Cambio de parejas (Little City)

Seamos serios: esta película no merece un ocho. De cien películas que podamos ver, al azar, en las sobremesas de Antena 3 (si es que estamos dispuestos a autoinfligirnos tal castigo), quizá cincuenta sean mejores que Little City. El argumento es banal, y me ahorro los comentarios sobre las interpretaciones de los protagonistas. Baste decir que el reparto está encabezado por Jon Bon Jovi, un magnífico intérprete sobre el escenario y pésimo fuera de él (Jon, por favor, limítate a cantar).
Y tras este aluvión de críticas, paso a argumentar el porqué de mi generosísimo notable. Para que te guste esta película, ante todo, incide el hecho, tal y como advertía el anterior usuario, de estar rondando la treintena. Ese "gran" momento de crisis emocional en el que se hace balance de las relaciones sentimentales y uno se da cuenta de que no tienen ni la más mínima semejanza con las emocionantísimas puestas en escena de las películas románticas (de ahí mi interés por esa pequeña gran película que es "El amor tiene dos caras"). En ese aspecto, la película contiene pequeñas joyas de gran hondura espiritual. Naturalmente, sepultadas, entre multitud de diálogos banales, pero merece la pena rescatarlas. Por otra parte, para disfrutar de esta película debes ser uno de aquellos que sólo le piden al cine lo que ha de ofrecer: agradable entretenimiento. Y eso es lo que es Little City, un agradable entretenimiento, sin pretensiones, que te deja el buen sabor de boca del café de siempre, reconocible, cotidiano, cálido. ¿Qué más le podemos pedir a un film de sobremesa?

Justo cuando Kate está en el sofá del psiquiatra, supongo, se ve por el borde superior de la pantalla el micro de grabación del film. Pero no es la única vez. Si un director no es capaz de cuidar eso, ni de suprimirlo en una posterior edición, ya sabemos de que tipo de director estamos hablando. La realización de la película está basada en los diálogos que se producen entre distintas parejas de diferente sexo, por amistad o por interés sexual, o por amor, pero si esa es la base de la estructura y casi todos los diálogos se producen colocando a los dos personajes uno al lado del otro, casi mirando a la cámara, y dejándoles que hablen, ya me contaréis a donde va a parar el ritmo que me tiene que atrapar. En esta especie de confesiones de los personajes hay una situación especial, una auténtica confesión del personaje de Nina en un auténtico confesionario y con un cura al otro lado de la rejilla. También podrían ser interesantes, cinematográficamente hablando, los diálogos de Adam, mientras conduce su taxi, con la centralita de la compañía. Pero hasta estos recursos están mal utilizados. En cuanto a la historia: ya sabemos lo complicadas que son las relaciones entre las parejas. Si además aquí se multiplican las parejas, pues la historia es bastante complicada y se pierde por no profundizar en ninguna de ellas. Por cierto ¿por qué Adam actúa de esa forma extraña? Voy al guión y tampoco me lo aclara. En fin, para pasar de ella.

Pareciéndose más a una serie que a una película, esta historia de jovenes treintañeros muestra la dificultad de acertar en las elecciones personales. Atrás quedan las decisiones veinteañeras sin consecuencias en un mundo lleno de opciones día sí día no. Aquí la palabra error pesa como una losa, entre otras cosas porque el paso de los años es inverso a la probabilidad sentimental. La necesidad de definirse a uno mismo y aceptar las responsabilidades de nuestras propias acciones es para mí lo mejor de esta historia. Creo que retrata muy bien ese momento crucial en los treinta en donde hay que tomar decisiones, que posiblemente duren para siempre, y la angustia que eso produce en algunas personas.

"¡Cuidado, es zona T.E.N!" dicen en una secuencia. T.E.N (Territorio de ex-novia), zona peligrosa para Adam, interpretado, por decir algo, por el más que soso Josh Charles, que debe ser irresistible porque se pasa por la piedra a todas las chicas de la peli, que se limitan a visitarle a su casoplón para ser seducidas mientras ven cómo pinta unas cosas espantosas. Su amigo, con la cara de Jon Bon Jovi (por Dios, qué interpretación) también rompecorazones pero le cuesta más, antes tiene que pasear por todos los parques de San Francisco. Las chicas, por supuesto, suspiran por ellos y, claro, muchas quieren ser madres, que se les pasa el arroz o experimentan cómo ser lesbianas, no sin antes 'pasar por caja' por la lesbiana madre de San Francisco. Urf. Y así pasa la película, entre enormes hogares que a ver quién calienta en invierno, gente que trabaja dos horas al día como camarera o taxista y que habla mucho siempre de dos en dos, no sea que se trabuquen. Un espanto.