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Olé, el viaje de Ferdinand

6.0
5,155
Animación. Comedia. Infantil Ferdinand es un novillo muy tranquilo que prefiere sentarse bajo un árbol a oler las flores que saltar, resoplar y embestirse con otros toros. A medida que va creciendo y haciéndose fuerte, su temperamento no cambia y sigue siendo un toro manso. Un día, unos hombres vienen buscando al toro más grande, rápido y bravo... y Ferdinand es elegido equivocadamente para las corridas de toros de Madrid.
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Críticas 48
Críticas ordenadas por utilidad
16 de febrero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ya sabéis, la nueva obra de Blue Sky Studios (Ice Age, Río) se trata de la cinta de animación más esperada desde Papá, soy una zombie y Pos Eso. Sin lugar a dudas, el enorme descenso en taquilla de Los Últimos Jedi se ha debido a la entrada de Ferdinand en los cines españoles: caos, colas, gente disfrazada de torero en sus concurridos preestrenos a medianoche, locura, expectación. Que no pare la fiesta de Ferdinand.

Sorna y fracasos taquilleros aparte, la nueva adaptación del relato de Munro Leaf —la anterior siendo el famoso y controvertido corto de Disney— no es el mojón de enormes proporciones que daba por hecho que estaba a punto de comerme justo en el momento de sentarme en la butaca, cual cordero en un matadero, esperándome lo peor. La historia de Ferdinand quizá no daba para un largometraje, y menos aún a cargo de los responsables de Robots, pero por lo menos cumplirá la misión de entretener a vuestros hijos durante hora y media sin crearles secuelas psicológicas irreversibles.

Huelga decir que mis temores infundados parecían estar a punto de cumplirse durante gran parte del film: sus dos primeros actos son potencialmente problemáticos, están plagados de chistes tonal y moralmente cuestionables (en muchos aspectos no deja de ser una versión para todos los públicos de La fiesta de las salchichas) y por momentos da la impresión de que nos encontramos ante una extrañísima glorificación y oda cinematográfica a la tauromaquia. Las batallas musicales protagonizadas por caballos maricas (sic) no le ayudan a sumar puntos a su favor. Pero al final todo se arregla.

Y no es que los chistes empiecen a tener gracia de repente, ni que las referencias a España dejen de ser deliciosamente racistas (en su defensa, al menos esta vez se han documentado lo suficiente como para no meter sombreros mexicanos por doquier), aunque sí que queda mucho más claro el mensaje que busca defender la película. Un mensaje genuinamente poderoso, transmitido simplemente con imágenes. Unas imágenes muy sencillas, pero que sin embargo sé que perdurarán clavadas en mi retina durante mucho tiempo. Aunque luego me olvide del resto. Que lo haré.

Hablando de imágenes, está claro que los de Blue Sky Studios no son Disney/Pixar. Ni Dreamworks. Ni siquiera Illumination. La animación no pasa de ser meramente funcional y los diseños pecan de simples y bastante feúchos. Bien es verdad que podría ser peor. En peores plazas animadas hemos toreado los espectadores y, por suerte, Ferdinand no es una aberración al nivel de Foodfight. No nos deslumbrará más allá de algunos momentos puntuales, pero al menos cumple su propósito. Que no es poco, visto lo visto.

Por desgracia, no puedo comentar sobre qué tal están John Cena, Kate McKinnon, David Tennant o Miguel Ángel Silvestre en sus respectivos papeles. El pase al que accedí proyectaba la versión doblada al español. Algo positivo que sí puedo decir con respecto a dicho doblaje es que no he percibido la voz de ningún famosete o youtuber de tres al cuarto distrayendo y destrozando la cinta. Algo es algo. La traducción también parecía bastante decente, así que cero pegas más allá de mi pedante preferencia por la versión original.

No os voy a mentir, Ferdinand no os va a cambiar la vida. No será la película favorita de los más pequeños de la casa, ni va a reventar la taquilla en ninguna parte, ni se venderán moñecos del torete estas navidades. Pero es fundamentalmente inofensiva, tiene un buen mensaje y, exceptuando el tono rotísimo que tiene en sus dos primeros actos, no se me ocurre ningún defecto apocalíptico que achacarle. Es, fácilmente, la séptima o novena mejor opción en taquilla para acudir al cine esta semana. Haced lo que queráis.

