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Ivan Vasilievich cambia de profesión

Comedia. Aventuras. Ciencia ficción Por accidente, el casero de un edificio y un ladrón viajan al Moscú del siglo XVI, mientras que Iván el Terrible se trasladará al año 1973. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
6 de noviembre de 2010
27 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Mientras en los sesenta y setenta los empeños vanguardistas de Kalatozov, Tarkovski o Mikhalkov intentaban abrirse camino, a menudo frente obstáculos interpuestos por las autoridades soviéticas, el gran público abarrotaba las salas para ver películas como las de Leonid Gaidai, Artista del Pueblo de la URSS. Aquí, ‘abarrotar’ se traduce en cifras de espectadores que en el caso de esta película equivale a 60 millones, y no es el mayor éxito en la carrera del director.
El dato ya le confiere al film un valor sociológico e histórico, al margen de lo propiamente cinematográfico. ¿Qué productos culturales eran el alimento intelectual de las masas populares en los tiempos de Breznev, bastante antes de la Perestroika? Hablan del nivel de desarrollo, de la mentalidad común en el Imperio de la Europa Oriental; de qué era lo que en verdad regocijaba al pueblo, aparte de los poetas avanzados y el arte de autor.

2) Si vuelve al circo de provincias, lo primero que notará cualquier adulto es la cutrez inherente al espectáculo. El niño entusiasta y soñador no lo captaba, encandilado por la seducción del ambiente. No lo veía en los domadores ni en los tragafuegos, ni en los trapecistas, y menos en el sobrenatural Hombre Bala. Y mucho menos aún en el payaso, el gran ídolo infantil, el que con su aparición final hacía que el niño aguantase sin pestañear todo lo precedente.

El payaso clown (no el atildado Augusto), en quien lo explícitamente cutre es el punto de partida: zapatones rotos, pantalones caídos y atados con una cuerda, lamparones, camiseta apolillada, cara de borracho, greñas, sombrero desfondado, cerebro de mosquito y habla prerracional, con frecuencia ininteligible. El ídolo total de los niños. Sus patochadas, coscorrones y martillazos, de un absurdo directo y primitivo, provocan descargas de risa y explosiones de carcajadas que involucran también a los adultos, quienes por un momento dejan a un lado sus reglas intelectuales para revolcarse pueril y felizmente en un chapoteo de humor elemental.

3) Esta película, cuyo abominable nivel técnico y cuya paupérrima producción equivalen al vestuario desastroso del clown, busca en el espectador carcajadas explosivas e infantiles como las desatadas por los payasos en la pista de circo. Y con media docena de golpes delirantes, que apelan al cine mudo y sus carreras frenéticas, y al dadaísmo más demente, lo consigue.

No es difícil imaginar las salas electrizadas por las risotadas a lo largo y ancho de la inmensa URSS, islotes de momentáneo alivio en un país con semejantes dirigentes, hambrunas y deportaciones.

La película es cutre con ganas, pero se hace imposible suspenderla: las carcajadas que arranca son tan terapéuticas como las que, partiendo de la absoluta indigencia material e intelectual, provoca el payaso.

Entre tanto augusto, un rato para el clown no está de más.
Archilupo
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6 de noviembre de 2010
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Porque si existen las españoladas, las italianadas, las francesadas... ¿por qué no las "rusadas"?

Benditas risas (hasta las lágrimas) que nos hemos echado con una de las películas más populares (más de 60 millones de espectadores) de la historia del cine soviético. Si es que en el fondo, los rusos eran unos frikazos. Imposible abordar con seriedad una película cuya secuencia de productora es un hombre rodeándose la cabeza con el brazo y asustado por su propia mano.

Pero cuando es la propia película la que es incapaz de tomarse en serio a sí misma, es mucho más fácil dejarse llevar. Tras un comienzo un pelín soso (para introducir la historia), el despiporre es total. Mareo y psicodelia visual-narrativa a mansalva, música propia de una película con Alfredo Landa, miradas al espectador, cámara rápida y gestualidad exagerada. Benny Hill era un aficionado comparado con estos rusos.

