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Recuerdos

Drama. Comedia Sandy Bates, director de cine especializado en comedias, asiste a una revisión de su obra en un hotel de la costa. Mientras a su alrededor todo el mundo quiere conocerlo y colmarlo de halagos, Bates se refugia en su interior para repasar los instantes más significativos de su vida sentimental y encontrar un sentido a su vida dentro de un mundo que cada vez le resulta más extraño e inhóspito. (FILMAFFINITY)
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Críticas 32
Críticas ordenadas por utilidad
2 de agosto de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada como mirar hacia el propio interior para darse cuenta de que el mundo no está sólo ahí afuera.
Así se descubren los anhelos personales, los deseos íntimos, los temores, las vacilaciones, las pequeñas victorias, la filosofía, el sexo, la religión o la condescendencia.
Pero también aparece la sombra de la vergüenza, la depresión, lo inconfesable, la maldición de los complejos y todos esos demonios que conviene no mover una vez más.

Cuando lo hace W. Allen es natural que perciba la introspección en forma de imágenes, de escenas y de secuencias.
Es natural, además, que sus vivencias sean muy ricas.
Y también es natural que sepa contarlo mejor que los demás, con mucha más gracia y que sea capaz de seducir al patio de butacas.

El hombrecillo de las gafas de concha negra lo ha vuelto a conseguir.
ABSENTA
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8 de diciembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1980, justo después de rodar sus obras maestras imperecederas “Interiores” y “Manhattan”, y con el mismo preciosista blanco y negro fotografiado por Gordon Willis de esta última, Woody Allen nos entregaba “Recuerdos (Stardust Memories)”, una inclasificable película que bebe directamente del “8 y ½” de Federico Fellini y que mezcla una narración lineal al uso con flashbacks al pasado del protagonista y realidad con ficción rodada en un ejercicio de metacine realmente felliniano en grado sumo.

Woody Allen interpreta (o se interpreta a sí mismo) a un director de cine que, ante una crisis existencial profunda, entiende que han tocado a su fin las aclamadas comedias que ha venido rodando hasta entonces y que es momento de dejarse llevar por el drama. Pero su público no lo comprende y lo persigue y lo acosa por donde pasa, porque la fama es algo que puede llegar a convertirse en indeseable por asfixiante y en castrador artísticamente hablando.

Mientras tanto, su vida sentimental oscila entre un amor apasionado que terminó abruptamente (maravillosa Charlotte Rampling en su interpretación) y una mujer cabal con dos hijos que abandona a su marido por él y que es quien realmente le conviene. Está servido sobre la mesa el clásico debate entre lo que conviene y lo que se quiere, y el personaje de Allen oscila de una situación a otra.

De paso, el genio neoyorquino carga contra la industria del cine y contra la pedantería intelectual sin consideración (“Los intelectuales son como la mafia: sólo se matan entre sí”, afirma en una escena), así como narra de forma cruda y directa el vacío existencial de quien ha alcanzado sus metas artísticas y se ha agotado en sí mismo.

Una cinta que oscila de la comedia al drama de forma permanente sin acabar de descansar definitivamente en ninguna de estas dos opciones y que deja entrever una velada crítica social consustancial al argumento de la misma, en permanente homenaje a Fellini, al que tanto admira Allen.

Sus obsesiones habituales (el desamor, la infidelidad, el sexo, la magia, la infancia como origen de todos los males, la muerte, el vacío existencial, la falta de respuesta a los grandes interrogantes, la fatuidad de la vida...) no faltan a la cita del realizador en esta película recomendable.
Sergio Berbel
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11 de diciembre de 2007
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sandy Bates, es un famoso director con numerosas comedias de éxito en su haber que asiste a regañadientes a una retrospectiva y homenaje que se celebra en un hotel costero en honor a su obra. Como la fama tiene un precio que hay que pagar guste o no, Sandy se ve tremendamente agobiado por sus seguidores y fans, que no le dejan respirar ni siquiera un minuto. En medio de todo ese jaleo, entre autógrafos y peticiones de asistencia a galas benéficas, el reconocido director se ve asaltado por una crisis que viene repleta de preguntas existenciales y profundas que tienen que ver con su vida y su obra; de dudas, así como de unos recuerdos estrechamente vinculados a sus relaciones sentimentales.

En esta película Allen básicamente se hace preguntas, muchas preguntas... a la vez que se da un baño de sí mismo, se permite repasar detalles de su obra, su vida, y se permite lanzar preguntas al aire como por ejemplo; ¿Merece realmente la pena hacer lo que hago?, ¿Tiene mi trabajo una función positiva en este mundo?, ¿Puede un hombre tan atormentado como yo permitirse hacer comedia?...

