He visto por segunda vez esta película después de más de veintiún años. El recuerdo que tenía de ella era casi nulo porque por algún motivo en aquel entonces me parecía falta de emoción y de positividad; no llegaba a los treinta años. Ni siquiera recuerdo si llegué a terminar de verla. La sensación hoy ha sido más intensa, con grandes matices en pequeños detalles. Creo que esta historia es profundamente sincera sobre el devenir de la vida y cómo el cine se convierte en una colección de sueños de nuestro camino. Me sorprende mucho cómo siendo una historia costumbrista Tornatore es capaz de sobresaltar esa ilusión onírica capaz de ensombrecer nuestras propias vivencias. Un final antológico con un gran mensaje al final de los créditos, última pieza del puzle de sospresas del director.

He terminado con sentimientos contradicctorios. Por un lado es una película de aventuras. Por otro lado el personaje ha perdido identidad. Luego están los desvaríos del guion y la sensación de que la trama, además de larga, plantea demasiadas cosas con demasiados personajes. Es como que han querido hacer un compendio de todas con un guiño aquí y allí. No se puede presentar a un Indiana senior actuando como siempre; es un engaño muy burdo comparándolo con Sean Connery en La Última Cruzada. La parte humanística de final no está lo suficientemente desarrollada; queda como un añadido brusco a todos los minutos anteriores; algo que se podría haber compensafo recortando el inicio tan largo y tedioso. En resumen, la película mezcla demasiado y ofrece una visión transformada del personaje. Creo que defraudará a sus seguidores más aférreos por lo tramposa que es. Coincido con la muchos en que la magia acabó en 1989.

Imponente y deslumbrante puesta en escena del mundo de ilusiones de juventud para acabar demostrando cómo la realidad impone sus reglas y cómo nos obliga a elegir en la vida. Sebastian y Mía se cruzan en sus vidas con la ilusión de saber que están enamorados. Sin embargo, sus carreras les pondrán a prueba en el camino del amor. Esta película es una oda al amor idílico, a las ilusiones tempranas, a la vida en sí misma. En el apartado técnico, la dirección y producción son espectaculares, con un guion muy comedido y centrado que consigue toda la credibilidad. La química entre sus dos protagonistas recorre la historia de manera hipnótica hasta un final que ya es antológico. En esto tiene que ver la música, cuyo efecto bucle puede gustar o no pero determina la fuerza con la que se perciben las emociones. Se puede decir que estamos ante una obra maestra del musical.

Buena película sin un gran desarrollo narrativo, lo cual echa a perder la gran baza del argumento. El mensaje es claro: somos solo el presente y ni el pasado ni el futuro importan. La película muestra la naturaleza del amor, el verdadero, para desgracia de los individualistas. Tiene fallos y se le perdonan; da sensación de serie B por esto. Diría que está malaprovechada por no tener quizás un mejor guion. La última parte es demasiado rápida en mi opinión.

He visto de nuevo esta película después de muchos años, allá por los 90, y la sensación que tuve entonces sigue ahí; credo en el amor como salvación, la amistad más profunda. Creo que es un relato adelantado a su tiempo, con una gran sinceridad y, al mismo tiempo, un gran tacto para contar aspectos dramáticos. En mi opinión, es la mejor descripción de cómo algunos caminos se estancan para algunas personas desde el momento que no quieren dejar el pasado. La historia tiene un ritmo admirable, dando a entender que habría huecos para rellenar en caso de haber sido una miniserie, con un guion muy bien llevado y actores brillantes que supieron ser valientes y comprometidos.