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Ahora sí, antes no

Drama. Romance Un director de cine independiente está de visita en la ciudad de Sueño, donde se proyecta una película suya, y dando un paseo en un palacio se encuentra con una joven pintora. A partir de ese instante, las cosas empezarán a cambiar. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
30 de mayo de 2016
10 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las buenas críticas y la idea de presentar una misma historia con distinto resultado en base a un sustancial cambio de actitud del protagonista, me pareció atractiva, pero tras sufrir las 2 horas largas que dura este truño inclasificable, he llegado a la conclusión de que ni siquiera ha existido nunca esa idea. Ni idea, ni guión, ni historia. Mi impresión es que el director ha rodado una serie de secuencias, sin apenas guión y con diálogos totalmente improvisados y luego las ha montado como le ha dado la gana. De ahí las continuas frases contradictorias, los diálogos banales, sin el menor interés, la ausencia de un hilo conductor y la constante sensación del espectador de estar siendo víctima de una monumental tomadura de pelo. Me pregunto si los críticos supuestamente profesionales la han visto de verdad y entera, o habrán hecho como Fernando Colomo, miembro del jurado en la última edición del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, que entró a ver la fantástica Magallanes a mitad de la película. Creo que algunos, ni eso, han debido elaborar su "crítica" de oído o bajo los efectos de alguna sustancia enajenadora...
MARIANA
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19 de enero de 2016
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
[SPOILER] El deseo, el presente, el sueño, el futuro, el recuerdo, el pasado, la desinhibición y percepción a través de la borrachera nos hablan todos de la MENTE, la engañosa mente. El cuerpo y el espíritu como un todo pueden ser mostrados con autenticidad, así como lo falso y lo torpe del comportamiento social. Representar lo patético del deseo, representar la mente jugando con nuestra alma. ¿Pueden todos estos conceptos enseñarse con el mismo tratamiento en la puesta en escena? Es este el gran juego que propone una y otra vez nuestro querido director de Corea del sur. No solo pone a un mismo nivel todas estas percepciones de la mente sino que también quiere que el espectador lo perciba todo al mismo tiempo.

Hong Sang-soo se mueve sobre terreno conocido para explorar desde lo banal de cualquier acto físico a lo etéreo de la vida que se posa sobre ellos. Con unas ideas que podría decir que son como moverse dentro de escalas musicales y sus escalas asociadas, (como son la cuarta y la quinta, o cambiar de escala menor a mayor respetando los sostenidos y los bemoles), sus películas me recuerdan bastante a las reglas de la armonía musical. Y todos los músicos saben cuán lejos se puede llegar con conocimientos de armonía y cuánta música se pueden hacer dentro de esas reglas, Hong Sang-soo con sus bases repetidas puede ir cada vez más a fondo y pulir algo que muchos otros no han siquiera intentado rozar.

La nueva película de Hong Sang-soo es esto, una pequeña joya ligera que no se te escapa de los dedos, es imposible no verla hasta el fondo y eso la convierte en una experiencia completa, quién conoce su cine sabe de qué va, pero ni la expectativa ni la predecibilidad pueden superar la experiencia de ver Right Now, Wrong Then. No hay piloto automático, no hay inercia, hay siempre búsqueda hacia eso que solo puedes saber que tienes mientras lo estás registrando.

Contar su premisa central, es de lo menos interesante de la película. La película se compone de un mismo relato contado dos veces con variaciones, hay quienes ven claramente que las dos variaciones sobre unos mismos diálogos, locaciones y personajes hablan de la posibilidad de ser sincero (la segunda vez que nos cuentan la historia) y la posibilidad de ser falso (la primera) en el encuentro y deambular de sus protagonistas mientras están juntos. Yo he visto otra cosa, pero es que el autor es lo que quiere conseguir con cada una de sus películas:

“Mis películas se construyen sobre situaciones muy concretas, pero no buscan deliberadamente transmitir ningún mensaje. Quiero que provoquen reacciones individuales, muy diferentes las unas de las otras”.

