Ya todo el mundo lo sabe: dos polis antitéticos (progresista uno, ex torturador el otro) son enviados a las marismas del Guadalquivir, es decir, el culo del mundo, a resolver unos morbosos asesinatos de colegialas. Nos encontramos en 1980 y España está despertando de la larga pesadilla franquista..., pero no en todas partes. La España de charanga y pandereta está bien viva todavía, y en estos parajes recónditos de la Andalucía más primitiva cuesta mucho desterrar ciertas costumbres y reconocer que una mujer es un ser humano como otro cualquiera. Prodigio de ambientación, esa lluvia que cae como un diluvio purificador, los campos y los cañaverales, los pueblos dormidos bajo la protección del caique de turno, esas discotecas de pacotilla donde suena Baccara, los traficantes de droga en camiseta y caliqueño, La isla mínima se adscribe a la nueva y ya gloriosa tradición del "castizo Spanish thriller" y significa tal vez la mejor película del año en curso del cine español, con permiso de El Niño (trabajo difícil para los académicos del Goya). Meritoria labor en la fotografía de Alex Catalán, y yo diría que el único fallo lo encuentro en la banda sonora, sospechosamente parecida a la de Ennio Morricone para La cosa. Qué decir de los actores... Javier Gutiérrez se lleva la palma, pero está muy bien acompañado por todo el elenco. Durante todo el metraje, no pude dejar de acordarme del caso de las niñas de Alcàsser, salvajemente torturadas y asesinadas en la Valencia profunda en 1992. Algún medio se hizo eco de que habían participado otras personas en la orgía de muerte, incluido el gobernador civil de la provincia. La isla mínima habla de algo muy similar. ¿Para cuándo una película sobre el caso Alcàsser?