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Aves de rapiña

Cine negro Un veterano de guerra que regresa a su hogar visita a la viuda de un compañero caído y acaba enamorándose de ella. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
4 de diciembre de 2022
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A John Payne le persiguen las mujeres, pero también le persigue su jefe, y por otras razones, no porque le guste ni porque le caiga bien. Su jefe es Dan Duryea nada menos y no se anda con chiquitas.

Lo mejor de la película es el entramado especulador, el hábil manejo de las triquiñuelas para montar las estafas. Hablamos de auténticos profesionales. La película se ve mecánicamente, como un drama romántico en el que hay una víctima, una pobre víctima ante personajes como John Payne y Dan Duryea con su equipo de profesionales del timo. Para muchos, el argumento les parecerá bastante similar a tantas y tantas películas, incluso previsible; el caso es que cuando una película está bien rodada ese inconveniente se vuelve en acierto, y más cuando el ambiente está bien conseguido. No es de acción, ni espectacular, es de engaños y de tomar el pelo, que es peor.
floïd blue
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22 de enero de 2023
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras las totalmente prescindibles “Río abajo” y “El enmascarado”, todas ellas también rodadas en 1948, la estupenda “Aves de rapiña”es la tercera película consecutiva del director George Sherman y el actor Dan Duryea. El guion de Herbert F Margolis, Louis Morheim y William Bowers está basado en la novela de Lois Eby y John Fleming “The Velvet Fleece”. En la película un excelente John Payne interpreta a Rick Mason, un “guaperas” sin escrúpulos que trabaja con una pandilla de estafadores dirigida por Silky, un como siempre fantástico Dan Duryea. La pandilla tiene dos serios problemas a pesar de sus éxitos, primero, la chica de Silky, Tory (Shelley Winters), puro veneno y en segundo lugar tenemos al jefazo de la panda Silky, un tipo bastante desequilibrado cuya salud mental deja bastante que desear. La siguiente aventura de la pandilla involucra a una muy afligida y rica viuda de guerra, Joan Caulfield, Rick finge que era un buen amigo del esposo de la viuda durante la guerra y rápidamente congenia con ella, el plan es conseguir que invierta en una monumental obra en memoria de su difunto esposo y luego embolsarse el dinero y huir, el problema es que Cupido hace de las suyas y Rick descubre que en realidad se está enamorando de ella, a partir de aquí todo se complica, se complica y se vuelve a complicar.

Las actuaciones de Dan Duryea como Silky Randall y Shelley Winters como su venenosa novia, Tory, que se enamora de Rick Maxon (John Payne) son fantásticas. Duryea es un tipo malo, pero malo, malo, una amenaza constante y además medio paranoico porque su novia está rodeada de los miembros masculinos de su pandilla y para más inri no deja de tirarle los tejos a su mano derecha, Rick Mason (John Payne). Una ardiente Shelley Winters en su primer papel importante esta excepcional como esa “femme fatale” con una belleza fría y dura como una roca que no acepta tonterías de nadie, ya sea dándose de bofetadas con Payne o disparando frases hechas con alambre de púas, es sexy, divertida, peligrosa y experta en manejar su propio juego. La actuación de Joan Caulfield no está nada mal, pero su personaje es tan blandito que es difícil sacarle mucho jugo. Por último, John Payne, el chico guapo de la pandilla, está realmente bien en su papel de mujeriego estafador al que no hay hembra bajo las estrellas que se le resista.

Cine negro de serie B muy, pero que muy interesante, con una historia que te va atrapando poco a poco, personajes muy bien desarrollados, un excelente guion, una fantástica fotografía a cargo del gran Irving Glassberg y mucha intriga, suspense y dinamismo. Por cierto esta fue la primera incursión de Payne en el cine negro.
Juan Marey
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12 de marzo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesantísimo y menos convencional de lo que cabría suponer, esta muestra de B negro de la época se disfruta muchísimo gracias a una trama central que, por desgracia, no pierde vigencia pero, sobre todo, al excelente tratamiento que le confiere la labor de los guionistas adaptando un texto repleto de fantásticos diálogos y provistos de un extraño sentido del humor, como si no quisiera tomarse muy en serio a sí misma, pero creando al mismo tiempo un personaje ( Shelley Winters) que, a falta de conocer precedentes, creo que bien podríamos estar en el antecedente de Atracción fatal de Adrian Lyne.

