Las horas del día

Las horas del día cuenta el día a día en la anodina existencia de un joven, con un trabajo gris, con una relación de pareja gris, con una carácter gris, con una vida en general muy gris. Como la de muchas personas en el mundo. Dicho así la película no tendría mayor interés, pero Abel, que así se llama el personaje, esconde algo. Y esto que esconde, y que solo conoce él, da una dimensión completamente distinta a la historia.
Las horas del día se convierte de esta forma en una visión inquietante e implacable de la naturaleza humana.
Jaime Rosales, el director, tiene un estilo muy personal, que a muchos les puede alejar de la historia por su monotonía, y que a mi en cambio me distancia de ella por considerarlo una marca de fabrica demasiado clara. ¿Era necesario hacer esta película tal y como la ha concebido su director?. La respuesta es que no. Pero haciéndola de una forma más convencional seguramente no sería la típica película de festival, llena de premios y de elogios de la crítica, que la final es a lo que algunos directores aspiran con cada película que hacen.
Me parece una película interesante, y al contrario que muchos no me parece aburrida, pero si me resulta algo molesta la sensación de estar viendo una película hecha para que su director se tire el rollo de autor independiente. Que no dudo que lo sea, pero que no sea tan evidente.
Tengo que decir que su segunda película, La soledad, pese a tener un poco de todo esto, resulta bastante más compleja y lograda.

Jaime Rosales, narra las horas del día de una persona anodina, habitante de una también anodina ciudad, en la que como siempre no pasa nada, ni en la ciudad ni en su vida, si acaso las usuales broncas de novios casaderos, las malas interpretaciones de la amistad, los problemas laborales y esos otros pequeños desastres que nosotros los engrandecemos hasta hacerlos insoportables -es decir, la vida misma-. La única forma de llenar la nevera de la vida, ya no pasa por la novia, ni por los amigos, ni por la familia ni por el trabajo, sino por ese anodino asesinato que le refresque la sangre. Pero todo ocurre de forma lineal. Así, si la vida de civil no tiene ni notoriedad, ni acicate, ni emoción alguna, lo mismo para con la vida de psicópata.

Fantástica película, para mí la mejor de este director, si bien pasó –como no podía ser de otra manera- desapercibida ante tanto académico cinéfilo venido a menos, masa cerebral del afamado festival de los Goyas Españoles, lo cual y por otra parte, habla bastante bien de este director. Años más tarde después de premiado a los directores de pago, se le consideró, pero como siempre tarde, ya fuera de hora.

A primera vista "Las horas del día" respira aroma de thriller contado a través de momentos anodinos. Sin embargo es todo al revés. Realmente el thriller no es lo importante. Jaime Rosales se sirve de un elemento dramático muy potente como excusa para llamar la atención sobre el vacío del día a día. El propio título de la película indica al espectador dónde poner el foco y como una declaración de intenciones Rosales nos informa del estilo que definirá su cine.

Cine desnudo que respira tiempo con esa falsa sensación de que no está pasando nada. Porque bajo sus largos silencios el cine de Rosales nos apela y nos cuestiona. La triste verdad de "Las horas del día" es que somos capaces de identificarnos con un protagonista que al mismo tiempo rechazamos.

La opera prima de Rosales es su película más bressoniana. Toda su filmografía respira una verdad apabullante. Nada chirría. No hay lugar para el exceso inverosímil. Entre el espíritu documental y una poética minimalista el director sigue la estela experimental de maestros como José Luís Guerín o Victor Erice. Rosales es sin duda uno de los directores más sugerentes de la escena nacional. Un provocador con piel de cordero. Su cine es un haiku oriental envenenado que bucea en los abismos del ser humano, con la certeza de que incluso en sus rincones más oscuros hay algo de nosotros mismos. Aquí no hay ni buenos ni malos. Esto no es Hollywood, esto es Jaime Rosales.

Película española digna de mención. Película de lo habitual, de una persona como tú o como yo, que lleva una vida diaria completamente normal, en muchas ocasiones monótona, aburrida. Necesita salir de esa rutina, desfogarse. Pero la técnica que utiliza nuestro protagonista para liberarse no es precisamente dar un grito....

Personalmente me recuerda mucho al cine de Michael Haneke, dejando la cámara fija, que sean los actores los que se muevan. Esto ayuda mucho al desarollo de la película ya que refuerza la idea de rutina diaria monótona.

Uno no puede evitar acordarse de "Irreversible" de Gaspar Noé, en ciertas escenas.

La mayoría son actores desconocidos, que hacen que uno se meta más en la historia. Lo hacen bastante bien, destacar a Alex Brendemül, enorme actor y grande personaje.

En definitiva, si te gusta el cine europeo, que deja tiempo a los actores, esta es tu película.

Curioso y bastante original planteamiento vital de un ser humano, a cargo de un debutante en el largometraje.
Contado pasito a pasito, sin prisas pero sin pausas, Rosales, su director, nos muestra a unos personajes cercarnos, reconocibles, nada especiales, como lo que nos encontramos cada día en la calle.
Sin embargo introduce un elemento desestabilizador, estremecedor, que nos inquieta e incomoda, como no podía ser menos. Para entenderlo debería explicarlo, claro está, pero no lo haré por no destrozar algo fundamental para la comprensión del film.
Rosales filma todo con distanciamiento, así nos muestra gran parte de los diálogos fuera del lugar donde suceden. Si están hablando mientras comen en la cocina de la casa, la cámara está fuera. Ello otorga un toque no de frialdad expositiva, pero sí de cierto alejamiento de los hechos.
No se juzga a los personajes. Son todos como son, con sus virtudes y vicios.
El espectador, por ello no puede sino contemplar todo sin ninguna posibilidad de interrelación, de empatía con nada ni nadie. Por ello, al finalizar la cinta, se tiene una extraña y amarga sensación.
Puede que algunos guste y algunos disguste sobremanera, pero sin lugar a dudas no deja a nadie indiferente.
Un cine a contracorriente de lo que se ve masivamente, nada convencional y que hará, tras su visión, reflexionar sobre algunas cuestiones cotidianas del ser humano.
Habrá que seguir de cerca el trabajo de Jaime Rosales. Puede que no guste, pero es alguien a tener en cuenta.

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