Lo que más me ha llamado la atención del tratamiento de la historia es cómo los personajes son desdibujados, el simple hecho de cambiar la emoción de un personaje lo convierte en otro, su visión del mundo cambia y entonces él también cambia, es un cambio en apariencia sutil, pero esa sutileza sencillamente lo cambia todo. Poner como premisa a dos personajes que son totalmente desconocidos el uno del otro es un recurso práctico para la presentación de personajes pero también da el juego de que pueden relacionarse de cualquier manera, es tan rotundo ser honesto como ser falso en un contexto como ese. Los diálogos están muy estudiados, es por eso que pueden perderse y encontrarse en la improvisación, la libertad atada de esos diálogos, así la línea narrativa a veces sigue su rumbo mientras que otras cambia y podrían haber muchas más variaciones en el vínculo que se construye entre ellos y por tanto lo que se vuelve acción y suceso, pero es muy inteligente cómo también Hong Sang-soo se preocupa de la ligereza que sus películas tienen que poseer, tanto en su tratamiento como en su duración.

Para resumir, la cantidad de elementos que consigue transmitir son para sacarse el sombrero: hay metacine, hay juego en la estructura, hay juego en la ficción, hay juego en representar lo patético, autoconocimiento y sentido del humor más que risas. Una película imprescindible y llena de sabiduría. [FIN DEL SPOILER]

https://fantasmaswordpresscom.wordpress.com/
Andrea Bravo
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28 de diciembre de 2016
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Si tuviera que tenerlo todo planificado antes de empezar a rodar, hacer películas sería muy aburrido. Me sentiría como un albañil".

Sang-soo apostilla que si se topa con algún bar o algún restaurante que le sugiere algo, pide permiso al dueño para rodar allí. Comenta que le gusta beber; por eso, a menudo sus personajes brindan con licor de arroz, y lamentan en sus resacas lo que tuvo lugar en sus ebriedades. Tiene una clara predilección por el emplazamiento y el relato cotidiano. Sus personajes hablan de manera descreída y mundana, como en Ozu; y se comportan, al modo de F. Heider, como 'científicos ingenuos', intentando elucubrar.

En su espontánea y humilde sinceridad yo diría que esconde una pequeña mentira. Su trazo de caligrafía es diáfano y franco; pero, por la constitución (des)organizadísima de sus relatos, que cruzan líneas temporales reales e hipotéticas, plausibles y soñadas, es un auténtico 'estructuralista', y juega como un científico, mezclando soluciones químicas.

Veo, en su Cine, aromas particulares.

1. El azar. En 'The day he arrives' (2011), un personaje diserta sobre las veleidades del destino y, a grandes rasgos, asegura que la certeza de lo que eventualmente ha ocurrido (y ya inmutable, por real), no impide que haya todo un universo de posibles que también podrían haber sido. La evidencia de lo que ya estamos viviendo y, por ello, existe, nos cobija de la ferocidad de un caos de causas posibles y de consecuencias onerosas que, de abrumadoras, paralizan. En ese caso, la realidad toma forma de 'ordalía' psicológica; una prescripción formulada como inquebrantable y única cuando, en realidad, no lo es.

2. El amor perfecto como entelequia esquiva, en ese marco de azares caprichosos. Sang-soo niega la influencia, pero las brisas de Rohmer se perciben con mucha fuerza.

3. El plano fijo. Sorprende, en una cinematografía que destaca más por lo efectista y ostentoso, como es la surcoreana. En esa apacibilidad de cámara, cada desplazamiento de foco o zoom revela algo.

4. La auto-referencia, obvia en la figura del 'director de Cine' como "héroe" recurrente de sus películas. "Mis personajes suelen ser directores de Cine porque hablo sobre lo que conozco", apunta Sang-soo, que se divierte enfrentando la idealizada figura del artista a su nimiedad íntima.

5. El relato, como albur. 'Ahora sí,...' es un fehaciente ejemplo. Una historia banal, contada dos veces, con sutiles variaciones. La primera, parece corriente. La segunda también lo parece; pero desemboca en un mar opuesto y, con ello, parece radicalmente diferente. Sang-soo acierta en no explicitar hasta el absurdo ('El efecto mariposa', 2004) la severidad de las posibilidades.

