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La casa en la sombra

Cine negro. Thriller Jim Wilson es un policía violento, amargado por la contemplación diaria del mundo del crimen. Su carácter hosco y sus métodos expeditivos para capturar sospechosos le crean constantes conflictos con colegas y superiores. Finalmente, para alejarlo de la ciudad durante un tiempo, le encomiendan un caso de asesinato en una lejana región montañosa. Una vez allí, su personalidad dará un giro imprevisto, debido, por una parte, a su relación ... [+]
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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
9 de octubre de 2012
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jim Wilson es un detective duro y violento que, aunque obtiene buenos resultados en sus investigaciones, comienza a ser una molestia para sus superiores. Éstos lo enviarán a un lejano pueblo de las montañas para que colabore con la policía de allí en la busqueda de un asesino.
Conviene avisar que "On dangerous ground" presenta dos partes bien diferenciadas. Una primera de cine negro con una espléndida recreación de atmósferas y un magnífico elenco de personajes. También espléndida la posición y el manejo de la cámara. Y una segunda parte mezcla de thriller, melodrama y análisis psicológico que -aun llena de un lirismo admirable- me gusta bastante menos. Cuestión de gustos, desde luego. Lo que es impepinable es la enorme calidad de Ray para dirigir lo que se le antoje y la enorme calidad interpretativa de Robert Ryan que llena y devora la pantalla. ¡Qué rostro el suyo pardiez!
el chulucu
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1 de noviembre de 2009
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca Nicholas Ray logró tanto: parece una creación artesana, de las compuestas con amor e insomnio, con sudor, lágrimas y éxtasis.

La puesta en escena ya destaca no más empezar, con la presentación individual del grupo de policías, y ya hasta el final no para de sorprender gratamente, y emocionar con intensidad.

Admirable Robert Ryan y su habitual máscara de hombre duro, esta vez con una variedad de registros muy superior con una temible expresión de tipo atormentado que odia el mundo y su transformación posterior en unas situaciones nada trilladas.

Todo está mimado hasta el mínimo detalle. Hay dos películas en una y un epílogo: con gran capacidad de síntesis en la acción y en el suspense. La segunda empieza con la voz afónica, rota de una mujer que no vemos; cuando se exhibe de cuerpo entero es Ida Lupino en su mayor creación. A lo largo de su carrera tiene muy buenos trabajos, fue una mujer increíblemente activa en un mundo de hombres como actriz, productora, directora de cine y realizadora de televisión, pero la composición que realiza aquí tiene una riqueza excepcional, le imprime una tensión muy especial que acompaña con un cuerpo esmirriado, casi de chico, sin caderas ni trasero, apenas pechos y esos rasgos de pobre chica con escaso toque de belleza. Con todo esto unido, su capacidad de seducción no puede ser mayor, fusionando vulnerabilidad con fortaleza superior.

