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España España · Cinecittà
Voto de Xavier Vidal:
9
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3 de septiembre de 2011
15 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
La piel que habito es la película más arriesgada de su autor. Incluso su final llega a conquistar un punto grotesco, entre dramático y cómico, que el manchego nunca había conseguido hasta la fecha. Una historia que se asienta sobre el cine negro, pero que en verdad es ‘puro teatro’, todo drama. Si algunos pasajes de La piel que habito resultan cómicos es porque el espectador no accedió a la grave estupidez del director: hay que recordar que en Kika habían minutos de delirio y risas en torno a una violación; la historia de amor más potente de la casa, ¡Átame!, es estrictamente la crónica de un secuestro; en Todo sobre mi madre, el recuerdo del padre se transformaba en la evocación de otra mujer, el travesti que interpretaba Toni Cantó; y paradójicamente el personaje más cándido de toda la filmografía del manchego, el Benigno de Hable con ella, consumaba uno de los actos más crueles, aunque Almodóvar prefiriese explicarnos ese punto de la historia con el poético Amante Menguante. La piel que habito no elude nada: nos dice que los personajes de Almodóvar, incluso en sus bajezas, son pasionales; ‘la ley del deseo’, pero en su vertiente más terrorífica.

Hay evolución, eso es evidente. Metamorfosis incluso. Aunque La piel que habito no es una película redonda. No lo es por decisión personal del director: sus relatos ya casi nunca discurren en línea recta y se abigarran y aligeran en un barroquismo muy particular (eso sí, la película abre menos frentes narrativos que el mosaico de Los abrazos rotos). Y no lo es porque no debe serlo: La piel que habito es también un experimento, una alteración de ese ‘estilo Almodóvar’ que todos conocemos. El film en sí mismo encarna la paradoja de esa Venus en busca de la belleza suprema. Y no puede discutirse el hecho de que La piel que habito hubiera podido estar dispuesta de otra manera. De momento poco importa el orden del relato: La piel que habito tiene fuerza suficiente para dejarnos noqueados varios días.

La esencia de Almodóvar alterada con una probeta. El reflejo que devuelve un Almodóvar sometido al cristal de la lupa. No gustará a todos, seguramente generará más malestar que adhesiones claras. Algo inevitable, necesario. Habitaremos sus laberintos durante mucho tiempo. Es imposible no olvidarla. De lo mejor de este 2011.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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