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The Quiet Girl

Drama La Irlanda rural, 1981. Cáit es una reservada niña de nueve años que está desatendida por parte de su pobre, disfuncional y demasiado numerosa familia. Se enfrenta en silencio con dificultades en la escuela y en casa, y ha aprendido a pasar desapercibida para cuantos la rodean. Cuando llega el verano y se acerca la fecha del parto de su madre, Cáit es enviada a vivir con unos parientes lejanos. Sin saber cuándo volverá a casa, se queda ... [+]
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Críticas 54
Críticas ordenadas por utilidad
13 de diciembre de 2022
124 de 131 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si el cine es también una experiencia emocional, sin duda esta ha sido de las mejores que he tenido en varios años.

De esta película se podría hablar de su bella fotografía, de la estoicidad de las magníficas interpretaciones, de la excelente puesta en escena y de la calidad de una banda sonora a base de cuerdas, pero principalmente la virtud de esta cinta es que tiene corazón, y mucho.

En apenas hora y media (soberbio el montaje y soberbia también la dirección) se las arregla para mostrarnos a una familia disfuncional y sus dinámicas, el viaje a otro mundo donde una pequeña Cait (Catherine Clinch) encuentra el amor de una madre y de un padre en las pequeñas cosas, en los pequeños gestos y en las pequeñas acciones. Es directa, simple, hermosa y verdadera. Te crees en todo momento a los personajes, la evolución de los mismos y la relación entre ellos hasta que llega uno de los mejores y más emocionales finales que he tenido la suerte de contemplar en una pantalla.

Magnífica, sin más.

Y me voy a secar las lágrimas una vez más, que solo con recordarla vuelvo a llorar, mecagoentó.
Áralan
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14 de noviembre de 2022
73 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que la película gustó, y mucho, al público asistente, y a mí entre ellos, claro está. Cáit es una niña silenciosa, tímida, que vive con unos padres impresentables, con muchos hijos y pocas ganas de proporcionar a su extensa prole no solo los cuidados más elementales, sino afecto. Aunque solo fuera esto último, sería lo más importante.

Durante unos meses (final del embarazo de la madre) Cáit es enviada, empaquetada, para que viva con la familia de una prima, que no tiene hijos. La mujer que la recibe en el nuevo hogar es amable, educada y el hombre se muestra reservado, un tanto hostil. La falta de contacto físico en otras culturas (abrazos, besos), nos sorprende a los habitantes del Sur, pero hasta en esta historia nos resulta excesivo... Algo ocurre que se irá desvelando a lo largo de la película.

Película irlandesa, rodada en gaélico, la historia se desarrolla en los años ochenta del XX en un entorno rural. El título con el que ha llegado a este festival juega con el título mítico "The quiet man" de John Ford, pero hasta ahí llegan la semejanza. En "The quiet girl”, en contraste, lo que importa es que esta niña sea aceptada, sea querida y rompa ese silencio en el que se ha refugiado para soportar las inclemencias de los adultos y de sus compañeros de escuela. Solo un guion escrito con mucha fineza y una puesta en escena sobria, llena de pequeños detalles, nunca abusivos, puede conseguir el milagro de que el film no se deslice hacia lo sentimentaloide. Todo lo contrario: esa contención nos regala pura emoción. Gracias también a la mirada de una niña llamada Catherine Clinch. Un portento.
GonzaloyGracias
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24 de febrero de 2023
43 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
“The Quiet Girl” es un ejemplo de cine rodado con gran precisión. No lo decimos porque sea de presupuesto reducido, que evidentemente lo es, y no se podía despilfarrar ni un céntimo, sino porque Colm Bairéad, su guionista y director, ha jugado limpio y ha trazado con precisión una historia concreta, con fuerte base y sin caer en sentimentalismos baratos que se dan con mucha frecuencia en el cine comercial o en trabajos televisivos de saldo.

Su nominación al Oscar como mejor película de habla no inglesa a mí me ha pillado por sorpresa. No porque no se lo merezca, si no porque se aleja bastante del cine comercial convencional, y tanto es así, que para los premios del cine británico ha sido nominada solamente en un par de categorías (película de habla no inglesa y guion adaptado) o para los premios del cine europeo solamente se llevó el de mejor fotografía. Claro, en un festival como Valladolid se llevó varios premios, lógico, festivales serios era su salida, su escaparate para ser vendida a más países.

Porque “The Quiet Girl” corre el riesgo de tener una carrera casi imperceptible y, de ser reconocida, ese “gran público” cada vez más torpe y soez, le podría dar la espalda.

“The Quiet Girl” demuestra que una película en apariencia pequeña, puede llegar a ser más grande e importante que muchos títulos pretenciosos que cuentan con estupendas promociones, quizás, por como decíamos en principio, por haberse rodado con precisión, con un guion y con unas intenciones nada rebuscadas, brindando una naturalidad que no siempre se puede encontrar en películas que requieren poseer esa baza.

La historia de Cáit, una niña de nueve años que arranca al principio de los años ochenta en una Irlanda rural, es profundamente conmovedora, y será el espectador quien vaya lentamente descubriendo cómo son sus personajes, sus vinculaciones y sus caracteres, sin prisas ni estridencias.

Maravillosos todos sus actores, muy resueltos pero muchos de ellos sin demasiada oportunidad para el regodeo interpretativo, destacando su trío protagonista: desde Catherine Clinch como la pequeña Cáit, a Carrie Crowley, que con gran dulzura (no empalago) y contención desarrolla el personaje de Eibhlín o Andrew Bennett como el seco Seán.

