La balada del soldado

Aliosha destruye, por un inesperado azar, dos tanques de guerra. Pero no es el héroe ruso que sus oficiales querrían ver; es un chico de diecinueve años preocupado porque su madre vive en una casa cuyo tejado necesita reparación. Es por ello que pide permiso para ir a verla. La historia de Aliosha es de una casi insoportable tristeza; básicamente porque, aunque lo que cuenta es hermoso, es el preludio de algo que ya es imposible. 'La balada de un soldado' es la historia de alguien que se enamora, pero que ya ha muerto. Aliosha podría haber amado, podría haber ayudado a su madre. Podría haber sido un hombre de provecho. En verdad ya lo era, ayudó desinteresadamente a varias personas en su viaje, cumplió la palabra dada a sus camaradas soldados de contactar a sus seres queridos; pero otro inesperado azar, distinto al que le facilitó poder dar un último abrazo a su madre, provocó que muriese, en circunstancias que nos quedan veladas, y que no pudiese dar un primer y último beso a Shura.

Esta película no se centra en el dolor que la guerra provoca, sino en lo que la guerra impide que florezca.

Gracias.

Esta es, para mi gusto, una de las más bellas historias de amor que haya podido ofrecernos el Arte Cinematográfico. La he visto ya en tres ocasiones con décadas de diferencia… y siempre me envuelve por completo esa maravillosa aventura en la que un joven soldado que se hace merecedor a una salida del frente para visitar a su madre, se encuentra con una joven en el tren en el que viaja a escondidas, y comienza así una relación que contiene romanticismo y poesía de la manera más excelsa.

La película funciona, principalmente, como una historia de amor imposible en condiciones muy difíciles, pero, también es un poema antibelicista que nos da cuenta de la incontable gente buena que sufre las consecuencias de los enfrentamientos.

Basado en episodios que él mismo vivió como paracaidista y soldado de infantería durante la II Guerra Mundial, el director Grigori Chukhrai, consigue de nuevo un nivel altísimo de inspiración al recrear la imagen de un joven soldado que, aunque logra lucirse como un héroe en el campo de batalla, lo que hace durante ese viaje en el que espera ver a su madre, resulta de una calidad humana que nos llega muy dentro del alma.

Con unos intérpretes noveles, Vladimir Ivashov y Zanna Prokhorenko -que apenas tenían alguna experiencia como actores de teatro-, el director logró imponerlos a los productores de los Estudios Mosfilm, quienes ya habían pensado en los profesionales, Oleg Strizhenov y Liliya Aleshnikova, como protagonistas… y su acierto fue total, pues, el carisma y el encanto que emanan aquel par de jóvenes, de 19 y 18 años respectivamente, resulta fascinante. De, Shura, la joven campesina, uno logra enamorarse de esa preciosa trenza rubia y ese rostro angelical, pero sobre todo, por la manera como defiende su integridad al tiempo que va comprendiendo que, el chico que viaja a su lado, bien podría ser el hombre de su vida. Por su parte, Alyosha, el joven héroe de guerra, comienza a impresionarnos cuando, en vez de una medalla, prefiere un permiso para ir a ver a su madre que vive bastante lejos. Después, sus acciones durante el viaje son de una valía que no deja indiferente a nadie y nos hace sentir ante un ser humano de enorme sensibilidad.

Con una excelente fotografía de, Vladimir Nikolayev y Era Savelyeva; y con una calificada ambientación en una Unión Soviética que todavía dejaba ver los efectos de los ataques alemanes, Chukhrai termina componiendo una obra cinematográfica que resulta gratificante por donde se la mire, y que, merecidamente, sería reconocida con el premio BAFTA a Mejor Película y el premio David di Donatello a Mejor Director, a la vez que fue nominada a La Palma de Oro en el Festival de Cannes, y también recibió una nominación a los Premios Oscar por Mejor Guion (G. Chukhrai y Valentin Ezhov).

Con todo esto, también tengo que decirlo: <<LA BALADA DEL SOLDADO>> es una Obra Maestra.

