La casa en la sombra

Sinceramente me he llevado una decepción, después de leer las excelentes críticas y esperar saborear un clásico del cine negro, la historia es muy simple y no hay practicamente trama, las interpretaciones y la atmósfera hace que valore algo más la película, pero es una una historia demasiado predecible. Lo bueno de estas película es que tiene ese sabor del blanco y negro tan especial, pero ahí se queda, la valoro con un 6, y creo que me he pasado.

Desde una sobria y ágil puesta en escena, un montaje en función de miradas y lenguaje no verbal, Nicholas Ray hace una radiografía de los males de la soledad, centrada en un policía que se desvive en su trabajo, interioriza la rabia y la devuelve con violencia, presa del inconformismo del mundo que le rodea (delincuencia, prostitución, etc) y, quién sabe si con los derroteros de su propia existencia.

A pesar de no ser una de las más conocidas en la filmografía de Ray, cuenta con colaboradores de primer nivel como el guionista Bezzerides (“El beso mortal”), el músico Bernard Herrmann (“Vertigo”) o el productor John Houseman, asiduo de Orson Welles.
Grosso modo se puede decir que la película tiene dos partes: los primeros 27 minutos, en donde se describe el trabajo policial de Robert Ryan y sus compañeros, predomina la ciudad y la noche, el mundo del hampa y una segunda donde la montaña, los paisajes nevados y la calidez de Ida Lupino predominan.

Los primeros minutos son sensacionales. Desde el fantástico inicio, en el que con un breve apunte de cómo y con quién coge cada uno su arma, Ray da una lección de concisión, dibujando un escenario noir tan pesimista como logrado.

El protagonista, Robert Ryan, con una vida anterior exitosa, al menos en el terreno deportivo, no parece capaz de combatir los bajos fondos si no es con violencia, a pesar de tener advertencias de sus superiores.

La segunda parte recuerda a”El último refugio” y también me ha venido a la memoria otro film de Ryan, “Una mujer en la playa”, también con la ceguera como elemento importante.
Sin duda, Ryan hace una interpretación magistral. Personaje y protagonista se funden para encarnar un individuo con un atormentado mundo interior que Ray sabe plasmar con maestría.
No menos elogios merece la grandísima Ida Lupino. Si hay películas de culto, se podría decir que ella es una acriz, además de directora, de culto.

Me ha desconcertado mucho esta película y lo siento mucho, pero no me parece que, sus muchísimas virtudes, compensen del gran error que la sustenta. La historia de amor entre Ida Lupino y Robert Ryan que se supone es la causa de la transformación del personaje principal y que vertebra la obra, no me ha resultado nada creíble, no le encuentro sentido, está forzado y es poco natural y eso, después de que Ray, en la primera mitad de la película, se haya molestado en perfilar con gran meticulosidad y grandes dosis de genio, un personaje como el policía que encarna Ryan, me parece de una torpeza inexplicable que me ha hecho sentir muy decepcionado.
La película arranca en una gran ciudad. Nicholas Ray, nos hace un dibujo soberbio del policía Robert Ryan, hombre de vida frustrada, solitario y amargado. Adivinamos, por unos pocos planos, que Ryan no es policía por vocación de servicio. Antiguo deportista de éxito ( ganador de varios trofeos), algún fracaso le condujo a su profesión que, en realidad, lo único que le reporta es más amargura y frustración. Once años en la profesión, rodeado de delincuentes de toda clase y condición, no han hecho más que exacerbar su misantropía, ya no cree en el ser humano, tanta violencia le asquea y, paradójicamente, emplea métodos aun más violentos para combatirlos.
Esto le convierte en un policía muy eficaz pero, al mismo tiempo, incómodo para sus compañeros del cuerpo. Se le va muy fácil la mano y sus superiores querrán alejarle un tiempo para evitar problemas con la Justicia.
Le enviarán a resolver el caso del asesinato de una niña a los parajes perdidos del Norte.
Si no fuera por lo que he mencionado arriba y que trataré de explicar en el spoiler, la película me habría parecido cojonuda.
Tanto la primera parte, con la presentación y el dibujo de los policías, su forma de vida, su trabajo, la fotografía oscura, la noche, los delincuentes con los que tienen que bregar, los informadores, la descripción de ese mundo sórdido que tanto le asquea...me parece fantástico, así como también me gusta cómo relata ese otro mundo al que llega; luminoso, blanco, con los paisajes nevados...Hay una transformación en la película y, adivinamos, se va a iniciar una transformación en nuestro personaje ( spoiler)

Maravillosa película en el que un policia brutal acaba descubriendo el amor, la empatía y la sensibilidad. La primera parte de la película está ambientada en un mundo sombrío y urbano, cerrado a cualquier esperanza, y donde domina la fuerza bruta. La segunda, en un ambiente de montaña en que la brutalidad del protagonista acaba chocando y transformándose con la fragilidad y la sensibilidad de la protagonista. Excelentes interpretaciones, excelente banda sonora y excelente retratos de personajes que acaban siendo redimidos por el amor y la ternura. Romántica, como todo el cine de Ray, y que continúa viéndose con mucho agrado.

Magistral película de Nicholas Ray, una maravilla poco reconocida dentro de su filmografía que con esencia de cine negro combina con maestría el drama psicológico, la intriga criminal, el romance y el suspense.

La interpretación de Robert Ryan es absolutamente brillante, personificando a un tipo duro y amargado que utiliza la lucha contra el crimen como catarsis dentro de un ambiente putrefacto e inmoral. Su relación con el personaje de Ida Lupino servirá de bálsamo para calmar su carácter violento, con momentos íntimos entre ambos que en el tramo final del film desprenden un lirismo ciertamente arrebatador.

Ray ofrece una auténtica lección de cine reflejada en la creación de una irresistible tensión, de una cautivadora atmósfera, de una excelente puesta en escena, en la implantación de un adecuado tono melancólico, taciturno, así como en el sensible retrato de personajes y en el soberbio empleo de los diversos escenarios.

Imprescindible obra maestra que recoge con magnificencia el talento de su autor en la exaltación y sublimación de las emociones.