A prueba de hombres

De esa frase tan simple se basa toda la película, todo rodeado de gags y bromas al respecto, pero en general resulta una cinta algo mejor que otros productos parecidos de Rob Schneider, que hace lo mismo que en las demás, pero en esta ocasión se agradece la presencia de Fennifer Morrison (la conocida doctora Cameron de "House") y de "El Maestro" David Carradine.

Momentos regulares, claro, pero aún así hay muchos otros bastante conseguidos y graciosos, y como han dicho ya, es una cinta que recomiendo para ver entre amiguetes y reirse de todo.

Wolf.

En primer lugar, sí, la he visto. Lo confieso, padre, porque he pecado. ¡Qué cosa tan mala! Tuve ardores toda la tarde después de comprobar que Rob Schneider sigue haciendo lo que sabe hacer, es decir, muy poco, pero ahora, además, dirigiendo (sí, del verbo "dirigir", no se sorprendan tanto que Stallone y Segal, e incluso, el inefable Chuck Norris también lo hacen de vez en cuando). La cinta no es graciosa (mejor era "Gigolo", aunque tampoco la recomendaría aquí, como mucho en un foro de adolescentes interesados en el séptimo arte, para que aprendan lo que no se debe seguir viendo), de hecho, no tiene ni puñetera gracia la madre que aventó a este bajito con cara de listillo metido entre presos enormes y bobalicones. Los chistes verdes y marrones, sobre todo éstos últimos, hacen sonreír a un sacerdote, pero por misericordia, a los mortales de mediana edad (como yo) lo del culo y sus huestes de invitados enhiestas y generosas no logran arrancarme ni un bostezo. Es repetitiva, infantil, de mal gusto (es un jodido estafador de ancianas, por el amor de Dios) y hecha con la punta de no diré el nombre, que ya la película de las narices lo menciona cada tres por cuatro (que con Rob Schneider no dan 12). No pierdan el tiempo. El título de mi crítica traslada a quien la lea a una película de las grandes (esta vez sí, "gran" de "grande" no de "glande") y las he comparado con el propósito de convencerles de que la cinta de Eastwood sí es cine y la Rob Schneider es una piltrafilla más propia de Buenafuente o de la Hora Chanante para ver en casa con amigos y no en una sala de proyección. Disculpen el mal humor, los ardores persisten, después de haberla visto hace 36 horas. Con Dios.

Inviolable. Unbroken. Charlize Theron. Rumba.
Puerilidad castrense. De la guardería a la escatología. Estercolero y frenopático, naftalina infinita, mafalda, kitsch, el cine oriental más de serie z artes marciales. Guarrería pringosa Burger prince. Comienza bien y rápidamente se desinfla, pasa del esperpento caricaturesco Farrelly a una mezcla de Karate Kid, Rambo y Bambi, entre Gene Wilder, Richard Pryor y Brubaker, de la fuga de Alcatraz a Hair, de Mamma Mia a Kill Bill, de Mata Hari de Emmanuelle a Tinto Brass, porno para retrasados o casados, soliloquio ciego, remátales, loco.
La violación (masculina, por supuesto) como una de las bellas artes, en esta película se hace un estudio oda sobre ella, sus causas, taxonomía y consecuencias, es un ensayo científico o en verdad mejor es un canto épico gay, gran carroza, cabalgata de reyes, por la noche, una feliz mariconada, una orgía interracial camp, Picnic Waters, las 120 jornadas de Saló pasadas por la mirada de Walt Disney, es toda la sordidez más hija de puta del bello mundo traducida al lenguaje de un preadolescente, es Barrabás y Belcebú de putas en Candanchú, una raya de coca y una crónica cornucopia, estudio 54, fiebre del sábado noche, gárgoris y habidis, fama y a bailar, los quebrantahuesos rompepelotas, el castañazo, Kevin Kline, Burt Reynolds, Wesley Snipes, Acorralado, Village People, Shangri-La, Salambó, San Francisco, Broadway, el football americano y las cheerleaders, perros de paja, toda la oligofrenia y quadrophenia, hardcore al descubierto, underground, la grima copula con la birria, Alicia en el país de las maravillas, el mago de Oz, white rabbit, West Side Story y flash dance, Bruce Lee el saltamontes, todo lo que se mete debajo de la cama, interior imperio, pederastia, corrupción urbanística, concejalía, impotencia, humo, nada, terciopelo verde, conmigo camina el fuego, cabalga diablo, Sailor y Lula, Perdita en Gernika, es una reverenda mierda, colosal shoa, por supuesto.
Los Gipsy Kings.

Es una reverenda pelotudez pero vale pasar un rato viéndola. Nada es creíble ni creo que nadie pretenda eso. Tiene todos los tics que se animen a encontrar y alguno más que necesariamente se pase por alto, pero uno se entretiene. No es una crítica social pero en la bobería que es, se puede entrever la mierda del sistema en que vivimos. Insisto si pretenden moralejas no creo que las haya, ironías gruesas y nada demasiado sorprendente pero es como una comida popular que uno come mejor si no está quemada y uno tiene algo de apetito, mi caso, necesitaba pensar poco, dejarme llevar y la película lo hace. Nada resuelve, nada plantea, todo quedará igual al terminar pero si te la bancaste, quizás te hayas divertido como yo y también la olvides como supongo me pasará a mi. Bueno y si no te parece nada de esto, simplemente no somos almas gemelas, si eres varón me importa un pito y si eres mujer me consuelo, pues igual no nos hubiéramos conocido.

Nadie puede negar que Rob Schneider no es un gran cineasta, ni siquiera como cómico. Pero algunas de sus películas me parecen lo bastante graciosas para que el tipo me caiga bien.
En "El gran Stan" se juega con el tópico de que cuando uno va a la cárcel es blanco fácil para ser violado. Stan no quiere eso, y se entrena para defenderse antes de entrar.
Su "coach" es David Carradine parodiándose a sí mismo, proporcionando algunos momentos hilarantes con el entrenamiento de artes marciales.
Cuando la película traslada su acción a la cárcel, ya no da tanta gracia porque se ve que los mejores chistes se los dejaron para la primera mitad.
Una película para ver en pandilla y echar unas risas. No es más que una comedia de Rob Schneider más, pero de las que se pueden salvar de la quema.