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Dobles vidas

Drama. Comedia A Alain, un exitoso editor parisino, y a Léonard, uno de sus autores de toda la vida, les cuesta aceptar por completo el mundo digital actual... y puede que la crisis de la mediana edad. Cuando se reúnen para debatir sobre el nuevo manuscrito de Léonard, Alain debe encontrar una manera elegante de decirle a Léonard que se está quedando atrás, de exponerle sus dudas, mientras que la esposa de Alain, Selena, cree que por fin Léonard ha ... [+]
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
12 de mayo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los comentarios a esta película serán sencillos, pues sencillo, simple, aburrido y tedioso es lo que he visto, a pesar de título tan sugerente o ser obra gabacha. Comedia ligerita de perfidias cuasi cómicas, mucha vacilación en los planteamientos de los protagonistas, planteamientos por cierto simples, y unos diálogos a toda velocidad.

En la obra Alain es un editor de éxito en París y Léonard uno de sus autores preferidos de años y un buen amigo. A todo esto, el film plantea la trillada murga de los cambios y vacilaciones del mundo de la edición entre lo digital y la edición convencional. Pero se ve que Assayas no es un director de tesis, lo cual que esta encrucijada digital/analógica la aborda en una comedia de dobles vidas, lo que incluye infidelidades, muchas mentiras y resonancias a la crisis de los ’40 ó ’50. En ese tenor, la obra carece de gran interés, salvo ver de refilón a la Binoche y poco más.

La dirección de Olivier Assayas es mediocre y no aporta nada, no ya nuevo, ni tan siquiera interesante. El libreto es de su autoría, de medianía, con diálogos a gogó y a ritmo frenético, lo cual no es problema pues para lo que hablan, si pierdes diez minutos o más, puedes continuar viendo el resto de la cinta porque no te has dejado atrás asuntos de calado ni cruciales para el desarrollo de la historia, una historia plana, con poca gracia, sin profundidad, sin enjundia y sin fuerza, como una cerveza sin gas.

Del reparto no hay mucho que decir, son actores y actrices entre quienes destaca por su nombre, no por su trabajo, una Juliette Binoche sin rasgos sobresalientes acompañada de un Guillaume Canet con el cual no para de hablar; y junto a ellos Olivia Ross, Christa Theret y Antoine Renartz, entre otros. Reparto muy ‘normalito’ tirando a falto de garra.

Comedia ligera de parejas en crisis, aunque no haya drama ni carga emocional. He observado una falta de brillo en la narración, pesadez en esos interminables diálogos a toda prisa sobre la dicotomía entre el E-book y el libro impreso, el papel de los críticos, de los nuevos lectores y la resistencia de los antiguos; falta de ingenio u ocurrencia para exponer algo tan manido de que el tiempo desgasta el amor o el sexo en la pareja, la amistad u otros; y la ‘guinda más profunda’ y no por ello menos conocida resulta de que, al hilo de las banales discusiones de Assayas sobre el dilema editorial, el guión pone en boca del personaje Alain el "gatopardismo" que habla de "cambiar todo para que nada cambie", paradoja expuesta por Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957), cuya cita expresa la contradicción aparente: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie"; algo sobradamente conocido por cualquiera medianamente culto y que nada nuevo aporta al film salvo un poco de pedantería a tanta apología de la ‘incertidumbre’. De manera que para un viaje así sobran esas alforjas.

O sea, peli con escasez de ideas, que no descubre nada interesante y que sigue los incidentes fútiles de unos personajes sin mayor relevancia ni carisma. No hay implicación emocional o intelectual de parte del espectador que asiste atónito a un metraje tedioso. Se podría salvar cierta frescura y un humor tangencial que no llega a ser genuinamente gracioso. Claro que para frescura la de una rica lechuga en ensalada.

Como dice un colega de Filmaffinity, “Salí tan indignado de esta peli que ni pensaba escribir nada”. Igual me pasó a mí. Mi opinión tropieza bastante con los críticos oficiales que ven esta cinta con calificativos como “brillante”, “divertida”, “actual”, “lúcida”, etc. En mi opinión estamos ante una película bastante insensata, que carece de excelencia y trata el amor y otros ángulos humanos con enorme frivolidad.