Pero vamos por partes. La sipnosis de esta ficha no es correcta. Payne es miembro de una banda de estafadores inmobiliarios. Buscan al pardillo rico, le hacen invertir un pastizal en proyectos fantasma y luego se esfuman con el dinero ( les suena todo esto ¿no?).
Pero Payne y su jefe ( Dan Duryea, otro valor añadido al film) no se llevan nada bien. La culpa de la chica del jefe, claro ( Winters). Tiene un lío con el subalterno y el jefe se lo está oliendo. Se masca la tragedia y Payne no sabe cómo salir del embrollo toda vez que la chica ya le importa un pimiento.
Un nuevo trabajo resolverá la cuestión. Duryea enviará lejos a Payne a trabajarse a una rica viuda de guerra (Joan Caufield) mientras envía a la otra punta a su amante que, por desgracia para todos, tendrá algo que decir y hacer...
Hay muchísimas virtudes a resaltar en esta historia. Primero, cómo nos van dibujando al personaje de Payne, que parece un hombre de cualidades irresistibles para las mujeres en el que le vemos de muy diferentes formas según con quien actúe. Su relación con Winters ya se nota acabada y mecánica, la soporta como a un grano en el culo y está claro que no sabe cómo quitársela de encima.
La que inicia con la viuda también es muy interesante. Se va viendo los procedimientos que emplea, el cálculo y las buenas maneras al principio, cierta atracción irresistible después que harán surgir los escrúpulos y las dudas.
Duryea también nos regala buenas escenas con imperdibles diálogos en su acostumbrado papel de canalla rufián.

Pero, para mí, la clave de esta película resulta ser la Winters que sale de sus habituales papeles donde rozaba el patetismo para erigirse en una femme fatal bastante inusual, ya que no es ella la que atrapa a los hombres en sus redes sino que, en este caso, la encoñada es ella por un Payne que quiere desecharla como a un Kleenex y ella hará todo lo posible por impedírselo convirtiéndose en acosadora psicopática, a la que le importa un pimiento arruinar el negocio, o lo que sea, con tal de salirse con la suya. Parece decir en todo momento...-" A mí no me dejáis en el banquillo". Pues qué queréis que os diga. ! Olé!.