Imposible enumerar los chistes: la interminable persecución de los "demonios" en el castillo del zar; las reverencias de la embajada sueca, el desfile de las tropas rumbo de Crimea o los números musicales de la orquesta real, que amenizan banquetes repletos de caviar. Humor visual, infantil, tonto, sin aditivos: 100% humor.

"Gracias por la atención prestada". Ha sido un placer.
Naran
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7 de noviembre de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Delirante, desternillante, hilarante!. Desconocíamos que en la extinta URSS tuvieran un cine setentero, landista, "escojonista", adornado con aspecto cinematrográfico cutre, ¿naïf?...; alejado de los koljós, sovjós, stajanovismos, burocratismos poliburistas varios.
Y me pregunto, ¿que le sucedía a los soviéticos, que no rusos por aquellas fechas, para reírse hasta de su propia Historia?. Posiblemente la respuesta es inefable, o como diría un alquimista: "es como hallar la cuadratura del circulo" .
Bueno, pero puede que halla un explicación (ya expuesta por "Lupo" en su crítica), o por lo menos se puede intuir algo.
Recordemos que nos encontramos en el comienzo de la etapa dura de Leonid Ilich Brézhnev, que siguió al anterior período de coexistencia pacífica con occidente, dirigiendo el país un tal Nikita Sergéyevich Jrushchov alias "Khrushchev", "inquilino" de la Casa Roja (Kremlin).
Y por eso de que estamos en plena Guerra Fría, ¿por qué no hacer un cine donde se aprecie las moderneces de occidente?, por que aquí ,en nuestro paraíso socialista, también se destila la ambientación "pop" a la rusa, ¡¡¡uff!!..., perdón, a la soviética.
Y en esa estamos, mal rodada, con toques humorísticos absurdo, encuadres kafkianos (mi abuela le habría dado un toque "parkinsoniano" a esta película digno de ser seleccionada en festivales internacionales de cine). Pero no podemos negar que tiene gracia, o por lo menos hemos realizado un ejercicio abdominal al troncharnos de risa cuando la hemos visionado, sin necesidad de tener que ir a un gimnasio. Y descubrimos que los rusos, ¡vaya!, siempre se me olvida ahora son rusos y antes eran soviéticos; pues eso, que los soviéticos tenían gracia y sentido del humor fuera del estereotipo que nos han vendido de "la triste alma eslava", y que las horteradas de aquella época en el otro lado del Telón de Acero, también existía.
¡Pobres soviéticos!, necesitaban reírse de algo porque con tanta disciplina burocratizada, y tanta ideología de partido...,¡quién lo puede soportar!.
En fin, que podíamos hacer un esfuerzo en buscar alguna joyas de estos directores (creo que hay un director ruso de genero fantástico que es como Ed Wood. Sería interesante visionarlo. Investiguemos. La mente ya me hace "chiribitas" sólo de pensarlo). Lo digo por que después del estrés semanal, ¡os podréis creer que tras ver la película dormí mejor después reírme como una hiena!. Es una buena terapia, os lo aseguro.
Y ¿por qué un 5 de nota?, ¡no está bastante claro!, pues por le pelo del embajador sueco, un toque de Llongueras a la rusa, ¡uff!..., ¡perdón!, a la soviética.
Herodoto
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7 de noviembre de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¡Jajajaja!" carcajada de esas que te abren la boca de lado a lado, de Lisboa a Palma de Mallorca prácticamente.
Ayyyyynss ayyys suspirito que te hace retomar fuerzas y denota que previamente ha habido una sucesión ininterrumpida de risas susceptibles de provocar dolor de garganta y/o tripa.
Sniff, incluso ha habido lágrimas que han saltado al vacío en una misión suicida en pos del honor hacia el entretenimiento. Queridas compratiotas del mismísimo cuerpo humano, os alabamos por esa misión heróica siempre merecida y reconocemos vuestro valor y mérito como os mereceis.
No se me ocurren palabras más apropiadas que estas para describir las sensaciones que me produjo tal proyección.

