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El clan

Thriller. Drama La historia se basa en el caso policial del Clan Puccio, que conmocionó a la sociedad argentina a principios de los 80. Tras la aparente normalidad de la familia Puccio se oculta un siniestro clan dedicado al secuestro y al asesinato. Arquímedes, el patriarca, miembro del Servicio de Inteligencia desde la dictadura, lidera y planifica las operaciones. Alejandro, el hijo mayor, estrella de un club de rugby, se sirve de su popularidad ... [+]
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Críticas 93
Críticas ordenadas por utilidad
15 de agosto de 2015
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película esta basada en una terrible historia real sobre una familia de secuestradores, que muchas veces tenían como victimas a propios conocidos de la familia. Esta familia estaba constituida por el padre y jefe de la banda(Arquímedes Puccio), su mujer, sus dos hijas y sus tres hijos, de los cuales, Alejandro trabajo con su padre desde el principio y ''Maguila'' volvió de Nueva Zelanda y se sumo a la banda tiempo después. La familia aparentaba tener dinero para sus amigos de un club de rugby donde jugaban sus hijos y en realidad la mayoría de su dinero se obtuvo de secuestros a gente de esta club que era millonaria.

Pablo Trapero lleva muy bien esta película que cuenta con un buen guion ,una banda sonora que tiene un gran protagonismo dentro del film, ya que en muchas escenas importantes es la gran protagonista, una gran fotografía y una muy buena producción para copiar con exactitud lugares la casa, y objetos y escenarios propios de la época. La historia de cuenta de manera fragmentada y tiene un montaje que va intercalando el final con la historia de la familia a través de los años. También para acompañar las descripciones de los años en se va situando, se mezclan imágenes reales de discursos de los presidentes de la época. Los planos y movimientos de cámara son acertados en la mayoría de las escenas pero hay algunas como en los partidos de rugby en que se vuelve bastante molesto que se mueva tanto la cámara. Destacan en los protagonistas una buena actuación (y en especial una gran caracterizan física) de Guillermo Francella como el padre de la familia y una muy buena actuación de Peter Lanzani como Alejandro Puccio, en su primera caracterización en el cine, que es la mejor actuación de la película. El resto del elenco no destaca demasiado y es un defecto que tiene la película que aparte de los dos personajes principales ningún otro destaque.

En mi opinión en conjunto es una buena película que refleja genialmente lo que fue esta siniestra familia y la impunidad que estos tenían en los años de la dictadura militar argentina. Tiene una gran primer hora y se cae un poco después pero logra repuntar con el final. La nota esta entre un bueno y muy bueno, y le hace muy bien al cine argentino una película de esta calidad como son la mayoría de las del Sr Trapero. Seguramente una de las mejores películas argentinas de este año.