Su apartado técnico juega en todo momento a favor de la historia, desde su banda sonora a la fotografía, bonita pero nunca preciosista de forma gratuita en un tono para turistas.

El debut de Colm Bairéad es más que una promesa y ojalá continúe el camino artístico con la dignidad que lo ha comenzado, haciendo que “The Quiet Girl” sea uno de los films más interesantes de la temporada. Independientemente de los premios que le den o de la aceptación popular con la que cuente, recomendarla encarecidamente a cinéfilos y aficionados al cine más humano. Ojalá la puedan disfrutar en su versión original porque miedo me da el posible doblaje que le puedan dar, temor que siempre me da cuando veo una notable película.

Paso brevemente a la zona spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maggie Smee
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12 de marzo de 2023
28 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
MELANCÓLICAMENTE BELLÍSIMA Y SUBLIME, “THE QUIET GIRL” DE COLM BAIRÉAD ES UN CLÁSICO INSTANTÁNEO INOLVIDABLE SOBRE UNA INFANCIA IRLANDESA DIFÍCIL A TRAVÉS DE UNA LECCIÓN MAGISTRAL INTERPRETATIVA DE LA JOVEN CATHERINE CLINCH.

El cine era esto. Contar una historia aparentemente sencilla pero que esconde una profundidad insondable, hacer fácil lo difícil, emocionar y atrapar, embelesar y permitir la reflexión posterior. Eso debe ser el cine y eso es “cum laude” “The quiet girl”, una obra maestra, un clásico instantáneo del irlandés Colm Bairéad, que alcanza el cielo directamente con su ópera prima.

La esencia de la naturaleza humana irlandesa se expande por cada fotograma, por cada poro de la piel de los protagonistas de un film rodado en gaélico y que nos muestra la dificultad para vivir a principios de la década de los 80 de Cáit, una niña de 9 años que ha tenido la mala suerte de pertenecer a una familia desestructurada donde nota cada día que estorba, que es un lastre, que sus padres no la quieren, sobre todo ahora que su madre vuelve a estar embarazada una vez más.

Por eso Cáit es patológicamente introvertida, por eso a sus 9 años se sigue haciendo pis en la cama, por eso tiene que vivir dentro de su propio mundo interior para sobrevivir al mar de desprecio en torno al que se está desarrollando su existencia. Pero un golpe de suerte va a mejorar su vida: sus padres, ante el inminente nacimiento de un nuevo hermano, la mandan a vivir con sus tíos, que no tienen hijos, y entonces descubrirá Cáit al fin el mundo de los afectos, de la comprensión, de la humanidad, del cariño, de la estima, del respeto. Se trata de algo desconocido para ella que poco a poco va a calar en su alma.

La maestría de esta joya del cine gravita en torno a dos cuestiones básicas: la equilibrada, clásica, estática a base de planos fijos y esteticista dirección magistral de Colm Bairéad; y, sobre todo y por encima de todo, la excelsa interpretación de la jovencísima actriz Catherine Clinch, que cautiva y embelesa al espectador más gélido.

Si a esas dos cartas marcadas para triunfar en el corazón del cinéfilo, unimos un prodigioso guión bellamente minimalista del propio cineasta, una preciosa música de Stephen Rennicks y una prodigiosa fotografía de Kate McCullough, entonces sabemos que “The quiet girl” se va a quedar a vivir con nosotros para siempre, habiéndonos ganado de por vida a golpe de sencillez, calidad, honestidad y una melancólica belleza que respira y que la convierte en inolvidable.
Sergio Berbel
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3 de marzo de 2023
24 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay planos detalle en ‘The quiet girl’ que definen a la perfección sus intenciones. Los cigarrillos que se van acumulando en el cenicero del coche durante un trayecto trascendental y que denotan la falta de comunicación entre un padre y su hija. Una galleta encima de la mesa, primer acercamiento, gesto indirecto de cariño, entre otro hombre y esa niña tímida y callada que da título a la película. Una pastilla de jabón acariciando su delicada piel, los cien cepillados de pelo. Mil y un detalles que permiten identificarnos con el sufrimiento interior pero también con la felicidad contenida de una protagonista encerrada en una casa que jamás será un hogar.

Madres, padres, progenitores, que criarán a sus hijos como al ganado mientras en el otro extremo coexisten personas dispuestas a donar todo el cariño posible. Realidades opuestas que identifica este filme intimista a través de los ojos de una niña que silenciosamente asume su dolorosa existencia. Y todo narrado desde la más absoluta ternura, como la que desprende el personaje de Carrie Crowley nada más abrir la puerta del coche para dar la bienvenida a Cáit.

La delicadeza con la que el director novel Colm Bairéad transmite esta pequeña historia se refleja ya con la decisión de mantener el gaélico como único idioma de una cinta que podría haber sucumbido a la ambición internacional y rendirse al todopoderoso inglés. No le ha hecho falta. Y es que hay un idioma más universal que el anglosajón o la música. Lo dice el personaje del padre de acogida en un momento determinado. “Muchas personas pierden la oportunidad de quedarse calladas”. El silencio, y todo el lenguaje corporal que lo suplanta, es el motor de una película que consigue la difícil tarea de reconvertirlo en belleza cinematográfica.
polvidal
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