Es cutre y está "relativamente" mal hecha pero suple tales carencias porque la película se deja querer. Así de simple. Además, tenemos que tener en cuenta que "Iván Vasinosequé: back to the future" no pretende en ningún momento ocultar sus orígenes ni lo que es, no se avergüenza de ello. Es más, sin pudor ninguno se nos muestra tal y como Leonid Gaidai la trajo al mundo. Pretende hacernos reir y lo consigue, por lo que no puedo suspenderla, tendría un alto cargo de conciencia. Asimismo, me he sentido tan bien viéndola y he disfrutado tanto que sería una traidora bastarda para con mis principios si no reconociera sus virtudes. Es un seis y medio, ¡lástima los medios puntos que no se contemplan aquí a la hora de votar! Por ahora la he castigado con el seis pero no rechazo en ningún momento darle ese siete que creo que también merece.

Una historia de viajes en el tiempo con una sucesión de gags continuos, un paralelismo que nos muestra que todas las épocas pueden tener sus castigadores sociales propios, una certeza de que la historia siempre se repite y que el hombre es igual aquí y en pekín, en el año 20 y en el año 50. Además, la historia está salpicada por unas pinceladas yeyé rusas inigualables que hacen que se te muevan los pies con su soniquete incansable. Divertidísima y sencilla. Como nota importante unida a la sencillez diré que el empleo de la cámara rápida, una tontería como un piano, provoca el 75% de las carcajadas. Pero te ríes, es inevitable, y el que no lo haga es que no tiene corazonòv.

Quizá no acabe de ser redonda porque tiene una introducción a la historia demasiado amplia y lenta, pero después resarce daños y perjuicios con ganas. Interesante también el papel doble de "Iván Vasilenosequé" con el que muestra como ciertas actitudes personales pueden hacer que, aún siendo igual, parezca otra persona completamente diferente.

Todos los puntos graciosos han quedado ya más o menos retratados en críticas anteriores, por lo que no voy a repetirme pero sí apoyo el entusiasmo fijado en esos gags. Si no recuerdo mal ahora mismo, voy a apuntar uno que creo que no ha sido señalado: ¡el chandal del zar! jajajajaja dios, es que lo recuerdas y sigues riéndote....

Miauu, digo Chao :D
nanci_nanci
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6 de junio de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arranca mostrándonos a una galería de personajes que viven en un bloque de apartamentos en el Moscú de 1970; a saber: un inventor que tiene a todos los vecinos soliviantados con continuos cortes de luz debidos a sus experimentos, ya que está dando los últimos retoques a una estrambótica máquina del tiempo (de aspecto parecido a aquellos artefactos del Profesor Franz de Copenhague, ya saben, el de los inventos del TBO) que ha construido en su apartamento, su mujer que trabaja en el mundo del espectáculo, un puntilloso administrador del edificio que también vive en el mismo junto a su mujer, un dentista con consulta fuera del edificio, y un pícaro ladronzuelo que aprovechando la ausencia del dentista, vemos como desvalija su casa.

En esas estamos, cuando la máquina del tiempo comienza a estar a punto, y tras un par de viajes dentro del edificio a modo de prueba en los que se producen varios equívocos entre administrador, ladrón, e inventor, este todo excitado mete unas coordenadas (por describir de algún modo la sucesión de maniobras empleadas) del pasado zarista, y tras una imaginativas y bien conseguidas ondulaciones de imagen, ya tenemos a los 3 (administrador, ladrón, e inventor) materializándose en la corte del zar Ivan el Terrible, precisamente en el momento en que Iván estaba dictando una carta a su escribiente; los visitantes sorprendidos al verse en presencia del zar, y este y su corte tomándolos por demonio a los que hay que aniquilar, y ya tenemos montado el lío.

Si divertido y en algunas escenas carcajeante era la historia antes de producirse el encuentro entre visitantes y Zar, tanto o más lo es cuando administrador y ladrón se quedan en el siglo XVI, e Iván el Terrible e inventor saltan a 1973, los unos primero corriendo por su vida debido a la persecución de que son objetos por un numeroso grupo de soldados que tratan de aniquilar a los que toman por demonios (impagables las descacharrantes escenas a ritmo de slaptick al más puro estilo Benny Hill), y luego provocando hilarantes equívocos cuando dado su parecido físico (administrador e Iván el terrible están interpretados por el mismo actor, así como ladrón y escribiente) se hacen pasar por Zar y ayudante, y los otros (Iván el Terrible e inventor) tres cuartos de lo mismo en el bloque de apartamentos de 1973.

Sigue en spoiler por falta de espacio:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
tiznao
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