Su milagro de amor

Vista hoy en día (17-5-8), una increíble película romántica de corte fantástico…o algo así.
Y si digo increíble es por dos motivos. El primero que el argumento así lo es, debiendo contar con la aceptación de antemano del espectador, no en vano cuanto ve y oye se escapa fácilmente a la lógica pura. Y el segundo motivo es que, gracias al buen hacer de su realizador, el experimentado John Cromwell, acaba por ser increíble…mente hermosa, dulce, tierna y arrebatadora.
Gracias a un excelente guión de Dewitt Bodeen y Herman J. Mankiewicz, que plasman sutilmente el espíritu de la obra de Arthur Wing Pinero, "Su milagro de amor" acaba por ser un milagro cinematográfico, que fascina y emociona a partes iguales, hasta acabar por rendir al espectador más descreído.
El milagro que opera el amor puro, por encimas de consideraciones terrenales, donde la incomprensión y el egoísmo no logran mellar el cariño entre dos seres absolutamente entrados el uno al otro.
Cromwell mueve sus bazas, más bien escasas en número, con sensibilidad extrema, hasta llegar a emocionar de veras, con maravillosas escenas como la pareja bajando las escaleras hacia su amigo invidente, prestos a explicarles el milagro en ellos operado, o la entrevista del protagonista con su madre y padrastro al final. Una escena larga, inmisericorde, que no obstante refuerza aún más el amor entre los amantes.
Película tierna y dura a la vez, deja una honda huella al final de su visión, gracias a la delicadeza de su exposición, a la maestría de la realización y a aspectos como las excelentes composiciones de todos los intérpretes o la preciosa música de Roy Webb.
Una película a contracorriente de cualquier época, sobre todo de la actual, principios del siglo XXI, que tanto adolece de virtudes despojadas de la miserabilidad humana.

Delicioso cuento de hadas contado con elegancia, inteligencia y savoir faire.

Una película auténticamente "de las de antes". Buen guión, buenos actores y buena puesta en escena. Verla alegra el corazón.

Un milagro de amor ocurre en una preciosa casita encantada de Nueva Inglaterra en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. ¿Cuál es ese milagro?. Todo empieza cuando... ¡tendrán que verla para saberlo!.

*Nota: existen dos versiones de la película: una coloreada y otra en original en blanco y negro. Recomiendo verla en blanco y negro, en mi opinión coloreada pierde ese toque mágico.

Véanla, no se arrepentirán.

Como un sueño, aún las imágenes imbuidas de irrealidad siguen en mi cabeza. La niebla, los caminos, y aquella casa, todo deslizándose por mi mente al compás de las notas de un piano. Y al final, un beso. No un beso normal, sino un beso de auténtico amor.
Así, "Su Milagro de Amor", como fue traducida aquí, "The Enchanted Cottage", el original, así permanece en la mente del espectador, como un sueño del que no quisiera despertar.
John Cromwell, actor y director, en su haber cuenta con grandísimas obras como director: "Cautivo del Deseo" "El Pequeño Lord" o "El Prisionero de Zenda", dirigió este film en el año 1945, logrando una nominación al Oscar por la banda sonora. Recordemos ese año algo del cine que hubo: "Días Sin huella" de Billy Wilder, "Las Campanas de Santa María" de Leo McCarey, "Recuerda" de Hitchcock, "Alma en Suplicio" de Michael Curtiz...sólo señalar que son obras inmortales que están entre lo mejor del Séptimo Arte.
"Su Milagro de Amor" tiene uno de los planteamientos más originales que yo haya visto: un ciego narra la historia a un auditorio a través de su propia composición para piano. Y es que quizá esta historia es más música que otra cosa, más poesía y sobre todo, sentimiento. Las notas del piano nos conducen a un flashback, donde ese personaje ciego comienza a narrar la historia mágica de ese cottage, pequeña y agradable casa de época en la que cuentan que hay brujas y fantasmas. Allí tendrá lugar el encuentro de los dos enamorados: Dorothy McGuire y Robert Young. La primera, en un papel estupendo, es una joven sin belleza física, tímida y con un gran complejo. Parece abocada a la desdicha y a la soledad en en mundo que sólo valora las apariencias. Robert Young es un piloto que regresa de la guerra con el rostro deformado, su cambio, su tormento es soberbio. No quiero desvelar más aspectos del guión, sólo decir que es sólido, sencillo pero inteligente. El film funciona como una fábula o cuento, alejado de la realidad, pero ofreciendo todos aquellos sentimientos plenamente humanos e inherentes al ser humano, que trascienden y no pierden jamás vigencia. Entre imágenes que van desde el fantástico, hasta lo fantasmagórico, bajo un blanco y negro maravilloso, lleno de siluetas terribles, paisajes de pesadilla llenos de niebla, y otras escenas más costumbristas, el núcleo siempre es la casa, una casa que transmite un hechizo, hechizo por el que quedan presos los personajes y los espectadores. La dueña de la casa(soberbia también) , el hombre ciego, y nuestra pareja son historias diferentes de personas con enormes sufrimientos, que confluyen en ese cottage encantado, cuyo poder parece cambiar a las personas...
Cuando se rueda con cariño se nota: los planos y la fotografía son excepcionales, y dotados de mucha sensibilidad. Las escenas desprenden poesía, y la acción está muy bien llevada, con ritmo, pero con la delicadeza de aquellos tiempos. Un film fascinante, una joya plena de romanticismo y de defensa del verdadero amor y la belleza que jamás acaba. No es nada nuevo, ni viejo, sencillamente trata de algo eterno con asombrosa maestría y enorme sensibilidad, con unas actuaciones de excepción. Para mí no sólo el paso del tiempo mantienen intacto todo el encanto (y nunca mejor dicho) del film, sino que hoy día gana por esa atmósfera fantástica que logra, y por esos sentimientos tan tiernos y elevados que reivindica, hoy tan denostados. Hay otros dos films maravillosos que versan sobre el amor, que recordé al ver esta joya: "Hechizo" de Irving Reis, para mí una de las más grandes películas de la historia, y "El Puente de Waterloo" otra obra maestra.
Una película perfecta, casi onírica, de exquisito buen gusto, que fluye como una composición musical, con ese aroma a nostalgia y profundidad que solo las más excelsas composiciones logran transmitir, con ese arrebato de los sentidos y esa emoción inefable cuando la música toca el corazón. Toda una obra maestra.