Una mujer solitaria camina hacia ninguna parte, solamente para detenerse en el camino que sale del pueblo y mirar al horizonte buscando en el infinito a su hijo, el joven soldado Aliocha, a quien no ha visto desde hace mucho tiempo. Y se detiene en ese sendero, por el que en tiempos de paz vuelven los hombres del frente, o en tiempos de guerra los jóvenes se marchan para defender a su país, dejando a las que se quedan a su espera con la incertidumbre de si algún día voverán a casa y con la única esperanza de que sigan con vida allí donde estén. Es ese sendero el que Aliocha quiere volver a recorrer en buca de su madre cuando consigue que le den un permiso, y para ello se embarca en un arduo regreso, marcado por la destrucción, la desolución y la pena de muchos de los lugares por los que pasa. Pero en ese recorrido se encuentra inesperadamente con la joven Choura, con la que establece una profunda unión a lo largo del trayecto.
La gran calidad técnica de esta película soviética queda plasmada a la perfección en las dos fragmentos más conmovedoras de toda la cinta. Cuando en el trayecto del tren Aliocha y Choura intercambian sus miradas con el viento del tren de fondo en una escena de un inocente y delicado romenticismo, gracias a los primeros planos que nos transmiten los sentimientos de los jóvenes a traves de sus ojos ilusionados. Y el abrazo entre la madre y el hijo, símbolo del eterno lazo de amor y afecto que los une, y que ninguna guerra, por muy cruenta que sea, ni siquiera la mismísima muerte en esa precaria existencia sería capaz de romper.

La vida se puede reducir —si acaso tal pretensión fuera posible— en alegrías y penurias, victorias y derrotas, amor y olvido, guerra y paz... Y ello es, justamente, lo que este film nos ofrece en poco más de una hora: un resumen perfecto de los elementos paradójicos que nos acompañan en nuestro paso por el mundo.
Posee una cuidada fotografía melancólica que brilla donde debe brillar y oculta lo que debe ocultar: el rostro de Shura, aterciopelado y núbil, gravita límpido entre su vestido negro y el heno gris, en la escena del vagón.
Todos los planos son cuidados, en cantidad y calidad, para ofrecer solo lo necesario a una historia que no le falta ni sobra algo, como un cuento preciso de nuestra infancia.
Por más que se haya grabado en blanco y negro, muestra el mejor el color de la vida.
Es inolvidable a todo juicio.

La balada del soldado de Grigori Chukhrai es un drama romántico ruso que tiene como trasfondo la segunda guerra mundial. Dirigida con un ritmo activo y con un estilo apasionado y sentimental, es una obra tan conmovedora y sincera que encanta al público por la sinceridad y profundidad de una historia de amor tan breve como hermosa. Realizada de forma maravillosa tiene un resultado excepcional de visión obligada en el género que cautivará a todos los públicos.
La fotografía en blanco y negro hace un gran uso de los claroscuros y es hermosa, gracias a unas imágenes alusivas repleta de detalles. La música es emotiva con algunos sonidos dramáticos que acompañan el film notablemente en cada acción, resaltando el sentimiento que quiere en ese momento el director. Los planos y movimientos de cámara completan una señalada labor técnica mediante el uso de primeros planos, primerísimos y subjetivos para despuntar el amor de los protagonistas. Destaca también unos efectos visuales y de sonido bastante conseguidos para la época en las escenas de batallas con las explosiones.
Las actuaciones son verosímiles. Vladimir Ivashov en un gran papel y Zhanna Prokhorenko seductora. Ambos como protagonistas de un gran amor de los que arrebatan y sobrevive eficazmente el paso del tiempo, por ser muy acertado al ser mezclado con la desesperación de la segunda guerra mundial. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios sugestivos a militares y humildes para los civiles mostrando la pobreza en una apreciable labor.
El guion, escrito por el director junto con Valentin Ezhov, es apasionante al absorber al público en una admirable labor que logra penetrar por la cercanía que desprenden los protagonistas y por tener un argumento sustancioso tanto en el contexto bélico como en el romántico, siendo en definitiva una obra que merece la pena ser descubierta. Esto se lleva a cabo con una narrativa con voz en off explicativa y algo pesimista y el resto del film con tono afable y educado entre los personajes.
Concluyendo, la considero una obra inmortal y necesaria en los dramas románticos con ambientes bélicos. Por su sinceridad e historia apasionada que encandilará a los seguidores del género, quedando en la retina de todos los que la visionen por su belleza y credibilidad de la historia. Recomendable por su dirección, guion, interpretaciones, fotografía, música, planos, movimientos de cámara, vestuarios y narrativa que vuelven a La balada del soldado, en un film cautivador y lleno de un romanticismo sincero, capaz de calar hasta en el corazón de los más impasibles.