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Nadie nos mira

Drama Nico es un actor argentino que decide probar suerte en Nueva York, pero pronto descubre que por su aspecto físico no encaja, ya que es "demasiado caucásico para parecer latino" y tiene "un acento demasiado cerrado para parecer estadounidense". Así que Nico termina trabajando como cuidador de Theo, un bebé al que va a quedar unido de forma inesperada. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
20 de marzo de 2018
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La directora argentina Julia Solomonoff ha conseguido una película redonda con una temática que parece conocer bien. La inmigración latina en EEUU, concretamente en Nueva York y en la Gran Manzana. Sin embargo el tratamiento que hace del tema subvierte estereotipos en todos los sentidos. El protagonista es un actor de éxito en su país, no un inmigrante económico al uso. Muestra una variedad en la inmigración, realidades entremezcladas. Subvierte también el género al dedicarse a cuidar a un bebé. Llama la atención la convivencia con otras cuidadoras latinas que paradógicamente también hacen, al principio, de "policías del género" criticando que se dedique a cuidar a hijos de otros cuando ellas hacen los mismo. Una de las aportaciones más ricas de la película es cómo hace una crítica velada a una sociedad en que las mujeres blancas pueden tener puestos de poder como productoras pero subcontratando la fuerza cuidadora de otras mujeres pobres, sin enfrentar al patriarcado y sin prestigiar el trabajo del cuidado. La imagen del parque lleno de mujeres latinas cuidando a los "hijos de las otras" es paradigmática. La única modernización es que ahora se valora que hablen español con los/as bebés o que alguna anglosajona considera ideal que el cuidador de su pequeño sea un varón porque enriquece su educación. Detalles de lengua y género que no cambian la desigualdad de fondo que es mayormente de clase. Julia Solomonoff habla de toda esta discriminación racial pero también de económica con mucha sutileza sin nombrarla además de criticar solapadamente una sociedad competitiva desde la más tierna infancia. Seguramente sabe de qué habla y su historia personal como argentina que habita en New York hace que nos transmita muy bien las claves para entender ese entorno tan áspero.

En este contexto, somos espectadores de la autocreación de un personaje que el protagonista sueña en su huida hacia adelante, siempre dentro de la cotidianeidad de una vida real muy centrada en las necesidades vitales como la crianza de los hijos que no suele aparecer en las películas. Recordemos lugares comunes con la directora Ana Katz en Mi amiga del parque.

Guillermo Pfening consigue que miremos con ternura a su personaje y nos identifiquemos con él y su historia de desamor, le acompañamos en su deriva deseándole lo mejor en esa ciudad que tan poco ofrece a las personas que quieren buscarse la vida.

Los diálogos están muy cuidados al igual que las situaciones. No nos extraña que Isabel Coixet haya apoyado esta brillante producción y esperamos que siga apoyando porque Julia Solomonoff es para Cineparatodas una de las directoras con mejores ideas e historias para el cine actual. El último verano de la boyita fue una película con una historia muy bien contada y Nadie nos mira va a ser una de las mejores películas del año.

Por cierto el tratamiento de la homosexualidad del protagonista está integrado dentro de su identidad de un modo natural así como las situaciones que vive con su compañera de piso, su novia y amigas lesbianas.
www.cineparatodas.wordpress.com
AFRI
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13 de febrero de 2019
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Julia Solomonoff, ha conseguido con "Nadie nos Mira" un relato redondo, acerado, al contar con Guillermo Pfening para la composición de un personaje absolutamente plagado de ángulos, a la vez que delicioso en su resultado final.

