Transformers: El último caballero
2017 

4,3
6.854
Acción. Aventuras. Ciencia ficción. Comedia
Dos especies en guerra: una de carne y hueso, la otra de metal. El Último Caballero rompe con el mito original de la franquicia de Transformers y redefine lo que significa ser un héroe. Humanos y Transformers están en guerra y Optimus Prime se ha ido. La llave para salvar nuestro futuro está enterrada en los secretos del pasado, en la historia oculta de los Transformers en la Tierra. Salvar a nuestro mundo está en manos de una alianza ... [+]
8 de enero de 2018
8 de enero de 2018
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La saga “Transformers” ha venido de más a menos. Arrancando exactamente hace una década, Paramount Pictures probó suerte trasformando en productos audiovisuales los juguetes de Hasbro, aquellos gigantes metálicos que encuentran en el planeta tierra un salvaguardo provisional. El rol de joven insumiso de Shia LaBeouf, el aperitivo sexual que resultó ser Megan Fox, la extravagancia y exotismo de Michael Bay idealizando secuencias tan desternillantes como vistosas y las delirios narrativos implantadas en un guion fuera de órbita impartieron las reglas por las cuales las siguientes entregas se regirían, sin la posibilidad de un ápice de irregularidad. Chirriantes actos heroicos, mujeres demasiado sensuales apropiándose de roles demasiado sexuales, viriles y musculosos protagonistas, giros de tuerca incomprensibles y un pase directo para que un legendario actor de verdadero talante reclame su infrahumano estipendio y mande por la borda su prodigiosa carrera interpretativa. Ha quedado patente que no cesan los quejas sobre esta franquicia, sin embargo, el estudio no dimite la producción de la misma al ver la respuesta, irónicamente, positiva en taquilla, ocasionando una desavenencia de opiniones entre audiencia y críticos. No obstante, ha llegado la cinta que ha logrado converger estos dos polos opuestos en un punto exacto de bochornoso abatimiento, caracterizando a la más reciente entrega de Autobots y Decepticons con adjetivos como dilatada, cacofónica, inteligible y somnífera.
Abiertamente, precisos son los compuestos a salvar en este mar de recovecos, innecesariamente, enrevesados y faltos de cualquier vestigio de atracción, generados por un cuarteto de guionistas con ambiciones altamente utópicas, las cuales porfían en oposición a una barrera narrativa en la que ya no se guardan las mismas expectativas. Tanta información que se desliza por escenarios nazis, alienígenos, mexicanos, cubanos, europeos, norteamericanos e inclusive medievales provoca que, ya sea desde agua, aire o tierra, el largometraje se sienta exageradamente más extenso que las previas explayadas películas. Los intervalos de acción se inscriben en la trama con álgida rigidez y no son lo suficientemente sugestivos para pretextar la casmodia maquinal que emerge desde mitad del relato y se intensifica con rapidez sobre el extenso clímax final. En cuanto a los diálogos, escritos a seis manos por Art Marcum, Matt Holloway y Ken Nolan; se pone en manifiesto la silvestre actualización entorno a las criticadas manías racistas y misóginas de la franquicia, las cuales son mejoradas al dotar al eye candy con títulos y doctorados de Oxford, lentes intelectuales y un provocativo vestido negro que patentiza que, en realidad, nada ha cambiado. El actor legendario en función es nuestro Dr. Hannibal Lecter de “The Silence of the Lambs”, quien parafrasea a despropósito sintéticas escenas entendibles sobremanera o retrata al sofisticado salvaguardia informativo Londinense, sin duda, el personaje más destacable entre todos los demás, por supuesto, los de carne y hueso.
