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La chica del café (TV)

Drama. Romance Lawrence, un tímido y maduro funcionario británico, se enamora de Gina, una enigmática joven, en el marco de una reunión del G8 en Reykjavik. Sin embargo su relación se verá puesta a prueba por las obligaciones profesionales de Lawrence. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
24 de abril de 2007
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es precisamente perfecta; ni mínimamente creíble. Pero resulta francamente emocionante, idealista y conmovedoramente romántica. Diálogos divertidos que consiguen hacerte empatizar con los personajes, química entre los dos actores, perfecto ritmo de la tensión sexual y un contexto tan poco usual como interesante.
Bill Nighy resulta a la par pintoresco y enternecedor. Su personaje encierra todo el encanto del film así como su temática; en él residen la soledad, la melancolía, el idealismo, la impotencia y el romanticismo que envuelve cada una de las conversaciones entre los protagonistas.
No es verosimil, claro que no, pero es optimista y maravillosamente agradable de ver. Es suave. Es informativa. Es preciosa.
chaplina
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26 de abril de 2010
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lawrence, un tímido y maduro funcionario británico, se enamora de Gina, una enigmática joven, en el marco de una reunión del G8 en Reykjavik. Sin embargo su relación se verá puesta a prueba por las obligaciones profesionales de Lawrence.

La chica del café es un pequeño bombón pergeñado por Richard Curtis, que vuelve a hacer lo que mejor sabe y le cede la dirección a David Yates, y juntos arman una historia amable, sobre el encuentro de dos personas grises en un café. Ya puede irse el G8 al infierno.

¿El contexto es poco creíble? Sí. ¿Se abusa de recursos televisivos? Sí. ¿Se termina por saber demasiado de los protagonistas? Sí. El desarrollo de su relación amorosa en paralelo con el de la asamblea provoca agridulces anécdotas, siempre en el amable tono del autor. Por eso, aunque el idealismo y la ingenuidad superen la realidad, todavía queda espacio para soñar. Aunque se contemple impotente cómo el mundo se va al carajo.

Y es que una película que empieza con una canción de Damien Rice no puede ser mala. Puede que tengamos un Lost in Translation televisivo, pero tiene su propia magia. No es el encuentro de dos almas gemelas, sino el de dos soledades compartidas. Las cuatro cucharadas de azúcar de él con la ausencia de edulcorante de ella, sorprendentemente, casan a la perfección. Él es un solitario, torpe en cuestiones de seducción, tímido, poco atrayente, pero sólo en apariencia. Ella es dulce, callada, misteriosa, enamorable.

Porque es mejor transmitir que decir. Porque siempre es mejor sentir algo parecido al amor, mejor que no sentir.

Para los noctámbulos en búsqueda del último café.
Naran
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13 de enero de 2007
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le pongo cinco por la correcta interpretación de Bill Nighy, porque a pesar de ser un film televisivo esta manejado con cierto estilo y sobriedad, aunque plagia ideas antes formuladas y filmadas (hasta parece una mezcla mutante del Jardinero fiel y Lost in translation), por lo que no resulta para nada original, pero si medianamente ingeniosa y atractiva, con un guión irregular que tiene picos sorprendentes; por otro lado quizá el detonante que se le da al sorpresivo "romance" puede resultar un tanto inverosímil, así como la verdadera identidad de la chica, pero y apesar de aquellas cosas, me pareció un tanto conmovedora, así que a esperar otros trabajos de David Yates, puede que nos llevemos una grata sorpresa.
rey
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27 de noviembre de 2006
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un drama sencillo pero con contenido muy reflexivo sobre los problemas actuales que atraviesa el mundo.
Las actuaciones y el guión son bastante decentes (excelente Bill Nighy) y la dirección muy correcta.
Ya quiero ver lo que este señor hace con millones de dólares y cierto librito para el verano 2007, después de esta película yo creo que Potas está en buenas manos.
The Mags
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23 de marzo de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Richard Curtis habría que ir pensando en ponerle un monumento en un sitio vistoso de Londres. Ha hecho tanto por el cine reciente de su país, como JK Rowling por la literatura, o los Waterboys por la música. Love Actually y Cuatro Bodas son esa especie de sueño inalcanzable que buscan para sí gente más reconocida. Siempre que me citan pelis como "El Paciente Inglés" o "El Piano" como grandes pelis románticas, yo les doy la razón. Las de Curtis jamás pasarán por serlo, y precisamente por eso valen la pena. Porque son mucho más.
A la chica del café le ocurre algo similar. Sus personajes son de verdad, y sus tristezas también. El modo en que este contador de historias se ríe hasta de su sombra es de manual - sólo hay que escuchar el sueño del protagonista. Y luego están esos momentos de soledad, esas conversaciones, las toallas que ella acapara, la sinceridad de ambos y la ternura. Alguien dijo que solamente es serio quien se pasa la vida haciendo el payaso. Curtis tuvo la mejor escuela con Mr Bean. Su seriedad es glacial, como la de Islandia. Y aún así cálida, como los pechos de Kelly MacDonald. Es imposible meter todo lo que importa en una película. Pero Curtis hizo con la historia de La chica del café un buen equipaje de emergencia. Entre risas, nos hizo pensar. Y sentir.
antoniomarty
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