Crítica original en: http://www.cineenserio.com/ferdinand-ay-torito-guapo/
Juankiblog
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26 de septiembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda sociedad organizada, tiene en común algún rasgo violento, por ejemplo: las sociedades anglosajonas tienen el problema de las armas y la violencia racial.

En las sociedades latinas, la violencia se trata de canalizar a través de las fiestas taurinas o el sexismo por bandera.

Ferdinand no es una película excepcional pero si necesaria para educar a nuestros hijos en el respeto a la vida propia y ajena. Es una buena forma de entretejer una red de conciencia y empatía que ayude a las sociedades a despertar frente a la barbarie de masacrar a un animal por el mero morbo de ver una cogida: esa es en verdad la verdadera "emoción" de la fiesta mal llamada nacional: sentir la expectación por una cogida sin obviar las miserias que tiene que pasar el animal.

Por eso Ferdinand es y debe ser vista tanto por los "taurinos" como los "anti-taurinos", al menos como un intento de empatizar con la vida.
Buscapé
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13 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo la teoría de que con las técnicas de animación modernas es prácticamente imposible hacer una mala película a poco que dispongas de presupuesto para un conjunto razonablemente competente de guionistas capaces de escribir tres o cuatro chistes buenos y otros tres o cuatro gags decentes. Antiguamente, esos sketches se veían limitados por las posibilidades técnicas de llevar a la pantalla la ocurrencia del guionista, pero hoy en día, por ordenador, si un gag requiere un flashback en el que aparezca Donald Trump con Felipe González aterrizando en la Luna con el Apolo XI, pues se programa y ya está.

“Ferdinand” va en esa línea. Hay unas cuantas ocurrencias graciosas en una historia poco original, pero que siempre funciona, la del chico tímido sometido a la presión del que se esperan grandes cosas y que tiene que competir con abusones. Sin muchas pretensiones, va claramente dirigida al público infantil sin hacer grandes esfuerzos por atraer más espectro de edad, pero se puede ver sin problemas por adultos. El mensaje es eco-optimista y animal-friendly sostenible, pero sin el sectarismo de rigor. Incluso los típicos chistes sobre España, las corridas y los toreros no son especialmente ofensivos y se merecen alguna que otra sonrisa. Los grafismos no son nada del otro mundo, pero sin ser espectaculares encajan en el conjunto de la producción.

Como decía al principio, cuesta encontrar películas de animación malas y “Ferdinand” no es una de ellas. Ojo, tampoco es la película que me pongo de vez en cuando cuando estoy de bajón. Es decente y punto. ¿Podría mejorar? Hombre, sí, metiendo al Fary en la banda sonora...
OsitoF
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23 de marzo de 2018
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no entiendo las demás críticas que dicen que la película es encantadora.

En ningún momento consigue crear una atmósfera que te entusiasme ya que el humor es bastante puntual y poco efectivo.