Es envidiable el apoyo que brinda Paramount Pictures a Michael Bay para saciar sus idealizadas demencias fílmicas, unas grandilocuentemente materialistas y otras exageradamente rimbombantes. Envidiable porque, personalmente, siento una fuerte conexión con esta tipo de terminado, evidenciado también por Jordan Vogt-Roberts en la reciente “Kong: Skull Island”, claro, refiriéndome explícitamente al aspecto visual. Propagando con una llamativa parafernalia comercial, la quinta entrega en la saga es la primera en ser filmada, enteramente, en IMAX, dispositivos de última tecnología que otorgan imágenes majestuosas, haciendo gala de capacidades técnicas que bordan lo espectacular. Sin lugar a dudas, el talento de este director radica en la cinematografía de la escena, el saber encajar piezas precisas que, aquí, se ven perjudicadas por la arrítmica labor de edición, haciendo énfasis en las variaciones de relación de aspectos que sufren las secuencias, un distractor no deliberado. Explosiones fugaces, persecuciones frenéticas, coñazos de metal, cuadros brillosos y escenarios de ensueño desfilan por la pantalla, un espectáculo de cine veraniego con carencias de montaje y emoción.
Anunciado con antelación, el retiro de Bay y Wahlberg de la franquicia de los “Transformers” da aires de esperanza para reestructurar las poco probables entregas venideras, puesto que, lo conseguido con “The Last Knight”, pone en riesgo los proyectos del estudio, viendo la desfavorable recepción tanto de crítica como de audiencia. Sin embargo, no se le puede catalogar como un absoluto bodrio cinemático, ya que, aunque contiene falencias equivalentes al valor de producción en los campos de montaje, banda sonora y guion; lo que hace el director y su equipo artístico con las escenas merece el suficiente mérito para solapar los bostezos e intentos de siesta dentro de los teatros. Sí, esta es la única razón para asistir a los teatros, estas advertido, experiméntala en salas IMAX, con la pantalla más grande y la posición más apropiada. Siéntese, abróchese el cinturón e intente disfrutar de este chocolate metálico concebido por Bay.
Abiertamente, precisos son los compuestos a salvar en este mar de recovecos, innecesariamente, enrevesados y faltos de cualquier vestigio de atracción, generados por un cuarteto de guionistas con ambiciones altamente utópicas, las cuales porfían en oposición a una barrera narrativa en la que ya no se guardan las mismas expectativas. Tanta información que se desliza por escenarios nazis, alienígenos, mexicanos, cubanos, europeos, norteamericanos e inclusive medievales provoca que, ya sea desde agua, aire o tierra, el largometraje se sienta exageradamente más extenso que las previas explayadas películas. Los intervalos de acción se inscriben en la trama con álgida rigidez y no son lo suficientemente sugestivos para pretextar la casmodia maquinal que emerge desde mitad del relato y se intensifica con rapidez sobre el extenso clímax final. En cuanto a los diálogos, escritos a seis manos por Art Marcum, Matt Holloway y Ken Nolan; se pone en manifiesto la silvestre actualización entorno a las criticadas manías racistas y misóginas de la franquicia, las cuales son mejoradas al dotar al eye candy con títulos y doctorados de Oxford, lentes intelectuales y un provocativo vestido negro que patentiza que, en realidad, nada ha cambiado. El actor legendario en función es nuestro Dr. Hannibal Lecter de “The Silence of the Lambs”, quien parafrasea a despropósito sintéticas escenas entendibles sobremanera o retrata al sofisticado salvaguardia informativo Londinense, sin duda, el personaje más destacable entre todos los demás, por supuesto, los de carne y hueso.
Es envidiable el apoyo que brinda Paramount Pictures a Michael Bay para saciar sus idealizadas demencias fílmicas, unas grandilocuentemente materialistas y otras exageradamente rimbombantes. Envidiable porque, personalmente, siento una fuerte conexión con esta tipo de terminado, evidenciado también por Jordan Vogt-Roberts en la reciente “Kong: Skull Island”, claro, refiriéndome explícitamente al aspecto visual. Propagando con una llamativa parafernalia comercial, la quinta entrega en la saga es la primera en ser filmada, enteramente, en IMAX, dispositivos de última tecnología que otorgan imágenes majestuosas, haciendo gala de capacidades técnicas que bordan lo espectacular. Sin lugar a dudas, el talento de este director radica en la cinematografía de la escena, el saber encajar piezas precisas que, aquí, se ven perjudicadas por la arrítmica labor de edición, haciendo énfasis en las variaciones de relación de aspectos que sufren las secuencias, un distractor no deliberado. Explosiones fugaces, persecuciones frenéticas, coñazos de metal, cuadros brillosos y escenarios de ensueño desfilan por la pantalla, un espectáculo de cine veraniego con carencias de montaje y emoción.
