La traición

Es curioso que el tiempo pasa y hay muchos comentarios de gente que dice que Mark Wahlberg ha mejorado, pues siento decir que discrepo respecto a esas opiniones. Si se dice eso es claramente porque nunca ha tenido esa calidad que lo define pero la potenció en sus primeros films. Desde Diario de un rebelde con DiCaprio hasta Tres reyes con George Clooney pasando por esta cinta de James Gray que definió la química entre Wahlberg y Phoenix repitiendo varios años después en la fabulosa La noche es nuestra. Es cierto que La otra cara del crimen discierne de la calidad, tensión y acción que tenía aquella pero para ser el segundo largometraje de Gray y más con un escritor como Matt Reeves quien nadie esperaba que actualmente fuese uno de los grandes a su manera fuera tan sorprendente como es The Yards. Cine negro, crimen, dolor, mentiras, familia, hay muchos temas que se juntan en un thriller realmente correcto que gana enteros en su última media hora ya que primeramente tarda en arrancar y es lo que la debilita en cierto modo. Phoenix es sin duda el mejor de la cinta y Charlize Theron aunque aparentemente es una chica florero luego va ganando puntos hasta menguar en un último tramo impecable. Un buen reparto bien aprovechado, solventado por una notable banda sonora de Howard Shore que ambienta toda esa crudeza, corrupción y crueldad que transmite la cinta.
En definitiva, La otra cara del crimen es un buen drama, thriller o cinta de cine negro que aunque es predecible en muchos aspectos también es valiente y arriesgado en otros, no es una maravilla pero debería tener algo más de reconocimiento sobretodo en la criticada filmografía de Mark Wahlberg quien no ha mejorado, sigue al mismo nivel aunque tuviese un bajón durante un par de años.

Las películas de James Gray tienen algo especial. No son redondas, no son geniales, pero tienen ese aroma que no se puede explicar que da el buen cine. Sus historias son imperecederas y parecen rodadas en los años 70, parece como Sidney Lumet hubiera resucitado. La ambientación siempre es estupenda así como el retrato de los personajes y normalmente te sitúa en lugares o situaciones no muy habituales de ver en el cine americano (fábricas, etc.)
En este caso nos adentramos en la corrupción de baja intensidad, la compra de políticos locales para lograr contratos, algo que aquí en España (y supongo que en muchos sitios) por desgracia conocemos muy bien.
La primera parte de la película está muy bien, pero languidece y no está a la altura en la segunda parte (cuando, no desvelo nada, el “prota” tiene que huir) en la que la narración es más rutinaria y en algunos casos poco lógica.
Los intérpretes en general están muy bien (sobre todo, Ellen Burstyn) excepto el amigo Mark Wahlberg, que con su inexpresividad no hace creíble su fundamental papel.
Sin llegar al nivel de “La noche es nuestra”, recomendable para todo aquel, que sin pretender ver ninguna obra maestra, quiera ver cine del bueno.

La verdad es que la primera hora transcurrió demasiado lenta, luego le encuentras su punto a la historia, pero todo va demasiado pausado.

Demasiada inexpresividad en la cara de Mark Whalberg en su papel de Leo.

En cuanto a la trama, al principio me dió rabia que Leo no quisiera meterse en problemas por lo de su libertad condicional, pero claramente se inclinó por ello casi a sabiendas, inducido por su amigo Willie.

De fondo el mundo de la corrupción empresarial, de la corrupción dentro del estado. Pero qué pasa cuando alguien no respeta el código del silencio, el código del dinero.

*El regreso de Ulises

En las primeras secuencias Gray vuelve a incidir en el tema de la familia como caldo de cultivo de los conflictos centrales. Observando la mitología griega, se podría asegurar que casi todo el cine del director se basa en el Ulises de Homero. En Cuestión de Sangre (Little Odessa), el retorno del guerrero lo llevaba a cabo un sicario al que encargaban un asesinato en su barrio natal, lo que le llevaba a confrontar su pasado familiar. En La otra cara del crimen (The Yards), Leo, el protagonista interpretado por Mark Wahlberg, regresa a casa tras pasar dieciséis meses en la cárcel por el robo de un coche.

