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Chile Chile · Santiago
Voto de rodolfo:
8
Romance. Drama En una pequeña población, cerca de Grenoble, Mathilde Bauchard (Fanny Ardant) se encuentra a Bernard Coudray (Gérard Depardieu), un hombre con el que mantuvo una relación años atrás. A pesar de que ambos están casados, no pueden evitar volver a vivir un romance. (FILMAFFINITY)
19 de diciembre de 2008
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una película inestable. Desequilibrada. Y es que en ella el amor adopta varias formas y demuestra que no puede contenerse, que siempre se desborda.
Con todo, Truffaut logra contener en este film un cúmulo de sensaciones que parecían no poder organizarse, ni arrojar un sentido que pudiese desembocar en un mensaje claro y directo. Por esto resulta ser una buena película, porque Truffaut logra ceñir estos sentimientos a los postulados aristotélicos básicos de una narración, pues toda historia, -incluidas las historias de amor, como señala uno de los personajes del film-, deben tener un inicio, un medio y un final. Y aunque esto parezca algo básico y simple, el lograr llevar el tipo de sentimientos que se expresan en esta película por un camino organizado, vuelve a demostrar la maestría de este director, que también está presente en este film, como dispersa en sutiles engranajes.
Y es que la mujer de al lado, no hace referencia a la mujer que se ha logrado dejar a un lado, sino que es aquella que se construye lejos de su propio centro, de los sentimientos que no han sabido contenerse y que se han pretendido evitar, en pos de una vida tibiamente organizada.
Sus personajes son seres que se han despojado de sus propias sensaciones, que han rehuido aquello que los desequilibraba, y que han intentado construir, desde ese centro falso, una vida que puede resultar más sólida, pero en ningún caso más verdadera.
Han arrojado de sí aquello que los enfermaba, pero que era también parte de ellos mismos. Como siguiendo las premisas bíblicas: “Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que todo tu cuerpo vaya a la gehena”.
Tenemos así una pierna falsa, matrimonios falsos… prótesis que han intentado salvar las dificultades que surgían del amor cuando este demostraba ser incontenible y arrasaba hasta con los propios amantes.
Por eso es hermosa esta película, porque nos muestra a sus personajes vislumbrando ese centro perdido, revelándonos además que en el mismo desequilibrio, que en la propia enfermedad, puede esconderse algo esencial: que en el medio de dos puntos de uno mismo que parecen lejanos e irreconciliables puede estar el verdadero sentido que revela quienes somos, qué sentimos, y nos enseña que el torbellino del otro también puede ser parte de nuestro propio centro herido. Y que no importan los costos.
Un griego antiguo señalaba que los hombres mueren por no poder “unir” el principio con el final, porque no pueden encontrar el sentido que pasa a ser también su propio significado. Esta película nos muestra que esa búsqueda puede retomarse en cualquier momento y que independientemente de sus resultados, da siempre origen a algo verdadero: un desequilibrio terrible pero que revela siempre, en última instancia, quiénes somos, de qué estamos hechos, y cuánto y a qué costos, somos capaces de amar.
rodolfo
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