Los diálogos son muy buenos. Hay muchas buenas frases, algunas serias pero otras con cierto tono paródico que no tienen desperdicio. ! Escúchenlas!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Izeta
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12 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lady Godiva.
La primera mitad y más es completamente asombrosa, está llena, se le salen por las orejas y las tapas de los sesos los diálogos deslumbrantes a millones a todas horas sin parar de decir cosas inteligentes, ingeniosas, sarcásticas, ácidas, agudas, enjundiosas, imaginativas, sorprendentes, divertidas, una puta locura, sobreabundancia, generosidad huracanada tan racional cabalmente destilada, densidad máxima de escritura bella perfecta abrumadora seca estoica pulida acerada, como un gusiluz brilla en la noche más oscura, abraza, y percute como una taladradora que el cerebro te horada en busca de la idea primera platónica, aquella que originó todas las demás desde el principio de los tiempos hasta ahora, la otra cara, de la luna o de dónde mierdas sea, en cambio, el argumento y su encaje (de bolillos, hortera de bolera) formulario, es, en igual medida, no hay punto medio, en su afán consolador estabilizador o tranquilizador, en la sopa bromuro, terrible y totalmente desastroso, suma ruina imposible (de creer) de dislates, enormidades, atropellos a la razón y el sentido, y disparates, en resumen, en todas direcciones o ámbitos, manguera que chorrea, con un final que no se lo puede saltar ni un físico cuántico to borracho, de hacerse cruces, ese último estupefacto rato, vamos, que nos vamos (al garete), al estrambote.
En fin, Jekyll y Hyde, suele pasar, lo de empezar bien y acabar mal (es nuestro sino, el cine es solo la réplica, replicante), como el rosario de la aurora, todavía más si cabe en las películas del llamado cine clásico, aunque sea modesto como es el caso, negro que plantean premisas cínicas cachondas sórdidas bien maceradas en su agónica salsa y más o menos realistas, pero que a última hora se arrepienten y llaman al cura para poder confesarle todos sus pecados nefandos antes de ir, no hay remedio por mucho prelado o sacerdote al que recurran, directos de una patada en el culo al mismo infierno, sea, intentan desesperadamente que toda la tralla o carga de profundidad encaje, se embuta, camisa de fuerza, como sea, como humanamente se pueda, a horcajadas, a lo bestia, a la carrera, de ratas, dentro de una moral pacata, ridícula, hipócrita y conservadora para que esta imparta justicia en la prórroga y así no hay maldita sea la manera, descalzaperros, chapuza, vergüenza, se trata de meter toda la basura debajo de la alfombra o cama antes de que lleguen las visitas famosas, concretamente la de la hija de la dueña con la que pretendes casarte, dar el golpe, ya que hay que ir como dios manda a la iglesia, a la boda, de gala, con el traje y la corbata, a pagar los impuestos, a jurar la bandera, limpio de polvo y paja, sin mácula, virgen como (una) madonna, y es triste o patético observar esa violencia, a la fuerza ahorcan, ya que se sabotean o traicionan en ese lamentable acelerado in extremis proceso o estocada remate rearme, se autodestruyen como historia u obra que valga la pena, se vejan o suicidan, se hacen el harakiri, se acojonan acobardan, muerte por excesiva de barbitúricos ingesta, se humillan, anatema, censura.
Por otro lado, cambiando de tema, es muy agradable ver a la inmarcesible Shelley Winters como mujer fatal, qué perra, no como nos tenía (o nos tenían, los que manejan la industria pesada o mueven los hilos, los cabrones) más acostumbrados con el paso de los años y los kilos cada vez más de mosquita muerta y no esta desaforada maravillosa loba hambrienta auuuu que lo borda, fenómena.
Él tampoco está nada mal, al contrario, no es manco, va sobrado, sin frenos, derrapando, con todo fuera, colgando, de hecho, ahora mismito lo prefiero a Dean Martin o Humphrey Bogart, sea, esa mezcla perfecta de ambos, de gigoló de medio pelo venido a más o venido a menos, ahí le anda, haciendo fuego, cantante de variedades, alcohólico agónico, chulo, proxeneta, jugador compulsivo, drogadicto, crooner, buscavidas, no, eso nunca, héroe de guerra, un respeto, vamos, que sale ganando, majestuoso, gloria, genial, clava sus líneas, qué apostura soltura frialdad supina, cómo las desencaja, allá por dónde pasa no crece más la hierba con las señoras de toda clase e índole, monta tanto, las despatarra, esa pinta, esa planta o impronta, ese porte, ese pote, esa gracia, esa mala leche, y ese fraseo acojonante rapeante constante impenitente, metrónomo, hasta los jóvenes o niños dejad que se acerquen a mí quedan temblando, los desbarata/imanta, el flautista de Hamelín, el mago Merlín, en un segundo de nada con una breve charla y un poema, además, lo que nos faltaba, rapsoda, vate, poeta, no orate, lógico, los/as vuelve locas, (ya) no conocen, para los restos, se pierden.
Duryea también siempre es fabuloso, qué (ella, la niña cursi sosa pija) menos, y la película está rodada con acierto y elegancia, discretamente bien resuelta, sin alardes, al grano.
En verdad os digo que la trama no nos interesa absolutamente nada, ni los golpes o recovecos, ni los planes o celos, ni las posibles amorosas mierdas o trepanadas conciencias, ni la culpa o la pena, ni siquiera las luchas por el poder omnímodo abyectas o la pasta gansa, nos prendamos/quedamos enganchados embobados subyugados simplemente (y eso es decir mucho, es hablar de un universo entero con todas sus galaxias, estrellas muertas, planetas, anillos, agujeros negros indelebles y años luz a cuestas a cascoporro) de/por las palabras, metralleta, ráfaga, como si cada una fuera un tesoro o valiera un millón de dólares, un imperio, la vida entera, gloria, arcadia, perpetua.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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15 de noviembre de 2023
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Agradable película que comienza de pleno en el género negro para desembocar, sin abandonarlo, en el puro melodrama.
Esto hace, al menos en mi caso, que las expectativas iniciales se diluyan un tanto pero siempre resultando estimable amén de entretenida e interesante.
Se ve con gusto por varias razones, la primera por su excelente elenco interpretativo, sobresaliendo los personajes más malvados.
También la fotografía en blanco y negro es de recibo, pero lo que más sostiene la cinta son sus ricos diálogos llenos de frescura, ingenio, con no pocas sorna en ocasiones.
Una película que no logra ser lo estimulante que parecía en sus primeros minutos, pero que se ve bien haciendo pasar un rato muy ameno.

https://filmsencajatonta.blogspot.com
Baraka1958
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