En la fiesta familiar de bienvenida casi parece un intruso. Gray nos muestra con sutileza la debilidad de esos lazos familiares. Willie, interpretado por Joaquin Phoenix, es su mejor amigo, al que encubrió del delito. Con sangre latina en sus venas, tiene la necesidad de ser aceptado por sus suegros, pero alguien ya le advierte que nunca va a ser tan blanco como ellos.

Su novia es Erica, interpretada por Charlize Theron, prima de Leo. La tensión sexual entre los primos es evidente, se nos revela un amor imposible, un tema tabú que la familia esconde bajo la alfombra. Erica es una mujer atrapada en una vida que no quiere. Durante la primera conversación a solas de los primos, sucede un apagón que simboliza el peligro inherente a esa relación. Habrá dos simulacros más de apagones durante la película. Son momentos donde la tragedia está a punto de explotar. Como veremos, el tratamiento de la luz y de la oscuridad son fundamentales en la concepción semiótica de la película.

*La visión fatalista de Gray

De forma casi imperceptible, suena la canción I’m begginning to see the light (estoy empezando a ver la luz) de Peggy Lee. Puede ser un nuevo comienzo para Leo, su viejo amigo le ha ofrecido un trabajo en la empresa de transportes ferroviario de su suegro. Es un negocio competitivo donde pronto descubrirá que no siempre se juega limpio para obtener las concesiones administrativas. Sin comerlo ni beberlo, se encontrará una noche saboteando trenes de empresas rivales y todas sus buenas intenciones se irán al traste cuando la cosa se tuerza. El fatalismo en el inevitable destino, algo que suele estar presente en el cine de Gray.

Si en su primera película, ya jugaba con una luz contrastada para materializar los dilemas morales de sus personajes, en La otra cara del crimen (The Yards) nos da una clase magistral de su uso, junto al director de fotografía Harris Savides (Zodiac, Reencarnación).

*El uso de la luz

El rostro de Willie, está en permanente sombra, en especial, a medida que avanza hacia la amoralidad. Hay una escena en la que está con su novia y la pantalla aparece dividida en dos, una mitad está completamente en negro. En ese momento, ella es su único foco de luz, él está al borde de ser engullido por la oscuridad. En otra escena, en el rellano de la escalera, mientras intenta reconciliarse con ella, la mirada de Willie está en constante penumbra, apenas se distinguen sus ojos.

También destaca el tratamiento de la luz de La otra cara del crimen (The Yards), en la escena del encuentro nocturno entre Leo y Frank Olchin (James Caan), el magnate ferroviario. Es un momento donde la luz va y viene, iluminando a sus personajes al tiempo que segundos después los sume en la completa oscuridad. Es la manera que tiene Gray para indicarnos lo fácil que es traspasar ese límite de la moralidad.

James Gray asegura de forma jocosa que todo lo copia de Coppola. Hay una escena que recuerda mucho a El Padrino. Cuando Erica visita a su padrastro para pedirle un favor. El encuadre y la iluminación del despacho te retrotraen inmediatamente al de Vito Corleone. No es casualidad que el actor escogido para ese magnate corrupto sea James Caan, actor que interpretó al inolvidable Sonny Corleone en las dos primeras partes de la trilogía.

Conclusión

La otra cara del crimen (The Yards) nos plantea un thriller criminal ubicado en la corrupción existente en el negocio del transporte ferroviario. Alguien dice en la película que los favores son más importantes que las amenazas. Es un mundo donde las administraciones públicas, la policía y las grandes empresas, llegan a acuerdos en los despachos para manipular la verdad a su conveniencia.

