El principal problema al que ha tenido que enfrentarse The Road es el de las espectativas que había levantado en el público que ha ido a verla. Aquellos que iban (gran mayoría) esperando algún tipo de película de acción o de terror psicológico, han salido de las salas o bien medio dormidos o bien completamente encolerizados, haciendo que al equipo técnico y artístico de la película le pitasen bastante los oídos. Sin embargo, de todos aquellos que íbamos con algo más de idea sobre lo que nos podríamos encontrar, una gran parte ha salido del cine decepcionada: The Road no es tan bestia ni tan conclusiva como cabría esperar.

Su principal traba a la hora de llegar a un público comercial es el hecho de que no tiene una estructura tradicional: la primera mitad del film consiste en flashbacks y escenas del "presente" intercaladas que sirven para presentar el contexto de los personajes (sobre todo el del padre). Pero es que, después de eso, no encontramos un "nudo" (o al menos no un "nudo" principal de la trama), y lo que para muchos supone un pecado aun mayor, ni tan siquiera un desenlace satisfactorio.

Su principal traba entre todos aquellos que esperaban un tratado de moral es el siguiente: la película no termina de dejar claro dónde está el límite de lo "bueno" y de lo "malo", donde acaba lo aceptable y empieza la falta de moral, ¿es la humanidad intrínsecamente buena o mala y horrible por naturaleza? La película nos muestra una clara preferencia por una zona moral tan gris como su fotografía. Y esto es lo que se traduce en comentarios como "no se han atrevido a ir más lejos con la película".

Lo primero que debería tener en cuenta cualquier persona no-religiosa (como un servidor que escribe) cuando se acerque a esta película, aparentemente alejada de sus intereses, es que precisamente esta película puede resultar especialmente apasionante para él. Me intentaré explicar mejor:

Martin Scorsese no pretende con esta cinta convertir a nadie. Todos sabemos quién fue Jesucristo (considerémosle real o ficticio, lo mismo da), casi todos conocemos los hechos más relevantes de su vida (incluida su brutal muerte), y estoy convencido de que su doctrina y algunas de sus máximas están presentes como mínimo en nuestro subconsciente. El filme, en todo caso, trata de ofrecer una perspectiva humana y realista a la naturaleza del personaje, mitad humano, mitad divino, lo que precisamente causó mucho revuelo en su dia entre las filas más intransigentes de esta religión (para quienes Jesús no puede ser más que una especie de superhéroe estoico, y no el ser humano atormentado y confuso del principio del film que nos ocupa).

A pesar de esta ambientada hace casi dos mil años, Scorsese despliega en la cinta todo su arsenal de recursos que hacen de su cine todo un placer de contemplar: movimientos de cámara frenéticos, montaje en la misma línea, cuidadas interpretaciones (Dafoe y Keitel tienen algunas escenas verdaderamente emotivas de amistad y sacrificio...y eso que son , respectivamente, Jesucristo y Judas), una banda sonora en ocasiones anacrónica (uso de instrumentos modernos).

Tanto por su complejidad a nivel moral, estético y temático, recomendaría fervientemente esta película a todos aquellos quienes consideran La Pasión (de Mel Gibson) un film que acerca el tormento de Cristo a la audiencia, en lugar del filme Gore con fotografía bonita que es en realidad. Scorsese le gana la partida limpiamente. Y ni siquiera lo pretendía.

Christopher Nolan afirmó en una entrevista, con motivo de este filme, que lo de verdad le atrajo de Insomnio fue la posibilidad de subvertir una de las que parecen ser las normas habituales del thriller convencional: situar a unos personajes moralmente cuestionables y unas acciones terribles y oscuras en el paisaje más iluminado posible.

Innovaciones estéticas aparte, lo cierto es que el gran logro de Christopher Nolan en esta película es que el uso de una luz mortecina, grisácea, constante parace mostrarnos el particular viaje a los infiernos de un torturado policía, magistralmente interpretado por Al Pacino, en uno de los últimos papeles buenos que ha conseguido el pobre hombre en los últimos años. En su viaje le acompañan un Robin Williams comedido e inquietante, demostrado lo buen actor que es a todos aquellos que solo le recuerden como un bufón o como, dios no lo quiera, Peter Pan con 40 años. HIllary Swank también aparece por ahi, pero su personaje queda eclipsado, tanto por el propio poco interés del mismo como por el poder de los otros dos.

La sensación que se le queda a uno después de haber visto esta película es el equivalente a lo dicho en el título de la crítica. La trama sigue la decadencia amorosa y psicológica de una pareja llena de sueños que no se han cumplido, tanto por la presión de la sociedad conformista y borreguil que les rodea, como por su propia ineptitud/cobardía.

A pesar de que pueda sonar a material de melodramón barato de película de sobremesa, Sam Mendes consigue construir una película inteligente y muy oscura, valiéndose sobre todo de las soberbias interpretaciones de la pareja protagonistas. Kate Winslet demuestra como siempre la gran actriz que es , pero sin duda es DiCaprio el que más va a sorprender al espectador. Hay un par de escenas increiblemente dolorosas de ver, en las que los personajes llegan al limite de su paciencia y su rabia, en las cuales el intérprete saca lo mejor de sí.

Lo peor que se podría decir de este filme en todo caso es que no nos cuenta realmente nada nuevo: la sociedad puede con el individuo, la originalidad significa alienación y la realidad pisa los sueños de todos. Pero aún así, merece la pena verla por el duelo interpretativo

Esta película debería ser enseñada en todos los cursos sobre realización cinematográfica que haya por todo el mundo, por el modo tan descacharrante en el que defeca encima de todos y cada uno de los pilares, ya no de la producción y realización de cine (desde el guión hasta el montaje subnormaloide), sino de la propia inteligencia humana.

Tom Cruise se convierte en una especie de Semi-Dios de sonrisa estúpida constante, que lo mismo te sube una montaña de 698748 metros sin cuerdas ni nada , que te baila unas sevillanas usando un cochazo, y cuya misión nunca queda del todo claro en una trama que se ve interrumpida cada dos segundos para ofrecer una escena de acción destinada a ser LA escena de acción definitiva.

Y ese es sin duda el mayor problema de esta película. Cualquier aficionado al cine de acción sabe pasar por alto, generosamente, un guión absurdo, e incluso una persona con paciencia podría soportar ver a Tom Cruise poniendo las mismas caras de siempre si al menos las escenas de acción valieran la pena. Pero detrás de la cámara se encuentra John Woo, el gran amante de las cámaras lentas cutres hasta para ver al personaje sacándose un moco; el director que anima a sus personajes a desafiar la gravedad con saltos de 20 minutos (duran más hasta que en Matrix...y ahi habia una excusa argumental); John Woo, quien parece tener alguna clase de fetichismo con las palomas, obsesión que alcanza su nivel más absurdo en una escena hacia el final del filme.

En fin, para no ser totalmente cruel, diré que hay una utilidad después de todo para MIssion Impossible 2: verla acompañada de colegas, con las sustancias que cada uno considere apropiadas a mano (desde una bolsa de patatas a lo que se les antoje), y ganas de partirse la caja con una de las mejores comedias no-intencionadas de los ultimos años.