Anunciado con antelación, el retiro de Bay y Wahlberg de la franquicia de los “Transformers” da aires de esperanza para reestructurar las poco probables entregas venideras, puesto que, lo conseguido con “The Last Knight”, pone en riesgo los proyectos del estudio, viendo la desfavorable recepción tanto de crítica como de audiencia. Sin embargo, no se le puede catalogar como un absoluto bodrio cinemático, ya que, aunque contiene falencias equivalentes al valor de producción en los campos de montaje, banda sonora y guion; lo que hace el director y su equipo artístico con las escenas merece el suficiente mérito para solapar los bostezos e intentos de siesta dentro de los teatros. Sí, esta es la única razón para asistir a los teatros, estas advertido, experiméntala en salas IMAX, con la pantalla más grande y la posición más apropiada. Siéntese, abróchese el cinturón e intente disfrutar de este chocolate metálico concebido por Bay.
4 de febrero de 2018
4 de febrero de 2018
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“Normalmente son entretenidas” me dije. “Echémosle un vistazo”. He perdido 2 horas y media de mi vida viendo esta basura. Parecía que en la sala de montaje se habían fumado una plantación entera de marihuana, pero de la mala. Guión absurdo, tópicos manidos, chistes (por llamarlo de algún modo) cutres... Ah, bueno, sí: los efectos, como siempre, espectaculares, pero eso ya no tiene mérito. Esa mezcla absurda de la leyenda artúrica con los robots, esos personajes que no se definen entre buenos, malos, graciosillos, serios, inteligentes, estúpidos... Un verdadero caos narrativo en todos los aspectos. Y lo peor, es que va con pretensiones de hacer algo serio y profundo. Basura. No perdáis el tiempo viéndola.
26 de marzo de 2018
26 de marzo de 2018
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Suscribo toda la crítica del usuario Fastest. Buenísima. Solo escribo estas líneas para que os redirijáis a la suya como guía de lo que es esta película. ¿Era necesaria? Hace tiempo que Transformers está despeñándose cuesta abajo sin frenos. Es mejor parar la franquicia ya antes de destruir el recuerdo que nos dejó la primera; que, aunque no es un peliculón y tiene bastantes cosas a comentar, se dejaba ver al menos y cumplía la más básica función de una película: entretener.
"Transformers: El último caballero" es un bodrio: ruido metálico y de cacharros a cascoporro, leñazos y golpes bestia sin sentido, voces metálicas por doquier, conversaciones melladas, un guión..., ¿dónde está el guión, por favor? Más de lo mismo, pero un poco más absurdo y aburridillo. No te quedes con la duda de si verla o no. Ya te digo yo que mejor sigas buscando otra cosa para ver. Con esta creo que he colmado mi límite de secuelas de Transformers. Si deciden hacer más, no seguiré sufriendo.
"Transformers: El último caballero" es un bodrio: ruido metálico y de cacharros a cascoporro, leñazos y golpes bestia sin sentido, voces metálicas por doquier, conversaciones melladas, un guión..., ¿dónde está el guión, por favor? Más de lo mismo, pero un poco más absurdo y aburridillo. No te quedes con la duda de si verla o no. Ya te digo yo que mejor sigas buscando otra cosa para ver. Con esta creo que he colmado mi límite de secuelas de Transformers. Si deciden hacer más, no seguiré sufriendo.