Lo mismo que hablamos de Metacine cuando nos referimos a esas películas que hablan del cine mismo, hablar de Recuerdos podría suponer perfectamente hablar de "Meta-Allen". Así mismo pues, igualmente que a una persona a la que no le interese demasiado los interiores del cine no disfruta con el Metacine, a aquellos a los que se la soplen el señor Allen y su obra seguramente no lo harán con Recuerdos.

Como yo personalmente ando un poco a medio camino aún en cuanto a conocerlo se refiere, sé que lo mismo que he captado muchos detalles, se me habrán escapado aún más.

¿Que la película es un ejercicio de narcicismo?, sin duda.
¿Que tiene poco interés más allá de auto-analizar la figura de Allen?, pues quizás... Pero lo que sí que resulta evidente es que las constantes que han mantenido su cine a una cierta altura siguen deleitando a nuestros sentidos; buena fotografía, grandes frases, mucho jazz...

En fín; una cinta un tanto sectárea en cuanto a tipología de público se refiere, que es mucho más recomendables para fieles del director, que para ajenos a su obra. Yo le dejo un aprobadito largo, que me ha cargado un poco tantas dudas y tanto egocentrismo.

Disfrútenla.

PD: Si además eres "Felliniano" supongo que terminas por eyacular... ya le daré con el tiempo otra oportunidad esta cinta, a ver que tal.
HEIFER
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12 de septiembre de 2009
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca he entendido por qué la gente dice que uno de los temas recurrentes de Allen son sus "inseguridades". Jamás he visto a nadie más seguro de sí mismo, más convencido de que el que vale vale y más dispuesto a cachondearse de sus neuras. Es eso lo que nos gusta de él precisamente, que sea capaz de reirse hasta de su sombra, sin por ello dejar de reconocer que es la polla, que se sabe la polla y que todo el mundo sabe que es la polla.

Me quedo con mi frase favorita de esta peli:

Para ti soy un ateo; para dios soy la leal oposición.
Talía666
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18 de diciembre de 2009
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
394/22(17/12/09) Woody Allen nos obsequia en su décima realización con una irregular reflexión autobiográfica, en la que se mofa de los que criticaron su viraje al drama que empezó a tomar en “Annie Hall” para hundirse en él en “Interiores” y en la que sus fans de las desternillantes “Toma el dinero y corre”, “Bananas”, “Todo lo que usted quiso …”, “El dormilón”, y “La última noche de Boris Gruschenko” quedaron huérfanos de su sentido de humor a lo Groucho Marx, pero en lo que Allen cada vez se sentía menos a gusto, le ardían las ganas de plasmar en la pantalla su admiración por el cine europeo, representado en el sueco Ingmar Bergman y el italiano Federico Fellini y su alejamiento del cine de slapstick, donde encadenaba gag con gag, para meterse en un cine más adulto, más de exploración del carácter humano. En esta “Stardust memories” se inspira-homenajea al Fellini de “Ocho y medio”, en la que se hace un recorrido por la vida de un director que se encuentra en una crisis existencial, en la que al igual que en la italiana la fotografía es en glorioso blanco y negro por el maestro Gordon Willis (El Padrino), donde el argumento gira en torno a un director de cine Sandy Bates (Woody Allen), que después de realizar comedias se embarca en un drama que sus admiradores no aguantan, Sandy va a Kansas a efectuar unas conferencias y a estrenar su último film autobiográfico, un relato onírico por el mundo de un narcisista y petulante realizador de cine, vamos lo que seguro es Woody Allen, que navega entre dos amores, Dorrie (Jessica Harper) y Daisy (Charlotte Rampling), es lo que se llama cine dentro del cine. Esta es una obra irregular que combina tramos muy buenos, en los que nos regala algunas de las mejores citas que ha dado el genial judío, con otros que son un tostón, donde la pedantería metafísica nos aleja la atención, lastran la obra en un encadenamiento de escenas que muestran la pretenciosidad metafórica de un director que se gusta demasiado, demasiado en esta cinta, cree estar por encima del bien y del mal, resultando el conjunto fallido y espeso y destinado a mentes demasiado elitistas, salvándose por algunas colosales frases. Ahí va un aperitivo:
"Di un curso de filosofía existencial en la Universidad de Nueva York. El examen final constaba de diez preguntas y no pude contestar ninguna, las dejé todas en blanco. Saqué un diez."
“me encantan tus películas, sobre todo las divertidas del inicio..."
"La vida no es como el arte ó la masturbación que se pueden controlar...la vida es fruto del azar casuístico"
“¿está de visita el Papa o alguna otra figura del espectáculo?”
“estoy por una pura y absoluta democracia, pero creo que el sistema americano también puede funcionar”
“estoy leyendo Schopenhauer por qué me da un aire más intelectual”
“Para ti soy un ateo; para dios soy la leal oposición.”
Recomendable a los seguidores de Woody Allen. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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