Lo peor, el personaje de la cabra, no sé si se han inspirado en el burro de shrek pero vamos esa cabra está muy mal planteada.
Rober__madrid
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14 de abril de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
66/10(15/03/18) Entretenida cinta de animación de los Blue Sky Studios, aunque sufre de desequilibrio en su bloque central, el reputado brasileño Carlos Saldanha (“Ace Age”, “Robots” o “Rio”) dirige este relato que mezcla comedia y aventuras, basándose en el libro para niños de Munro Leaf “The Story of Ferdinand”, ilustrado por Robert Lawson, escrito en 1936, tuvo una versión en forma de corto animado de Walt Disney, ‘Ferdinand The Bull’, corto premiado con un Oscar en 1939. ‘Ferdinand’ presenta algún que otro guiño al corto original, pero extiende su historia mucho más allá de sus casi ocho minutos hasta la hora y cuarenta y seis de duración, corrige y/o actualiza aspectos del cortometraje como era el hecho de retratar a los españoles como hombres de aspecto mexicano (tipo de sombreros, color de la piel…), introduce algún cambio relevante como sustituir a la madre de Ferdinand por un padre, o el no convertir al torero en un cobarde aunque si mantiene su estilo de personaje arrogante. Debido a que la historia original no es extensa, fue necesario agregar a algunos personajes a los originales del cuento, como Lupe, la cabra calmante, y los puercoespines que ayudan a Ferdinand en su travesía. Otro nuevo personaje, una niña llamada Nina, pasa a ser un elemento crucial de la historia. En la época fue considerado como un cuento pacifista, por ello prohibido en España hasta después de la muerte de Franco, y en Alemania durante la WWII, siendo el relato entre los favoritos de Gandhi, Thomas Mann, H.G. Wells, y Los Roosevelt. Lo adaptan los guionistas con guión de Robert L. Baird (“Monsters S.A.”), Tim Federle y Brad Copeland (“Cerdos Salvajes”), en un relato que se centra en un toro de lidia español (el que da título, Ferdinand) que vive en un rancho donde se preparan astados para las corridas de toros, pero el protagonista es un pacifista que se resiste a ser toreado. Tocando termas tan universales y de índole pedagógica para niños como la amistad, las relaciones paterno-filiales, el valor del trabajo en equipo, el espíritu de sacrificio, el respeto por el diferente (hay quien ha visto en esto resonancias al bulyng e incluso a los gays), la defensa de los animales, y sobre todo la lucha por intentar ser quien realmente eres. Recibió una nominación a la Mejor Película de Animación en los 90 Premios de la Academia, mientras que también recibió nominaciones para Mejor Película de Animación y Mejor Canción Original (" Casa ") en los Golden Globe.

Un alegato contra la tauromaquia (al que me sumo), aunque se intenta dulcificar, sobre todo con la “chusca” y nada creíble recreación del público en la plaza de toros, y es que la corridas de toros son un vestigio de un salvajismo que llega entroncar con el circo romano, por mucho que lo quieran disfrazar de “arte”, no es más que un “aquelarre” en que se tortura un animal durante un rato, ante el deleite de unos espectadores sedientos de sangre, para en el clímax asesinar al animal en una suerte de éxtasis propio de los trogloditas, donde el sufrimiento de los “indefensos” (lo de los cuernos es una vil coartada, que hagan corridas elefantes por sus cuernos, o de tigres, tienen dientes afilados,…) , por mucha tradición que sea no deja de ser un “espectáculo” bochornoso que hace de menos a la Condición Humana.

El crítico taurino de El País Antonio Lorca, en una crítica de la película, dijo que el mensaje de la película es "profundamente antinatural" (lo “natural” es entrenar al astado en la pelea, y con ello conseguirás un fiero animal, pues que toreen tiburones que también es su naturaleza atacar) a que la "renuncia" del toro protagonista "a su naturaleza animal" es una mentira que manipula a los niños (los puede hacer creer que los animales hablan; incluso se les puede dar a entender que llegan a sufrir y tener cariño por quien les da amor), que se convertirán en "los anti-taurinos de mañana" (si consigue que los niños sean lo que dice este crítico, aunque sean unos pocos, me congratularé de ello).

La película posee un arranque formidable, describiendo a los personajes en pocos trazos y con fuerza dramática, ello coronado por una situación trágica que nos retrotrae a films disneyanos como “Bambi” (1942) o “El Rey León” (1994), componiendo un triste tramo en que el corazón se te encoge, pero una situación que el realizador hace pasar con condescendencia y demasiado trivialmente cuando parece olvidarse a partir de aquí, banalizando esta salvaje muerte en fuera de campo durante el metraje (me ha faltado algo de coraje para trascender), adolece de carencia de drama existencial de Ferdinand, yendo por una senda más aniñada. Luego pasar a la rebelión ante lo predestinado, ante su inadaptación, enganchando al espectador con un protagonista seguro de sí mismo, que busca su lugar en el mundo. Ello delineando un Ferdinand carismático, la brújula moral del relato, donde por su fuerza de voluntad y seguridad en lo que defiende hace que sean los demás a su alrededor los que evolucionan, los que cambien, los que alteren su modo de pensar. Se agradece (por lo menos yo) el modo en que se desmitifica y ridiculiza el mundo del toreo, su impostura y narcisismo, su elitismo, esa soberbia taurina de intolerancia ante el disidente, desglamurizando un supuesto arte reaccionario y que nos emparenta con los espectadores de los circos romanos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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