6 de noviembre de 2018
6 de noviembre de 2018
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Una saga ya sin sentido. Ya no solo la saga tiene un serio agotamiento de ideas, sino que es un desastre de dirección, un intercambio de escenas grabadas con diferentes tipo de cámaras que van cambiando de formato cada dos por tres. Formato IMAX sin barras horizontales a formato normal con barras negras horizontales, así por cada encuadre, hace que sea un suplicio ver la pelicula.
27 de noviembre de 2018
27 de noviembre de 2018
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Hoy toca la quinta entrega de la saga Transformers, una serie de películas que tienen bastante mala prensa pero que ahí están, petándolo en taquilla.
En ésta ocasión se nos cuenta la historia de cierto báculo, usado en el pasado por Merlín y los suyos para ganar la guerra, un báculo que parece llevar consigo el control de algunos de los tranformers.
Saltamos al presente, aquí tenemos al mundo contra los transformers, que están descontrolados tras la desaparición de Optimus Prime (los malos, por lo menos), llevando a una situación insostenible.
Aquí arranca la historia, con el protagonista de la entrega anterior metido de lleno en la recuperación del báculo, mientras Optimus ha vuelto a su hogar ancestral y se encuentra con una sorpresa no demasiado agradable.
Parece una trama rebuscada, y la verdad es que se limita a darse de tortas entre una escena de acción hasta la siguiente (más grande y espectacular) y si acaban por decirte que todo el trasfondo da igual te lo crees.
El caso es que eso es precisamente ésta saga: efectos especiales con los robots gigantes de por medio y grandes momentos de acción. Aquí sí que cumple la película, y falla en intentar darle un trasfondo más elaborado: qué más da?
Los actores están razonablemente bien, al menos los tres principales (Hopkins, Walhberg y Laura Haddock) porque el resto, especialmente Isabel Moner están para que no les dejen ponerse más delante de una cámara.
Y luego tenemos el humor... metido con calzador y que nos da los momentos de vergüenza ajena de la película. No era necesario, de verdad.
Vale la pena verla? Pues... según. A ver, si disfrutáis del cine de alto presupuesto más trash (malo), seguro que os lo pasáis pipa con unas palomitas y los robots gigantes en acción. En cualquier otro caso es una película (y saga) a la que será mejor que no os acerquéis.
En ésta ocasión se nos cuenta la historia de cierto báculo, usado en el pasado por Merlín y los suyos para ganar la guerra, un báculo que parece llevar consigo el control de algunos de los tranformers.
Saltamos al presente, aquí tenemos al mundo contra los transformers, que están descontrolados tras la desaparición de Optimus Prime (los malos, por lo menos), llevando a una situación insostenible.
Aquí arranca la historia, con el protagonista de la entrega anterior metido de lleno en la recuperación del báculo, mientras Optimus ha vuelto a su hogar ancestral y se encuentra con una sorpresa no demasiado agradable.
Parece una trama rebuscada, y la verdad es que se limita a darse de tortas entre una escena de acción hasta la siguiente (más grande y espectacular) y si acaban por decirte que todo el trasfondo da igual te lo crees.
El caso es que eso es precisamente ésta saga: efectos especiales con los robots gigantes de por medio y grandes momentos de acción. Aquí sí que cumple la película, y falla en intentar darle un trasfondo más elaborado: qué más da?
Los actores están razonablemente bien, al menos los tres principales (Hopkins, Walhberg y Laura Haddock) porque el resto, especialmente Isabel Moner están para que no les dejen ponerse más delante de una cámara.
Y luego tenemos el humor... metido con calzador y que nos da los momentos de vergüenza ajena de la película. No era necesario, de verdad.
Vale la pena verla? Pues... según. A ver, si disfrutáis del cine de alto presupuesto más trash (malo), seguro que os lo pasáis pipa con unas palomitas y los robots gigantes en acción. En cualquier otro caso es una película (y saga) a la que será mejor que no os acerquéis.
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