En suma, película atropellada y vana sobre las nuevas tecnologías en el mercado editorial y asuntos amorosos redactados en un guión sobre adúlteros culturetas modernos. No es suficiente.
Kikivall
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19 de mayo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esto del cine se producen circunstancias que me provocarían risa sino fuera porque me sacan de mis casillas. Resulta que la sociedad bienpensante ha denostado a un genio del cine como Woody Allen y su última película, ya terminada, reposa en el cajón de los productores de Amazon (aunque en el momento de escribir estas líneas comienza a sonar la noticia de que se estrenará en Italia) pero el nombre de Woody Allen es usado alegremente como reclamo publicitario para vender otras películas que, perdónenme, poco tienen que ver. Viene esto a cuento porque en el cartel español de Dobles vidas, la más reciente película de Olivier Assayas, se rotula en letras de generoso tamaño y en el centro del cartel: “Una comedia a lo Woody Allen pero con mucho más vino”. En fin, si me pusiera ahora a desgranar las mil y un diferencias entre Dobles vidas y la esencia del cine de Woody Allen ocuparía todo el espacio de esta crítica y no hablaría de una película que, peregrinas comparaciones al margen, tiene varios aspectos más que estimables.

Olivier Assayas (Viaje a Sils Maria) escribe un guion que bebe de cierta tradición del cine francés (Eric Rohmer sería la referencia más evidente) para desgranar ciertas cuestiones que, para bien o para mal, determinan ciertos hábitos y costumbres del mundo contemporáneo en su versión clase media-alta occidental. Con un tono distendido y de aparente intrascendencia, Assayas compone una doble disertación que a pesar de ser distinguibles una de otra, se funden para elaborar un único discurso. Por un lado las relaciones humanas entre los personajes que bajo un barniz de superficialidad esconden la complejidad de cierta indefinición entre la verdad y la mentira, lo perdonable y lo imperdonable, lo perdurable y lo cambiante. Y estos mismos límites, llevados a un constructo más teórico sobre la transformación digital de la sociedad, especialmente en el mundo de la cultura, componen la segunda de las disertaciones, presente en la mayoría de los continuos y fatigosos diálogos que llegan a saturar los oídos del espectador.

Y es que los personajes, escritores, editores, actrices… hablan tanto que a veces son meros vehículos del discurso, y esto, por muy interesante que sea lo que dicen y por mucha lucidez que haya en las palabras de Olivier Assayas acaba por agotar incluso al espectador más interesado en el tema. Y confieso que soy uno de esos espectadores, las cuestiones de las que hablan a menudo me han llevado a la reflexión e incluso a acaloradas conversaciones/discusiones con amigos que, por ejemplo, se han comprado un ebook y han prescindido de comprar libros de papel, algo a lo que, a Dios pongo por testigo, me niego rotundamente.

Entre estos personajes tenemos a un escritor que se repite a si mismo libro tras libro (Vincent Macaigne) y que no consigue que su editor de siempre (Guillaume Canet) le publique su nueva obra mientras otro escritor alardea de tener más lectores en su blog que en sus libros de papel. Una actriz (Juliette Binoche) trata de autoconvencerse de que su alimenticio trabajo en una serie policiaca de televisión no es desaprovechar su talento mientras revive mentalmente éxitos pasados y considera, medio en broma medio en serio, que Fedra es un papel para actrices viejas.

La desmaterialización de la cultura, el abocamiento de las bibliotecas a convertirse en meros contenedores de libros que nadie consulta porque todos están a golpe de clic digitalizados en internet, la obsesión de gran parte de la sociedad porque todo lo que lleve el marchamo de “cultural” ha de ser gratis, la diatriba entre libertad de expresión frente a la incontinencia verbal de los que hablan hasta de lo que no saben, la vacuidad de los políticos que, incapaces de encarnar unas convicciones, son productos de marketing al albur de lo que sus potenciales votantes quieren escuchar, el futuro de la crítica literaria (¿y por añadidura de la cinematográfica?) frente a algoritmos de internet que aconsejan al lector qué libro debe leer en función de gustos pasados sin moverle a ninguna reflexión. De todo esto y de muchas más cuestiones peliagudas habla Olivier Assayas en un guion incuestionablemente inteligente pero un tanto desmedido en palabras por minuto.

Dobles vidas se ve con agrado y con verdadero interés si a uno le mueven todas estas cuestiones, pero le falta gracia y un punto más de mala leche para funcionar como comedia y le sobran diálogos para adoptar la estructura de un ensayo literario en forma de película. Guillaume Canet y Juliette Binoche dan lustre a un reparto en el que destaca Vincent Macaigne como paradigma de un mundo analógico que se desintegra ya no a golpe de clic sino a deslizamiento de dedo sobre una pantalla.
No es cine todo lo que reluce
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25 de julio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Engaños cruzados, dobles sentidos, burgueses hablando sin parar sobre el devenir de los tiempos y las inquietudes existenciales ¿os suena de algo? Pues sí, es un planteamiento que perfectamente podría haber adoptado Woody Allen, pero aquí es más "a la francesa", es decir, lo mismo pero mientras no paran de comer y beber.
En cualquier caso, estás "dobles vidas" plantean temas y reflexiones de alto interés en los tiempos actuales, en los que, especialmente en el ámbito de la cultura y las relaciones sociales, tantas cosas están cambiando y la gente de entre 40-50 años nos encontramos en una "zona muerta", divididos y sin saber qué rumbo tomar.
En definitiva, una película interesante, que te hace reflexionar, aunque un poco forzada en su argumento y quizá algo floja en el ritmo narrativo.
alfprobator
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3 de diciembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dobles vidas