La complejidad de matices que aporta Nico ejerciendo de niñero, atiborra de ternura su composición, llenando de humilde generosidad, una cresta de emociones; el desarraigo de quien no se hunde ante la desesperación y logra sobrevivir pese a la carencia de anclajes vitales en una ciudad dura, que en apariencia no se muestra.
LEUGIM
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20 de junio de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La dureza de los que tienen que inmigrar nos trae una nueva película original y alejada de los estereotipos, de la mano de la directora argentina Julia Solomonoff. La cinta se titula Nadie nos mira (Julia Solomonoff, 2017) y se centra en el día a día de Nico, un actor homosexual que está en Nueva York en busca de su oportunidad, tras dejar una complicada relación con un hombre casado. Lo primero que hay que destacar en la película es la lucha de Nico por encontrar su identidad, en una ciudad enorme pero propensa a la deshumanización. Porque después de todo, ¿quién es Nico Lenke? Uno, si se queda en la superficie, puede pensar que es un actor argentino que ha tenido bastante éxito en su país, gracias a varias telenovelas, y que ahora ha decidido ir a Nueva York para hacer su carrera aún más exitosa. Sin embargo, en un nivel más profundo uno descubre que este personaje está en Nueva York más que por elección por necesidad, llevando una vida que no se asemeja en nada a la de un actor de éxito. Muy al contrario, podríamos definir a Nico como un personaje “borderline”, ya que se encuentra permanentemente al límite, con muchos problemas de índole económica y sentimental.
De este modo la ciudad de Nueva York se presenta como un lugar más de desencuentro que de encuentro, en la que Nico tendrá que poner en suspenso su identidad maltrecha para prestarse al azar. Un azar doloroso que le hace invisible ante todos, por mucho que él sea un actor conocido en su país. Solamente alguna niñera hispana le reconoce y esto sumado a los numerosos problemas que tiene para encontrar algún proyecto, provocan que Nico busque las miradas ajenas a través de las cámaras de seguridad, con las que se va topando, en una actitud desafiante propia de aquel que está perdiendo su especificidad en favor de la más triste alineación. Por suerte, Nico tiene un lugar al que regresar si el frío de la ciudad y la soledad se tornan letales. Al fin y al cabo él no es ya un niño y después de subir tantas pendientes con su bicicleta las fuerzas empiezan a flaquearle.
Para localizar esta historia Solomonoff decide sorprender al situar su cámara frente a un Nueva York distinto, alejado de las típicas imágenes de calendario, fruto seguramente de la experiencia de la propia directora. Sin olvidar el pulso exquisito que Solomonoff demuestra al filmar a este hombre sensible que cuida a un bebé y mira con nostalgia las fotografías junto a un amor que se sabe tóxico. La puesta en escena es muy sencilla y naturalista, pero tiene algunos momentos muy bellos y profundos como esa conversación de Nico con su antigua pareja a cerca de las diferencias entre “ser” y “estar”. Sin darse cuenta Nico ha perdido su ser y tendrá que intentar recuperarlo como sea.
Laura Acosta
planoamericano.wordpress.com
Laura
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5 de julio de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nico (Guillermo Pfening) es un exitoso actor argentino que ha optado por probar suerte en los Estados Unidos, el afamado sueño americano, más específicamente en Nueva York. Deja de lado lo confortable de trabajar en su país y el reconocimiento en prácticamente toda la región latinoamericana para empezar de cero, con todas las complejidades propias que esto trae consigo: instalarse, sobrevivir a como pueda, tocar puertas en busca de castings, etc.

Esto es lo que Christina Lazaridi y la propia directora, ambas coguionistas, muestran de primero, sobre la superficie del argumento que se va desarrollando, la forma en que este individuo debe luchar ante la adversidad. Sin embargo, hay algo escondido más al fondo del propio personaje, un estancamiento amoroso que termina en una huida, una relación insana que culmina con alejarse de dicho contexto, con la ya mencionada excusa de buscar nuevas oportunidades laborales.

Ahora bien, a todas luces la decisión de Nico no parece ser la más acertada, ya que su vida no va bien como se va mostrando con el avance del metraje, no solo en el aspecto laboral sino en el emocional, puesto que las reminiscencias de ese ex son constantes, además que de una u otra forma sus allegados lo mencionan.

Dentro de la vida del protagonista en Nueva York se muestran dos vertientes, por un lado está en la búsqueda por sobrevivir: no consigue trabajo como actor, debido a que es blanco y rubio, por lo que pareciera imposible lograr encasillarlo como el típico latino en los Estados Unidos. Por azar consigue —al inicio sin querer serlo— trabajo como niñero del bebé de una coterránea suya, y este pequeño resulta ser una luz en su vida, congeniando un nexo bastante agradable y de desenvolvimiento natural. Además que funciona para mostrar algunos elementos sociales en cuanto a mujeres foráneas que realizan estas labores.

Por otro lado está todo lo referente a la situación laboral, idas y venidas a dejar currículos e intentar hacer castings (en serio, intentar), contactar productoras para manejar alguna posibilidad siempre infructuosa. Y en medio de todo eso, burdas mentiras a sus familiares y amigos respecto a su situación, donde busca aparentar que todo está bien, que se mueve entre reuniones, que está a punto de empezar a filmar y demás sueños que solo se mantienen en su cabeza.

