Cosas de casaSerie

Está claro que "Cosas de casa" nunca llegó al nivel de "El príncipe de Bel Air", pero la serie llegaba a tener momentos bien hilarantes gracias al trabajo de Reginald "Die Hard" VelJohnson y del desaparecido en combate Jaleel White, chaval verdaderamente cómico que llegó a comerse la serie él solo.

Al final, a eso se reducía el show: a las catástrofes que Urkel provocaba.

"Cosas de Casa" es como si intentaran meterte un puño por la garganta y luego bombearan sin parar hasta que te tragaras el vómito una y otra, y otra y otra vez.

Es a eso a lo que se dedicaba Antena 3 en los años 90': si la fórmula funcionaba, la repetían hasta la saciedad, llegando a repetir dos capítulos la misma semana. La gente tragaba con las andanzas del friki Urkel, el padre gordo pitufo trinca donuts, la tía pedorra divorciada, el hermano mayor con cara de simio aspirante a rapero de medio pelo y su imbécil hermana, (iba de "modelo" y perra hortelana que ni comía ni dejaba comer: no tenía ni medio polvo) el gangoso del Waldo Faldo y luego la novia del Urkel, que esa si que estaba bien buena pero se murió en la vida real.

Juro que si en algún lugar me hacen ver un sólo capítulo más de ésta bazofia me hago un David Carradine, (al menos para conservar el rigor mortis)

Ñoña, pastelosa, simple, maniquea, moralista y facherío norteamericano: si Malcolm X y Spike Lee vieran tal despropósito, se darían de bruces contra la pared.

Si recordamos el principio de esta serie, nos mostraba una idílica familia afroamericana, que salía adelante y que entre aventura y desventura nos dejaban una moraleja.
Para azucararlo más el opening de la serie era "What a wonderful world" del grandísimo Louis Amstrong.
Hasta que apareció EL secundario. Steven Urkel.

Su buena acogida le convirtió en fijo y ahí empieza lo mejor de la serie. El intro cambia por uno más marchoso y la serie se pasa al humor y deja un poco de lado las moralinas.

Una serie divertida y entrañable. Inolvidable los enfados de Carl Winslow y los mil y un tropiezos de Steve.

La serie acabó por perder encanto cuando Steve se convirtió en Stefan definitivamente. Si, ya sabeís, Steve construyó una máquina que sacaba a su otro yo. Un chico guapo, con una voz sensual y nada torpe.

Si bien esta serie infravalorada no ha gustado tanto como otras es por las siguientes razones: La primera, porque en ningún sólo episodio sueltan una palabrota. La segunda, por ser afro-americana. Y la tercera y última, porque es educativa. Esta serie, aunque entre episodio y episodio no consigan mantenerse en la línea, y la dinámica de estos cambia un poco de uno a otro, estos episodios están cargados de humor y de verdaderos disparates con los que algunos te será imposible no reír. Todo el reparto está en general muy bien, pero como es lógico, los que predominan son Jaleel White (Steve Urkel) y Reginald VelJohnson (Carl Winslow). Este último es muy divertido, y hay veces que de verdad luce con unos momentos realmente buenos, con sus cabreos y su genio característicos del personaje (cabeza de familia). Pero después tenemos a White. ¿Qué decir de este personaje? Me parece increíble su interpretación desde tan pequeño cuando empezó a salir poco después de los primeros episodios. Es todo un mito en lo que se refiere a personajes de comedia de toda la historia, por ser tan característico de él tantas cosas y tantas frases. Con una voz chillona e irritante que lo magnifica aún más. Lo que más me gusta de éste es que es como ver a un dibujo animado, con unas muecas y movimientos alucinantes. He de destacar las numerosas imitaciones a famosos que hace a lo largo de la serie. Steve Urkel es aquí un gran cerebrito, pero decir que es torpe es poco. Todo lo que toca e incluso lo que no toca, lo rompe, lo explota o lo tira, y por esto nadie lo soporta; y mucho menos su amor no correspondido, Laura Winslow (Kellie Shanygne). Los momentos con Carl son, aunque no todos, muy buenos, sacándolo siempre de quicio. Ahora os diré las razones por las que la serie es genial; porque en ningún sólo episodio sueltan una palabrota, por ser afro-americana y la última: POR SER EDUCATIVA.

Entrañable sitcom que inmortalizó el antihéroe más simpático de la televisión, el gran Steve Urkel. A lo largo de varias temporadas, en las que se observa el crecimiento de niño a adulto pasando por adolescente, se nos ofrecen divertidísimos capítulos con chapuzas y desastres y otras situaciones más afortunadas. Un vecino que trae de cabeza a la familia Winslow y especialmente al padre, pero difícilmente pueden pasar sin él. Gracias a este crack de gafas enormes, tirantes y pantalones subidos por encima del ombligo, la audiencia de la serie fue altísima en todo el mundo, popularizándose en diferentes idiomas la frase: "¿he sido yoooo?"

Al margen del humor, también hay espacio para pequeños mensajes morales que afectan tanto a relaciones de pareja como problemas cotidianos de las diferentes etapas de la vida. De hecho, esta combinación es la que caracteriza a las comedias de situación afroamericanas y la que le permitió un indudable éxito en los años noventa.

Durante las 9 temporadas se van incorporando nuevos personajes, como por ejemplo Waldo Gerardo Faldo que se convierte en otro de los elementos cómicos de la serie y con un doblaje en la versión castellana bastante hilarante.

Como en toda serie longeva, pienso que la alargaron demasiado y las últimas temporadas son mucho más flojas que las primeras. Pero sin duda dejó una importante huella agradando a varias generaciones y se guarda un especial recuerdo de ella.