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Gentleman Jim

Drama. Comedia Biografía del campeón de boxeo James J. Corbett. Conocido como 'Gentleman Jim', Corbett se convirtió en el primer campeón del mundo de los pesos pesados en 1892, cuando derrotó a John L. Sullivan, tras la entrada en vigor de las llamadas reglas de Queensberry, que exigían la utilización de unos guantes hinchados para proteger los nudillos, un cuadrilátero con unas medidas determinadas y establecían la duración del combate... En Estados ... [+]
Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
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9
19 de junio de 2009
28 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Absolutamente atronadora, alfombra roja con hurras de fondo por favor, y también si puede ser, con mi abuela enseñando el ombligo tras menear su pandero.

Mr hilo de hormigas Flynn asoma su estela plateada para noquear al respetable con un papel increíblemente memorable, arrollador y apoteósico, ahora mismo, no recuerdo una película tan infravalorada del señor soplete con pajarita, quizás Objetivo Birmania.

Flynn dinamita la pantalla y vierte ácido sulfúrico con frases absolutamente antológicas.

-"Es usted un caballero"
-"Y con aguante señora".



Y con aguante, y con aguante, para enmarcar.

Mil aplausos para Raúlito Walsh que demuestra ser un auténtico todo terreno y una estatua al Mr. piano de cola.
9
11 de julio de 2011
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra de esas grandes obras maestras que Raoul Walsh creaba sin aparente esfuerzo. Todo lo mejor de él está aquí; un gran un ritmo narrativo, esas escenas cómicas tan características de su cine, y un guión que va directamente al grano y desecha lo absurdo.

Errol Flynn y sus habituales compañeros están pletóricos. Un claro ejemplo de que este actor era algo más que físico.

Cualquiera que vea esta película por primera vez va a disfrutar tanto que se le pasará enseguida.
9
11 de junio de 2009
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
209/09(10/06/09) Brillante comedia pugilística, inspirada en la vida real de un campeón de los pesos pesados. El director Raoul Walsh demuestra su química con su actor fetiche Erroll Flynn, pariendo un film que es un canto a la alegría de vivir, una explosión de esperanza, un chute de optimismo donde al acabar te sientes mejor persona, con lo difícil que esto es. El argumento gira en torno a un empleado de un banco, James J. Corbett (Erroll Flynn), un pendenciero simpático y con ganas de ascender socialmente, que a finales del S.IXX por casualidad se empieza a meter en el mundo del boxeo hasta que todo deriva en una lucha final con el campeón del mundo John L. Sullivan (Ward Bond), por el camino mantiene una relación de amor-odio con una guapa de la alta sociedad, Victoria Ware (Alexis Smith). Walsh cuida al detalle como en el es habitual a los actores de reparto, dándoles gran importancia que hace el resultado final se eleve, como serian la relación de James Corbett con sus hermanos, padres, con su mejor amigo, con el rival por el cetro de campeón, con este último coronado en la maravillosa escena final, de las que te conmueven. Erroll no tiene que hacer muchos esfuerzos para este papel, pues es el mismo de siempre, el que siempre hizo, el simpático mujeriego que con su ingenio y fuerza sale adelante, uno de las banderas del americano medio. El guión es una volcán en erupción de ingenio, valga como botón de muestra las trifulcas entre Gentleman Jim y su amada Victoria, o las discusiones con sus hermanos, o las coletillas que van soltando (<Atención los Corbett se pelean de nuevo> o < Llamada para el Señor Corbett !> …), o … Las escenas de peleas son rodadas con gran pericia, el manejo del ritmo siempre fue dominado por Walsh y esta no es una excepción, destacar como se fija la cámara en el baile de pies para transmitirnos que en la vida no todo es fuerza, lo importante es la maña. Estoy de acuerdo con mi venerado Carlos Boyero, es mi película favorita de Erroll Flynn. Recomendable película a todos. Fuerza y honor!!!
7
31 de enero de 2009
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Raoul Walsh nos deleita con una biografía del gran boxeador de finales del XIX James J. Corbett, llamado el "padre del boxeo moderno".
Es otro ejemplo de que las obras menores de los directores clásicos valen más que la filmografía de otros presuntamente grandes en la actualidad, es decir: aliñado con una narración soberbia, sin manierismos, ni escenas innecesarias que alarguen el metraje (salvo en esta película algunas escenas de boxeo un poco repetitivas), secundarios soberbios, puesta en escena sobria y concisa pero efectiva y todo ello con la guinda de una historia de amor reñido que es el más agradecido. Además tenemos a un Errol Flynn en un papel quele viene como anillo al dedo: boxeador deslenguado y "echao pa'lante" pero de buen corazón.
Aunque seguramente habrá incorrecciones históricas, para nada lastran la historia que mantiene su interés hasta el final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Emotiva escena en la que Sullivan le entrega el testigo de campeón a Corbett.
7
9 de diciembre de 2011
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevo un tiempo pensando en que si hiciera una película, empezaría con una escena que representara el mejor que chiste del mundo:


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Un hombre está pescando en una cala. Al rato se acerca un segundo, que parece que pasaba por allí. Se saludan, quizás este segundo curiosea un poco: mira aparejos, la cesta con algún anzuelo sucio de cebo enganchado en el mimbre, quizás algún pez con las agallas destrozadas moribundo y boqueando. Lo normal es que le pregunte que cómo va la pesca. El pescador, precisamente porque lo es, le racanea un "ahí vamos", y continúa recogiendo un poco de sedal.