NOTA:7.5/10
alanmamruth
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29 de agosto de 2015
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se ha viralizado totalmente la historia del clan Puccio, mas halla de quienes podían conocer la historia, con esta película el conocimiento se ha incrementado totalmente.
La historia de esta familia esta plagada de secuestros y asesinatos, mientras estos se perpetraban se generaban conflictos dentro de la estructura familiar.
Ahora bien, un siete fue mi puntuación hacia la film, debo decir que un punto es merecido a los últimos 10 minutos de película donde parece que el director al fin había encontrado el camino ha seguir con esta película. Durante todo el principio y desarrollo de la historia no logro involucrarme en ella, hay una historia sumamente interesante que esta siendo contada pero el como no puede asemejarse a ese interés.
Destaco solo la actuación de Francella quien interpreto un personaje casi a la perfección y logro consolidarse en una sola toma.
No estoy seguro si criticar a Peter Lanzani o a Pablo Trapero, el papel de Lanzani tuvo que haber sido "ese" personaje con el cual logramos conectarnos, sentirnos identificados en el, evidentemente no fue logrado y atribuyo mas la culpa al director.
Brunows
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22 de setiembre de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es momento de ir preparando la picada, comprar las cervezas, conseguir un sillón cómodo y pintarse la cara de celeste y blanco. No estoy hablando de futbol ni, lamento informarle a aquellos fanáticos del deporte, tampoco de rugby. Nos encontramos frente a, nada más y nada menos, una nueva posibilidad de conseguir la estatuilla dorada destinada a la mejor película extranjera en los premios de la academia. Está vez, traída de la mano del señor Pablo Trapero.
Cuando se nombra ese apellido, inmediatamente se relaciona con éxitos comerciales como, por ejemplo, “Carancho” (2010) o “Elefante blanco” (2012). Sin duda, dos filmes que resuenan en la memoria colectiva de los espectadores aficionados.
Es, sin embargo, un director que, habiendo pertenecido al grupo de (en aquel entonces) jóvenes realizadores, conocido como Nuevo Cine Argentino, supo imponer, desde un principio, una impronta bien marcada y característica. Gracias a esto, pudo darse a conocer, paulatinamente, alrededor del mundo y en diferentes espacios, ganándose los aplausos de grandes cineastas.
Hoy nos encontramos ya muy lejos de su opera prima, “Mundo grúa” (1999) y, gracias a un jugoso presupuesto y a un gran trabajo producción, respaldadado por figuras como Pedro Almodovar, Agustín Almodovar o Axel Kuschevatzky podemos apreciar a un Trapero que, manteniendo su estilo y sello, nos trae un filme muy logrado y digno de competir con cualquier monstruo Hollywoodense.
Partiendo de una historia sencilla, basada en sucesos reales, el director narra los acontecimientos que ocurrieron alrededor de la familia Puccio entre 1982 y 1985.
Nos encontramos pues, con una formula clásica que se conforma firme y efectivamente gracias a una conjunción de factores muy cuidados y que van desde lo técnico (como puede ser la iluminación, la puesta de cámara y el trabajo de montaje, especialmente en ciertas escenas memorables) hasta lo actoral.
En este último caso, cabe destacar el trabajo de Guillermo Francella en el papel de Arquímedes Puccio, un personaje audaz que, construido con una sabiduría y desde un lugar muy inteligente (el de la templanza agresiva, el de la actitud pacífica e intimidante) logra atrapar al espectador y mantenerlo atento a cada uno de sus movimientos.
Por otro lado, nos encontramos con el coprotagonista, Peter Lanzani que, si bien ha mejorado sus cualidades interpretativas para su papel, nos entrega a un Alejandro Puccio certero pero que no resalta demasiado, exceptuando ciertos momentos muy específicos del filme.
Lo cierto es que, en conjunto, el reparto posee una química indiscutible, y consigue mostrar, física y emocionalmente, un ambiente familiar fresco y natural, lo cual es algo indispensable para que la historia pueda explayarse creíblemente.
El conjunto de elementos estilísticos que le otorgó la fama a Trapero tampoco se queda atrás en este metraje. La música utilizada para reforzar una acción o para generar un clima muy puntual (típico, quizás, de una película de Scorsese) es una herramienta que encuentra su lugar dentro de la propuesta del director y, pese a que puede llegar a saturar un poco, funciona más que correctamente. Los planos cerrados y como mucho movimiento son otra marca característica que permite condenar a los personajes o someterlos a una situación sumamente mortificante.
No hay que dejar de lado el trabajo de montaje, que es sin dudar, junto con la iluminación, el recurso técnico más picante de la película. Desde un principio, el relato utiliza documentos audiovisuales de aquellos años y, además, se construye variando situaciones y acontecimientos, dotando a la historia de un ritmo y una agilidad que le impedirá a cualquier espectador tomarse, ni siquiera, un minuto de descanso.
Dicho esto, no queda más que ir a ver esta nueva joya de nuestro cine. Una gran promesa para las próximas entregas de premios y festivales en donde se proyecte alrededor el mundo.
Quizás, para ciertas personas, no sea más que otra simple película. Estoy seguro, sin embargo, de que muchos podrán ver otra muestra de lo que puede lograr la suma de un talento, como lo es Pablo Trapero, y la industria nacional. Desde mi lugar, puedo asegurar que, más allá de toda firma o nacionalidad que se le atribuya, es un filme que vino a pisar fuerte en las salas y que, nominada o no, dejará satisfecho a varios públicos, dando mucho para hablar.

www.comunidadelcine.blogspot.com.ar
Comunidad del Cine
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13 de noviembre de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de empezar, enumeremos los mandamientos familiares que van un poco más allá del honrarás a tu padre y a tu madre. En primer lugar, la familia debe permanecer unida bajo cualquier concepto, ya que es lo primero; esta estará a tu lado siempre que la necesites (al contrario que con los amigos, a los que sólo podrás aferrarte en los buenos momentos y desaparecerán en los más malos); la familia de verdad es la familia cercana, padres e hijos; al formar una familia, la nueva pasa a ser tu familia, por encima de tus padres: ahora eres tú el padre y tu mujer e hijos deben ser tu círculo; no te fíes ni de tu padre.

Cuando uno ve una película, puede asimilarla y juzgarla como algo individual y disfrutar de lo que ve sin más, o puede cuestionarse lo que aporta dentro de su género y más allá de él (incluso qué te aporta a ti como persona). En El clan, estilo y ritmo se asemejan a otras cintas de temática similar como Romanzo Criminale, el inicio de Salvador (Puig Antich) o el espíritu de las de Guy Ritchie (sólo cierto espíritu). Todo empieza con música de la época, escenas trepidantes, realización de algunos actos perpetrados con aires de modernidad visual, una modernidad que se requiere hoy en día pero que nace de otras obras como Casino o hasta Ciudad de Dios. En cualquier caso, luego hay que ponerse serios y dejar claro que lo mostrado y visto tan animadamente no es lo correcto, aunque lo que hace Martin Scorsese pocos lo hacen tan, tan bien.

