Los días que vendrán

Marcet-Marquet reverdece sus laureles ganados con "10.000 Km" (2014), a mi juicio el más redondo, con el tercero de sus tres únicos largos que conforman una mirada complementaria desde distintos puntos de vista sobre las relaciones de pareja. Con un montaje notable acompañamos en su embarazo a esta pareja real y ficticia cuya simbiosis produce un sentimiento de veracidad que a la postre es lo más destacado de una historia algo errática que deja demasiados cabos sueltos en una relación que no acaba de cuajar y que se verá marcada y condicionada por la llegada de una nueva vida. Un guión escrito a tres bandas, incluido el propio director que mediado el film, como ha reconocido el director, parece encontrar su razón de ser precisamente en ese alumbramiento que discurre en paralelo con las imágenes de archivo del de la propia actriz protagonista Maria Rodriguez Soto en un ciclo de la vida, siempre gozoso y siempre incierto ante un futuro marcado por los condicionantes sociales de cada época, poco halagüeños y precarios en la presente. Los roles de género se suman a un resultado inevitablemente emotivo. 

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Tras un año de convivencia Vir, pareja de Lluis, descubre que se ha quedado embarazada; tras las dudas del principio, la pareja decide tener la criatura. Los nueve meses de embarazo es el hilo argumental sobre el que se desarrolla la historia.

Lo primero que choca es que el director, a partir del embarazo de María Rodríguez Soto, pareja de su alter ego en la pantalla David Verdaguer, crea una película sobre una pareja que apenas se conoce pero a pesar de todo toman la decisión de seguir adelante con la gestación del bebé.

Entre la improvisación y el guion, los actores aceptan el reto que su querido amigo Carlos les propone y el resultado es una película tan natural y llena de autenticidad que nos sirve para embarcarnos en un hermoso y emocionante viaje alrededor de la naturaleza humana, de dónde venimos y los conflictos que se pueden plantear cuando se decide tener un hijo aunque no esté planificado. Llevando al espectador al terreno más íntimo de una relación.

Sin dejarnos engañar por la apariencia documental que de primeras podría tener la cinta, estamos ante una ingeniosa creación artística que aprovecha con precisión un desarrollo natural. La pareja está inconmensurable, destacando sobre todo la actriz catalana, que nos regala una descomunal interpretación difícil de olvidar. La película nos agasaja con una joya analógica de la familia de María.

Arrebatadoramente bella, desde este rincón os la RECOMENDAMOS encarecidamente: aunque sea casi imposible de ver en las salas comerciales, os sugiero que sigáis la pista a estos días que vendrán…

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Un relato que, además de veracidad, aporta conmoción; la que te ofrece el privilegio de ver de cerca a unas personas que podríais ser tú y tu pareja. Tan solo tienes que cambiar los nombres, y ciertos matices en las maneras de ser, y ahí encontrarás también tu lado más importante, es decir, el que te hace sentirte parte del colectivo humano. No pretende que formes parte, eso solo lograrás entenderlo si has vivido algo parecido. Aunque, no obstante, nos habla de los aspectos que hay que normalizar (y el cine a veces parece indicarnos que no) en las relaciones de pareja. Queriendo hablarnos de maternidad, quizás lo haga de igual forma de la psicología de la pareja, así como de la simbiosis que se forma entre ambos. Y aquí no son todo palabras, pues a veces, al guión lo completa la luz. Algunas palabras no suenan igual en dependencia de la luz, y justo en esta película, el sol se cuela para hacernos captar de la mejor manera posible todo matiz de esta oda a la vida.

Perdida de tiempo.
Guión no creíble. Actores que parecen muñecos. Proclamación de la supremacíatontería catalana: fuet, cava....
Lastima que no reembolsen el dinero gastado y el tiempo empleado.
Con esto le doy independencia al cine catalán durante una buena temporada.

'No te fíes nunca de la gente que no discute. Porque luego nos perdonaremos, y volveremos a estar bien.'
A Carlos Marqués-Marcet le bastan un par de líneas de diálogo -en boca del entrañable huevazos de David Verdaguer, en su tercera colaboración con Marcet tras '10.000 km' y 'Tierra firme'- para tallar la piedra angular, no ya de las relaciones de pareja, sino de las personas que se aman. En 'Los días que vendrán' Carlos Marqués-Marcet reemprende la vía del minimalismo presente en su ópera prima, acercándose con mayor intimidad -hasta el punto de confeccionar el cierre más hermoso que recuerdo haber presenciado en una obra cinematográfica reciente- a Vir (María Rodríguez-Soto) y Lluís (David Verdaguer), una joven pareja que, tras convivir durante un año, dan juntos el paso a la maternidad, adaptándose a una situación nueva para los dos. Por cierto, y alejándome un poco del extraordinario tamiz personal -y repito, me quedo corto- que aporta a determinadas secuencias, Carlos Marqués-Marcet sigue pareciéndome, junto a Marc Fàbregas ('Cuinant', 'Colisión'), uno de los mejores realizadores actuales en el difícil arte de guionizar y dirigir a parejas que airean sus trapos sucios en la cocina. A ello contribuye la abrumadora química de María Rodríguez y David Verdaguer, pareja dentro y fuera de la pantalla.
Ratificar que el cine de Marcet respira autenticidad es confirmar que nos hallamos ante un autor que tiene clara cuál es su manera de rodar. Algunos realizadores, con el doble de trabajos en cine y televisión, no podrían jactarse de lo mismo, ni aspirar siquiera a capturar una cuarta parte de la belleza que él ha trasladado aquí. Y ni me importa que para ello tenga que escudarse en la vieja treta del cinema verité. La belleza sigue siendo belleza, sea cual sea el método para alcanzarla.