Allí, pasan unos minutos, o unas horas, eso es lo grande de la elipse en la narrativa con imágenes, que se ajuste más a la cantidad "suficiente" que cualquier medio de narración. Las olas chocan tímidas en el rompiente, es un día nublado, sin ser desapacible. El pescador alguna vez advierte al hombre que tenga cuidado con el anzuelo cuando al rebobinar todo el carrete, se dispone de nuevo a lanzar.
Éste se aleja un poco obediente, con las manos entrelazadas detrás de la espalda, y cuando la plomada cae bien lejos, vuelve a la distancia a la que estaba del pescador, lo suficientemente alejada para no considerarse molesta.

Aún así, al cabo de otra elipsis, el pescador, se gira al hombre.

- ¿Y qué?. ¿Usted no pesca?.

- No, no que va. Yo no tengo paciencia para esto.

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Siempre me dio la sensación de que todas las películas que se han hecho de boxeo, son sobre boxeadores (ya sean ficticios o reales) que no les gustaba el boxeo. Pueden que les motivara para subir al ring la fama, el dinero, el reconocimiento social, el hito personal, la redención, el hacer algo en lo que realmente soy bueno, quizás la necesidad imperiosa de descargarse a base de dar golpes o recibirlos (como en "toro salvaje"). Como caso más cercano, este biopic de "gentleman Jim", del que se le podría haber sacado muchísima más chicha: a "gentleman Jim" tampoco le gustaba el boxeo, lo que le gustaba era boxear.

Quizás los más entendidos podriaís decirme que hay algunos boxeadores interesantes como Frederick Roach...y que si Roach no es un boxeador que le gusta el boxeo, entonces apaga y vámonos.

A parte de Roach, y creo yo que más interesante para hacer un biopic, es Luis Logan.

No sé si se pronunciaría Logan como el apellido inglés, o un afrancesado (Logáeaaan). El caso es que realmente Luis Logan se llamaba Luis Puig Pellicer. Según dicen, en distintas épocas de su carrera pugilística cambiaba de nombre pues no quería que sus familiares supieran a qué se dedicaba. Pondré aquí un enlace donde viene la historia de su vida mucho más completa de la que yo voy a dar aquí (http://boxeo1930s.blogspot.com/2011/11/luis-logan-el-rey-del-ko.html).

A mí me resulta sumamente interesante la figura de este boxeador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Años 20´s y 30´s, cuando todo el negocio del entretenimiento no estaba monopolizado por los americanos, y los propios americanos admitían como iconos a artistas de otros campos y nacionalidades. Estrellas como Capablanca en ajedrez, Gardel en la canción popular, se codeaban con las estrellas emergentes del cine no sólo americano, corría el champán en Chicago y New York, pero también en Niza y Roma, unos pocos años antes en San Petersburgo. Aparecían dandys que se dedicaban a pilotar aviones en travesías peligrosas e incluso se presentaban en la jet set tipos que se definían como aventureros de profesión: Corto Maltés y Tintín como iconos desde la nostalgia de esos días. Quizás por esto Luis Logan, salió de su Filipinas natal (era hijo de emigrantes de buena familia valenciana) y viajó incansablemente por España, Argentina, Francia, buscando el siguiente desafio. Las veladas, los eventos de toda índole no se centraban en EEUU; el viaje de estos héroes a través del mundo era su modo de vida, una imposición al que tenía talento para algo. Sólo había radio.

Quiero creer que Logan, o mejor dicho, Puig Pellicer, nunca se caló el sombrero sobre la proa de un barco como Gardel en sus películas y en su vida, acompañado por su troupe y siempre dispuesto a fraternizar con mujeres de la clase alta, ni con personajes exóticos, durante el crucero. Tampoco, creo que meditara sobre su vida, sobre la muerte, sobre el tiempo, viendo las ondulaciones del agua, en cualquier mar bajo el signo de Capricornio. Hay episodios de su vida que son auténticas menas donde un guionista pudiera sacar oro. Matar a un contrincante (Gabiola) en el ring, gracias a su tremenda pegada y luego aceptarlo como un gag del oficio más al recibir una carta del hermano del adversario fallecido en la que no le recriminara nada. En Puig Pellicer, no había cabida ni para la impostura, ni para el sentimentalismo, ni para la reflexión. Supongo que la muerte Gabiola, le conmovió y le instaría a lanzar un juicio somero "esto no está bien", propio de la buena educación que recibió; incluso, muy probablemente, por educación y costumbre, hubiera colgado los guantes, si no llega a recibir la carta en la que el hermano de Gabiola lo expiaba. Eran otros tiempos, eran otros hombres. El perdón se tenía que dar. Sólo esa carta le libraría, no de la conciencia, sino el corsé de la obligación y del impedimento del honor y el buen nombre.

Puig Pellicer fue un boxeador tibio. Se propuso aprender a boxear porque un marinero americano le pegó una paliza por tratar de mediar con cortesía. No sabía cómo ni por qué empezó a boxear de manera profesional; ni trataba de conseguir ningún objetivo vital, monetario, ni demostrarse a sí mismo nada. Al terminar su excelente carrera pugilística, cogió un puesto de representante comercial que lo hubiera tenido si no se hubiera dedicado al boxeo, y ahí se quedó, en su despacho.

Sí, por supuesto. Puede que a Logan tampoco le gustara el boxeo especialmente...
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