La contingencia de azares es clara, y es en ese abismo de causalidad voluble donde el Cine de Sang-soo vive.

Gracias.
Nuño
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26 de marzo de 2017
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Confieso que, como decimos acá en Uruguay, vengo con viento en la camiseta. Acabo de ver "Ahora Sí, Antes No" y tengo tres certezas:

1) es imposible clasificar esta película y hacer un comentario es una tarea muy esquiva; 2) muchísimos espectadores le caerán con todo: que "aburre", que "no tiene pie ni cabeza", que "nunca vi nada tan horrible antes", y cosas por el estilo; y 3) yo he quedado fascinado.

La historia que transcurre durante 24 horas en las que un director de cine que pretende seducir a una mujer con una charla intrascendente y el cortejo con el que ella responde, está contada con planos larguísimos de cámara fija, con apenas alguna panorámica leve a izquierda o derecha y, en escasísimos planos generales, algún acercamiento con zoom en un paseo por una pequeña ciudad del Corea del Sur.

En ese juego de galanteo aparecen otros personajes que participan de la intrascendencia aparente de los diálogos, y justo en la mitad vuelven a aparecer los créditos con el título del filme y comienza a desarrollarse nuevamente la misma historia, los mismos diálogos, con apenas diminutas variaciones en los planos y en las posiciones de la cámara, y minúsculos cambios en los parlamentos que hacen que el resultado de los hechos sean completamente distintos. Por lo que en definitiva se cuentan dos historias distintas (aunque similares). ¿O tal vez sean dos versiones distintas de un mismo guión que un cineasta luego deberá resolver en la sala de montaje?

Definitivamente hay que tener el bocho muy abierto para poder gustar de esta obra, una paciencia más grande que la de una tortuga y unos ovarios o testículos de oro para soportar, y porqué no también gozar, la levedad de una película absolutamente distinta y genial.

Ah, el protagonista principal tiene una soberbia y memorable actuación.
Atilio
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28 de mayo de 2017
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El amor es lo único que importa en esta vida aparte de la cerveza. Si encuentras a una persona a la que puedas amar y con quien puedas compartir tu vida, que en el resto de facetas de tu vida seas un desastre carece de gravedad”. Hong Sang Soo

A Hong Sang Soo le gusta jugar en sus películas con las geometrías narrativas y las repeticiones, en una suerte de arte de la variación –con sobresalientes resultados, véase “El día que él llega” (2011) o “En otro país” (2012) - pero también le obsesiona el azar y de qué manera nuestros caminos discurren en un sentido, del mismo modo que hubieran podido discurrir por otro, tal delgada e imprevisible es la línea que nos separa de otra vida diferente.

Sang Soo lleva en esta película al extremo sus obsesiones ofreciéndonos no una sino dos películas o la doble cara de un argumento análogo. Añade, por seguir con la metáfora musical, una variación “per motum contrario” –“Bien ahora, mal entonces” que complementa a la primera – “Bien entonces, mal ahora”-, ambas con una base argumental casi idéntica: un cineasta –el sempiterno alter-ego de casi todas sus películas- llega a la ciudad de Suwon con objeto de presentar su última película pero llega un día antes de lo previsto y, algo aburrido, trata de ocupar el tiempo lo que le depara algunos encuentros femeninos. Sang Soo nos ofrece dos versiones de la misma historia con ligeras pero significativas variaciones.

Con su característico estilo naturalista –rohmeriano dirán unos, woodyalleniano dirán otros- basado en esas extraordinarias y largas escenas de diálogos aparentemente banales e intrascendentes pero fascinantes, en torno a mesas de cafés o restaurantes, donde tanto se come y tanto se bebe, rodadas mediante largos planos medios de hipnótica atracción, que sirven al prolífico director coreano para mostrarnos cómo el azar y la entropía rigen nuestros destinos y frente al que sólo nos queda sino acomodarnos y disfrutar en lo posible. Muy buena
Gould
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