Menudo trío de ases, Nicholas Ray, un director al que siempre le costó mucho abrirse camino con el viento en contra de los grandes estudios, Robert Ryan e Ida Lupino forjando en sólo veinticinco minutos de película una pareja rompedora, con diálogos precisos en situaciones cargadas de tensión. Además, Ed Begley y Ward Bond en dos secundarios de lujo imprescindibles para dar la dimensión precisa de este romántico thriller bien nutrido de nobles emociones con una fotografía impresionante y una estupenda banda sonora de Bernard Herrman.
horacio
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7 de mayo de 2010
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Irregular drama, melodrama o cine negro esta cinta de mi admirado Nicholas Ray, con una primera media hora esplendida, se diría que tiene todos los números para alcanzar el cenit, contiene en ese tramo una prodigiosa descripción de los personajes y del sórdido universo en el que habitan. El atormentado permanentemente cabreado con el mundo, el que ya ha asumido que su trabajo se desarrolla en la cloaca y vive en paz con ello, incluso al que no parece importarle gran cosa. El ambiente oscuro, la noche, los espacios cerrados, la escasez de luz, la soberbia puesta en escena, todo ello alimenta la seguridad de que nos hallamos ante algo excepcional.
Al cabo de media hora Ray decide dar un giro total, y no solo del escenario, también de la trama y de los personajes, es cómo si fuera otra película. Mantiene únicamente al protagonista y crea una situación nueva pero ya mucho menos potente, con un buen nivel por supuesto, pero lejos del mostrado en su inicio. Los paisajes cambian radicalmente, aparece la luz del día, los espacios abiertos, la intención es clara, pero el resultado se resiente.
Le da una oportunidad al personaje que interpreta un inspirado Robert Ryan de expulsar fuera de si esa amargura que le asola, que no le deja vivir, a la vez que le permite el trato con gente diferente, a la que el puede ayudar sin reparo y que pueden hacer de él un hombre nuevo, distinto. Lástima que aquí ya nada es tan creíble, todo se asemeja más forzado, entra en juego Ida Lupino, en un trabajo muy meritorio, pero no es suficiente, la película ya cojea, del cine negro se pasa al drama o al melodrama y en ese transito se evapora la chispa y la esencia del principio. Aún así Ray casi siempre es Ray y la película alcanza un buen nivel.
picais
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16 de julio de 2009
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que empieza con total dominio de la narración, con una pausada presentación de diferentes personajes que además de meternos en el ambiente tendrán la misión de darnos a conocer a un policía violento, que vive solo y está bastante harto de todo.
Son personajes que posteriormente no volverán a aparecer porque el escenario de la ciudad cambia por el de campos cubiertos de nieve, con nuevos personajes más violentos, hoscos y radicales aún pero que, por el contrario, con la aparición de la mujer ciega que trata de ayudar a su desequilibrado hermano, la atmósfera quedará impregnada de un romanticismo total que irá aumentando hasta la escena final.
El amor… My Sweet Lord. Buena película.
floïd blue
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12 de noviembre de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue en los años cincuenta, en la época donde el cine negro americano gozaba de su mayor plenitud, cuando N.Ray rodó este film. Vista la película con la perspectiva de más de sesenta años y acostumbrados a un cine donde el color y los efectos especiales dictan su ley en la taquilla, hay que rendirse ante el talento de directores como él. Su pulso para la narración cinematográfica es perfecto. Debo confesar que el guión de la película (basado en una historia de Gerald Butler) no me parece, en absoluto, superior a: "El Halcón Maltes", "Cayo Largo" o "En un lugar solitario", pero la dirección de los actores, encabezada por Robert Ryan e Ida Lupino, y la aportación de ese secundario eterno que siempre gozó de la predilección de John Ford: Ward Bond, resulta magistral, en todo momento tenemos la sensación de que personajes y actores encajan como mano en guante de seda.

Es el punto de mira del director, mostrando la evolución personal del policia Jim Wilson (Robert Ryan) donde el espectador calibra los mejores matices interpretativos, percibiendo como "el cruel hombre de bronce" sufre esa metamorfosis humanizadora; más en el lenguaje de los gestos y las miradas que en las palabras. Su violencia como agente de la ley adquiere niveles intolerables, hasta para una policia que nunca fue parca en maltratar delincuetes y asesinos, y a la que el cine de la época supo mostrar con meridiana realidad. Hay un momento que me recuerda la escena de "La jungla de asfalto", donde un policia mafioso golpea al soplón de turno (Eddy Donato) en un sórdido cuartucho.

Aquí no hay conflicto a desentrañar, el planteamiento es lineal: búqueda y persecución de un asesino desequilibrado, hermano de una mujer ciega, en un pueblo perdido en la montaña cubierto por la nieve.Dos hombres que se empecinan en darle alcance: uno -el padre de la víctima-, para acabar con él a tiros como a una alimaña. El otro -el policia-, para detenerle y llevarle a la ciudad. Entre ambos, ella, la mujer ciega -hermana del asesino-, que intenta protejerle escondiéndole en una cabaña. En la persecución por la montaña nevada, un alarde de expresividad y contrastes en un blanco deslumbrate, tal vez la secuencia más bellamente plasmada de todo el film, ocurre algo inesperado que altera el rol de los perseguidores. Será en las secuencias siguientes donde se intensifiquen los mejores momentos de profundidad psicológica al estrecharse el vínculo entre el policia y la ciega, con una Ida Lupino plena de entereza y comprensión ante el nuevo giro que adquiere su tragedia personal. Y es ahí donde Jim Wilson, contemplando la desoldora situación de la chica, siente que su misión ha concluido. Aquí, nos sorprende Ray con un final, a mi juicio, romántico en exceso y algo facilón. Único aspecto de la película que yo me atreveria a criticar, pero sin restar por ello un ápice a su valor de conjunto.

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Lucman
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