El clan es un divertimento con tintes informativos, por su cariz histórico, que viene a confirmar el talento en la dirección de Pablo Trapero, aunque aquí haya llevado a cabo una obra más convencional de lo que en un primer momento cabría esperar. Desgraciadamente, estamos ante un film con gracia y desparpajo pero que recuerda irremediablemente a muchas otras cintas de mayor calado. Algo que de por sí no tiene por qué ser malo, salvo por el hecho de perder frescura a marchas forzadas. Al final lo que prevalece es la familia protagonista, la actuación de Guillermo Francella como padre de este entrañable y carnicero clan, la visión del hijo que todo lo sabe y participa, la del hijo que lo sabe y no participa, de las hijas y la madre. La cordura familiar, vaya, mostrada con bastante lucidez, ya que Trapero no se posiciona al respecto.

Y he ahí donde todo el mundo con dos ojos y un cerebro podrá aportar una opinión; una opinión sobre si habría sido más sencillo hacer un film que condenara a esa familia —a cada miembro— con un retrato menos costumbrista (en términos scorsesianos), o si la forma no está justificando el fondo (como mucha gente creía que pasaba con El lobo de Wall Street). Yo, al igual que pensé con la de Wall Street, no pienso que lo justifique, claro, ni que lo reprenda tampoco. Creo que Trapero sólo trata de aprovechar la historia verdadera que cae en sus manos para crear una película entretenida y directa, tan dura como olvidable, precisamente por no mostrar una personalidad potente más allá de su talento. Un talento que se nota en esa última escena que te hace ¡zas! En toda la boca.

Por cierto, hay que ver qué poco dura la reclusión perpetua en Argentina y lo que se parece Guillermo Francella a Jeff Goldblum con el pelo cano... y lo mucho que ha crecido desde Corazón de León.
Fendor
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15 de noviembre de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del cine argentino nos han ido llegado con cierta regularidad películas que mostraban el espanto de los desaparecidos durante la dictadura. En este caso, el asunto criminal comienza al final de aquella, pero se desarrolla especialmente durante la democracia. Y eso supone cierta novedad. Impone cierta ambigüedad ya que asume la continuidad del mal.
Aunque el dictamen sea el mismo: una sociedad en plena descomposición donde el horror se disfraza de cotidianidad, donde los aparatos del poder segregan su veneno con torpe rutina y donde la gente se ve infectada por ese virus cruel y burdo, el del puro mal sin motivo, de tres posibles maneras; como víctimas aterrorizadas, como verdugos abyectos o como decorado más o menos discreto y silencioso que sigue con su vida como si nada extraño u ominoso estuviera sucediendo a la vuelta de la esquina, en tu mismo sótano o entorno.
Suelen ser películas compulsivas y frenéticas, vibrantes y dolorosas. Y su característica principal suele ser la de retratar una guerra en sordina, en off, siempre de fondo, incorporada al trajín diario con absurda normalidad; infiltrada en la vida familiar, escondida en garajes o trasteros, producida en serie, manufacturada, casi como fabricada, para nada más inventarse, desparecer como si nunca hubiera existido, como que nada sucede, (casi) todos mirando para otro lado.
Una impunidad atroz de ciertos sectores, una confusión absoluta de todos y una colaboración más o menos directa o pasiva de muchos otros. En esta ocasión, las víctimas no son gente humilde o "revolucionaria", no, son ricos. Y el móvil no es ideológico (o si lo fuera en su origen, es evidente que se convirtió durante el transcurso en mera excusa), es económico, quizás vengativo, sobre todo turbio, viscoso, con el terrible agravante de la aquiescencia o el indirecto asentimiento/consentimiento de ciertas autoridades.
El modo de contar es importante. Trapero elige una opción arriesgada: tratar por todos los medios de poner en primer plano lo doméstico o más costumbrista del horror. Personajes que siguen con sus trabajos, amores y conversaciones, conviviendo con la mayor vileza cada día, cada minuto, entre gritos y muertes. Y para ello utiliza con insistencia el recurso de la música, con la intención de frivolizar, rebajar, de no solemnizar; para hacer ver cómo esos actos nauseabundos no eran algo tan extraordinario ni fuera de la norma, que los que los hacían entendían que eran parte de la vida, de lo aceptable, de lo posible y plausible, que, en el fondo, creían o sentían que no trasgredían ninguna norma moral o religiosa, que no hacían nada grave, que se adecuaban a su tiempo, quizás excediéndose algo, pero tampoco tanto.
Ahí se produce una fractura entre los padres y los hijos. La nueva generación asume con mucha más dificultad ese tipo de vida, se intenta rebelar, sufre, duda, huye.
Quizás la mayor debilidad de la película radique en que cierra demasiado el foco sobre esa familia, siendo las alusiones al contexto muy superficiales; críticas y certeras pero escasas y puramente nominales. Lo mismo que la intrahistoria familiar resulta pobre y mecánica, poco profundizada.
Pero es una buena, muy interesante película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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