donde reconocemos la verdadera cara del personaje. Además, démonos cuenta del tratamiento del punto de vista. Durante el paseo por la feria del Dr. Treves en el primer acto, vemos mucho el rostro del personaje y seguidamente un plano subjetivo de lo que está viendo, para luego volver a su reacción. Pero este punto de vista se disuelve poco a poco mientras vamos conociendo a John, de manera que dejamos de ver ese patrón de montaje en el Dr. Treves y pasamos a verlo en Merrick. Sigo en sección Spoilers.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alvaro_Pelis
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8 de mayo de 2008
25 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, no, era más bien como la cabeza de un asno. ¿Cómo quieres que lo sepa? Eran las ocho y media, aún no habían encendido las luces. No lo sé, tal vez viniera del burdel, estaba a no más de tres manzanas. Claro que lo seguí, no soy tonto... O te crees que iba a estar esperando en ese café de mala muerte durante toda la tarde. Ya sabes que observar a los transeúntes me entretiene, sobre todo cuando esperas a alguien que sabes que no va a venir. Sí, cuatro horas. Y qué. Sabes muy bien que podría estar más tiempo. No quise seguir allí, no debía seguir allí y me puse a ello. Aún no lo he abandonado, por eso te llamo. No puedo decírtelo, tú sólo apunta la calle. Y no tardes.
Tomine
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19 de enero de 2007
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante. Quizá sea la palabra más adecuada para definir a esta prácticamente insuperable película. Sentimental, dura, triste, entrañable... Creo que es imposible no querer a John Merrick.
Esta película nos muestra un gran guión, una dirección más que acertada y unos personajes que representan todos los espectros de las reacciones humanas. Reacciones ante un "monstruo" como John Merrick, un personaje tan profundo, entrañable y encantador que no puedes evitar intentar ponerte en su piel, aunque sea imposible imaginar siquiera tanto sufrimiento. Los detractores de David Lynch deberían ver esta película, porque si hay una película que pueda ensalzar a un director a la categoría de genio, es esta. La única película que me ha hecho llorar.
DrX
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28 de abril de 2007
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bellísima, fastuosa y monumental película que destila talento en cada uno de sus fotogramas, contada con una sensibilidad muy pocas veces vista en el cine y una de esas pocas películas que hacen que te digas a ti mismo: "Estoy llorando, pero no me extraña, no me importa".
Podría hablar de la delicadeza y autenticidad de todas las escenas, de cómo los personajes se van desarrollando y evolucionando al conocer al ¿monstruo?, de la crueldad de los que se aprovechan de él, de esa maravillosa escena en la que le arrinconan en el metro (cuando dice su famosa frase "soy un ser humano...") Pero todo esto es poco ante la maestría de la dirección de un Lynch en estado de gracia, que nos regala una de las mejores películas que ha dado el séptimo arte. Así de simple y de sencillo. Respeto todas las opiniones, pero hay veces que tus convicciones sobre algo son tan fuertes que estás seguro de que tienes razón. Y "El hombre elefante" es una obra maestra con todas las letras. Y sé que tengo razón, el que no lo vea así tiene la sensibilidad de un consolador de espinas. He dicho.
Patomelon
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21 de enero de 2006
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante. Es algo importante, una obra maestra incalculable del cine. Hopkins y Hurt sobresalen. La ambientación y la fotografía, todo es mágico. Te hace sentir cosas que no sentirás con ninguna otra película.
BogdaN
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