Parábola sentimental, revestida de cuento fantástico, que nos habla del poder curativo del amor que para quien es bendecido con su suerte no precisa de ningún otro milagro tal es su fuerza reparadora. El amor verdadero, el que mira con el corazón podrá ser ciego a los ojos de los demás pero en realidad lo más probable es que vea mucho mejor y más lejos.
Un melodrama altamente romántico, a la antigua usanza, sobre la vida de dos seres marginales que viven apartados del mundo, buscarán su mutua compañía como consuelo ante su soledad pero el amor se abrirá paso entre sus heridas, más internas que externas, sanándolas, restaurándolas, el corazón siempre tiene ojos pero los ojos, no siempre tienen corazón.
Ya no se llevan este tipo de historias, tan arrebatadas, tan formalmente moralistas, tan explícitamente simbólicas. Su afán aleccionador, que ni se esconde ni se disimula, es muy posible que acoquine a más de uno que puede llegar a sentirse coaccionado en el pensar y sentir a pesar de que lo que aquí se nos muestra son verdades evidentes. Las parábolas es lo que tienen, son directas, van al grano y no pretenden ocultar sus intenciones ejemplarizantes.
Sin embargo es una bonita historia hábilmente tejida en una atmósfera teñida de inusitado romanticismo. Dorothy McGuire, en la piel de la muchacha menospreciada y sola, nos ofrece una interpretación sólida y conmovedora. Lo mismo puede decirse de Robert Young, muy convincente en su papel de arrogante piloto al que la suerte sumirá en desgracia. Pero, sin duda, es Herbert Marshall el que se lleva el trofeo en este film ya que su papel de sabio ciego es el que obtiene las mejores frases del film y su intervención, aunque secundaria, se revela como imprescindible en el devenir de la historia para nosotros, los espectadores.
Mildred Natwick, por su parte, también va a aportar su granito de arena ya que no conoceremos bien cuál es su papel en la historia (si es un personaje positivo o negativo), no nos quedará muy claro hasta casi el final lo cual prestará ayuda también al clima semi irreal semi natural del cuento.
Y hay que mencionar también a Spring Byington, que con su frívolo papel característico ofrece la nota detestable y perniciosa en este cuento ejemplar.
La casa encantada, un cuento de amor, los milagros existen solo que muchas veces nos comportamos como ciegos.

Preciosa y etérea película, con indicios de fantasía, llena de melancólico romanticismo y de añoranza, con tonos y ámbitos crepusculares --también fantasmagóricos--, sobre unos seres discapacitados, frustrados y acomplejados que buscan primero su refugio en las galerías oscuras de la soledad para alcanzar, tiempo después, el supremo significado del amor y de su milagroso --verdadero o irreal; eso no importa-- poder de transformación, tanto de sus mismas almas como de su propio mundo sensible y hasta del que les rodea.

Un film, que con algo más de pasión y de amplitud de sensaciones, hubiese sido una obra única y transcendental.