La otra cara del crimen (The Yards), es la segunda película dirigida por James Gray, donde vuelve a incidir en el tema homeriano del retorno al hogar. La familia vuelve a ser núcleo de los conflictos morales de los personajes, así como la toxicidad de personas en las que confiamos, conservando también ese tono fatalista al abordar el ineludible peso del destino en nuestras decisiones (más marcado en la versión Director’s Cut, como vemos en el spoiler del párrafo anterior).

La señas de identidad del cine de Gray están presentes y marcan la línea a seguir en sus posteriores películas. El ritmo melancólico y crepuscular, la utilización psicológica de la luz o su ausencia, el tono trágico dostoievskiano en un relato de cine negro clásico. Gray es un cineasta en ocasiones incomprendido que, sin embargo, se ha convertido en uno de los autores más personales del cine contemporáneo. La otra cara del crimen (The Yards), es una película a reivindicar.

Escrito por Daniel Farriol

Un implacable drama familiar dirigido por un "casi" debutante director llamado James Gray y que se desarrolla en medio de un ambiente que a simple vista podría parecer un lugar común y corriente, con personajes comunes y corrientes, pero que a medida que avance se convertirá en una pesadilla de mentiras y corrupción en el que los pilares de dos familias pondrán a prueba su lealtad, amor, incluso su propia supervivencia.

Me ha llamado la atención volverme a encontrar con que en algunos "críticos profesionales" coinciden en contra de un film y lo tachan de "pomposo" o que el mismo "tiene mucha ambición". Pongo en consideración este punto en estas lineas porque creo que este par de señores o "se levantaron con el pie izquierdo", o ya de plano se dejan guiar por su "instinto" y sin siquiera analizar un poco, directamente no tienen simpatía hacia ciertos directores (entiéndase poco conocidos aún) y se atreven a señalar estos adjetivos, confirmándolos (y con tanta seguridad) como "futuros fracasos" dentro de la industria.

Yo solo añadiré que me alegra saber que el tiempo sea el mejor juez de todos. Punto final sobre este aspecto.

Sobre el film es interesante ver como van construyendo la historia el mismo Gray junto a Matt Reeves en el guión, que aunque no parezca es bastante sencillo, realista y HUMILDE. Aquí si bien estamos a punto de ver el nexo entre un acaudalado administrador de vías ferroviarias y un sobrino caído en desgracia que acaba de salir de la cárcel, es claro que la lucha de clases esta presente en todo momento y se explora los entresijos de una industria que mueve millones de dolares al año y de la cual es imposible no querer perder terreno al precio que se necesario llevar a cabo.

Aquí no se muestra opulencia o riquezas por doquier (a lo mucho una casa bonita en un vecindario decente) o se esta tratando de embellecer el lado oscuro de los negocios. Las oportunidades se toman, los riesgos están siempre presentes, si las cosas salen bien, se gana. Y si se comete un error, eso tendrá un precio.

Así de fácil, crudo y real. Las imágenes que se mueven entre la claridad y la oscuridad (magnifico trabajo en la cinematografía por parte de Harris Savides) representan la ambivalencia moral de cada uno de los protagonistas, porque cada uno lleva bajo su conciencia su respectivo secreto, que finalmente por causa y efecto tendrá una consecuencia inevitable. La pregunta es solo saber cuando será el momento en que esto suceda.

Sobre el reparto de lujo destacar a un correcto Mark Wahlberg junto a una estupenda Charlize Theron. A su lado hay que poner un escalón arriba a un magistral Joaquin Phoenix en una actuación brutal, incluso me atrevo a afirmar que aquí realiza un trabajo superior a su conocido rol en la algo sobre-valorada "Gladiador", estrenada el mismo año. De soporte contamos con experimentados de peso como un poderoso James Caan o unas siempre divinas Ellen Burstyn y Faye Dunaway.

Un film excelente.