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Spain Spain · Sabiñánigo
Vargtimmen rating:
8
Drama Simon is forty, he works as a psychologist in the human resources department at SC Farb, a petrochemical complex which is the French subsidiary of a big German multinational company. His job mainly consists of interviewing potential workers until the day he gets a special assignment. Karl Rose, codirector of the factory along with Mathias Just, asks him to carry out a psychiatric evaluation of the latter. Simon finds himself trapped ... [+]
Language of the review:
  • es
August 28, 2008
32 of 38 users found this review helpful
Los créditos finales ascienden bajo una música casi funebre, ligeramente presente trás unas últimas palabras en negro y en off del narrador de la historia que no es otro que Simon (Mathieu Amalric) y uno tiene la sensación gratificante de haberle dado a las neuronas un repaso memorable, de haber experimentado confusión, dolor y otras muchas sensaciones para nada complacientes ante "La question humaine". Sin duda estamos ante una película compleja, que desgrana poco a poco la esencia de su complejidad y su necesario lenguaje en torno precisamente a la existencia de ese "lenguaje muerto" del que se habla al final de la película. Me detengo un instante e intuyo que esta crítica va a ser dificil de comprender sin haber visto el largometraje y puede que tal vez hasta después. Con aires de film de investigación, con ritmo de cine negro, trazando espeluznantes paralelismos entre el Nazismo y la actualidad empresarial, Klotz y evidentemente Emmanuel y Perceval que son los que andan detrás de la historia, nos dan una lección de como acceder mediante las luces del cinematógrafo a la oscuridad de la cuestión humana. No es de extrañar que por momentos nos sintamos perdidos como cuando contemplamos por primera vez (o por segunda, o por tercera) "El sueño eterno" de Hawks, su trazo es tan cortante como intermitente, sus rostros tan fatigados, asomándose a los fantasmas de su pasado, su presente y su recóndito futuro.
En este escenario de desolación casi no hay tiempo para el amor, para detenerse a escuchar a quien está pidiendo ser escuchado, casi no hay voluntad sin intereses y sí hay hueco para el desprecio y la rabia. Sus cuerpos se derraman como esos otros cuerpos de los que al final se hablan en las urbes de nuestros días, en el nauseabundo suelo donde duermen estos ricos borrachos inconscientes del mecanismo que los rodea. Y entre medio la música como salvación y pesadilla, como puerta abierta al gratificante desconsuelo, como medio solemne de soltar las verdades al viento, ya sea en la voz de Miguel Poveda en flamenco, con fado portugués o esa misma música penitente que nos deja su desgarrador desenlace moral.
Vargtimmen
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