También en su cabeza están las pesadillas de ese amor, enérgico y pasional como se muestra en cierto momento, pero un amor prohibido basado en una careta, en una mentira, en lo que es “correcto”, o lo que ese otro personaje construyó como correcto, mientras para Nico era (o es) absolutamente todo, he ahí lo complejo, he ahí el motivo real por el que quiso salir de su país, una huida que solo fue física, mas no emocional, he ahí también el título del filme.

En Nadie nos mira, Solomonoff da un vistazo de la situación del migrante en Estados Unidos, pero su mirada, como se ha expuesto en esta crítica, no es la típica de un filme de esta índole. Aunque hay algunos retazos como lo ya mencionado de las niñeras que Nico se encuentra en el parque, que conversando entre ellas se dan algunas ideas (mínimas por supuesto) de cómo ha ido cambiando el papel del migrante en este país, por ejemplo, en algo tan básico como el idioma.

El largometraje culmina siendo una obra de una gran sensibilidad, la excelente actuación de Guillermo Pfening —premiada en Tribeca Film Festival— refuerza este sentimiento, maneja muy bien los vaivenes emocionales en absolutamente todos los apartados que toca la obra: trabajo, amor, de niñero, una gran entrega de su parte.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
10P24H
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26 de mayo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puntuación: 7,5

A través del título mismo y a lo largo del metraje, Julia Solomonoff explora la idea de la individualidad en el contexto económico. Si bien conforme avanza la cinta, el espectador va encontrándose y conociendo a muchos personajes que acompañan o estuvieron con Nico a través de diferentes situaciones, estos se vuelven un elemento circunstancial en la vida del protagonista.

Es que el personaje principal, interpretado de forma brillante por Guillermo Pfening, nunca es puesto en un grupo determinado, no es juzgado ni discriminado, tan sólo está solo, muchos lo quieren apoyar, pero no pueden reconocer que su orgullo no le permitirá recibir ayuda.

Lo que nos lleva a la siguiente idea planteada por el título de la película, estamos ante una ceguera al otro, nadie puede mirar al otro cómo el otro quisiera, hay una separación inherente entre los protagonistas que se debe a la incapacidad de mirarse y reconocerse, sólo se llegan a enterar parcialmente del otro. Entonces nadie nos mira.

Nico sufre a causa del dinero, pero específicamente a causa de un proyecto que fue a grabar a Estados Unidos y que no para de aplazarse a causa de los productores. Los que manejan el efectivo le juegan una mala pasada, viéndose en la tarea de dedicarse a ser niñero o mesero, trabajos muy respetables, pero que están lejos de las aspiraciones que fue a cumplir.

El panorama retratado por Nadie Nos Mira es más admirable en las escenas que transcurren en un parque “internacional” en medio de Nueva York, donde concurren muchas personas de otras naciones latinoamericanas que se van haciendo un espacio en la vida de Nico y sirven para que funcione muy bien la temática del inmigrante en busca del sueño americano sin caer en lugares comunes como la victimización.

Julia Solomonoff hace una tarea brillante a la hora de permear su cinta con un tinte muy específico durante toda su duración. La narración amena y la interpretación de Pfening hacen que toda la cinta se sienta una sola pieza, aunque vaya a distintos lugares en la historia del protagonista. En otras palabras, la película mantiene al espectador atrapado a través de su personaje principal mientras lo lleva a explorar distintas facetas de su vida.

Un factor que encontré muy encantador y a su vez extraño es el tinte a documental que tiene la cinta, es como si no fuera una película en realidad, se siente muy natural. Igual que en lo señalado en el párrafo anterior, hay que decir que esta sinceridad, tan bien lograda, nunca se le va de las manos a Solomonoff, no cae en el aburrimiento, ni se va a picos muy altos de inverosimilitud emocional que pudieran afectar al resultado global del filme.

Nadie Nos Mira es un retrato sincero de un inmigrante que se somete a un autoexilio, mientras vive en una economía tambaleante rodeado de personas muy amistosas pero incapaces de mirarlo realmente. Una película que enseña mucho a través de muy poco a nivel narrativo gracias a un personaje muy bien concebido en sus cualidades y defectos, sumado a una dirección muy dinámica, un guión espontáneo y actuaciones destacables.

Escrito por Andrés Tejada
https://cinemagavia.es/nadie-nos-mira-pelicula-critica/
Cinemagavia
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