No puedo evitar sentir auténtica adoración por esa mujer, icono ya e inevitable referencia del cine francés, que es Juliette Binoche. Y no olvidaré jamás que mi platónico flechazo ocurrió de manera instantánea cuando la vi por primera vez, hace ahora 28 años, en “Los amantes del Pont-Neuf”, paradójicamente el más antiguo de los puentes de París, cuando era una joven venteañera exultante
de descaro, vitalidad y talento. Entonces, tuve la seguridad de que asistía al nacimiento de una gran actriz y más adelante en la prodigiosa triología “Azul”, “Blanco” y “Rojo” del director polaco Kieslowski, prematuramente fallecido, confirmé esta certeza. Mi incondicional admiración nunca disminuyó sobre todo después de que una cautivadora y audaz forastera acompañada de su hija se presentara en Lansquenet, un encantador pueblecito francés perdido en alguna página olvidada del tiempo, para endulzar la vida de sus habitantes.
Ahora, el director Olivier Assayas, la incluye (no es primera vez) en “Dobles vidas”, junto a un selecto grupo de formidables actores entre los que se encuentran Guillaume Canet, Olivia Ross, Christa Theret y Antoine Reinartz. Y, una vez más, me maravilla la elegancia, tanto argumental como la puesta en escena, de muchas de las películas del cine francés, su muy particular y desenfadada forma de concebir la vida, el civilizado razonamiento que les permite trocar el drama en comedia y, en general, esa sofisticada e inteligente manera de resolver muchos de los conflictos domésticos que inevitablemente se nos presentan a lo largo de nuestra existencia.
Me toca muy de cerca, por razones de mi andadura profesional, la excitante historia que nos cuenta Assayas en “Dobles vidas”. Entre editores y autores anda el juego, sus tormentosas relaciones y constantes desaveniencias, las muy humanas y comprensibles diferencias entre la rentabilidad y el valor intelectual de la obra con las que frecuentemente colisionan los interes de ambos dejando al descubierto sus numerosas contradicciones. Una película donde el interés de lo que se dice, por su abrumadora actualidad, a través de unos diálogos que se suceden a velocidades endiabladas, solapa, sin llegar a opacarlo, el indiscutible atractivo de la trama; nos somete a un estimulante y necesario ejercicio de reflexión, el mundo cambia a tal velocidad que nos sorprende con el paso cambiado, las nuevas tecnologías nos obligan a plantearnos nuevas estrategias si queremos sobrevivir en cualquiera de las actividades -y la edición y publicación de libros tal y como las hemos conocido hasta ahora no son una excepción- que ocupan y exigen nuestros mejores esfuerzos.
Y entre la espesa niebla que nos rodea, siempre nos quedará Juliette Binoche, que vuelve a brillar con ese incandescente fulgor que siempre ilumina a las estrellas, aunque este último párrafo, mis improbables lectores, resulte insultantemente cursi.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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21 de diciembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que esta película nos evoque claramente a Rohmer o Woody Allen solo demuestra, a mi juicio, que Assayas está a considerable distancia de ambos en esta propuesta. Verborreica hasta decir basta a ritmo de ametralladora verbal nos impide una mínima reflexión de lo que "vomitan" sus protagonistas sobre el mundo tecnológico que nos engulle a pasos agigantados.  La traslación de lo que Assayas circunscribe al mundo editorial a la cultura o a la vida en general merece un poco más de poso o como poco verse la película un par de veces más. Y todo ello desde un púlpito de una clase acomodada cada vez más pendiente de su ombligo que de lo que pasa en la calle, por mucho que a la postre compartan en su fuero interno las mismas inseguridades e infidelidades que el pueblo llano. Solo cambian el entorno de lujo y la copa de vino caro en la mano para lanzar el postureo de sus certezas de un futuro social y cultural que se adivina muy turbio. Vidas digitales cultas y civilizadas que permiten variaciones, pruebas, deleteos y reinicios de forma ordenada y aseptica tan solo apretando las pragmáticas teclas de control y supresión, para que todo cambio permita que todo siga igual.

No acabo de entender lo que quiere contarme el director en esta ocasión, ni tampoco la postura vital de sus personajes que defienden con alta profesionalidad y naturalidad su elenco de lujo. Probablemente lo mejor de una comedia de humor inteligente que duda demasiado de serlo o cree serlo demasiado.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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