Horas desesperadas

Intriga criminal basada en una novela y obra teatral de Joseph Hayes con el protagonismo de una familia de vida corriente sobresaltada por una situación extraordinaria que pone en peligro su apacible existencia.

El desarrollo de la trama, aunque a menudo cae en algunos lugares comunes, posee momentos de gran intensidad, con la excitada interacción de los personajes dentro de un restringido y claustrofóbico escenario expuesto con un impecable trabajo de cámara de William Wyler, quien sabe enfatizar la sensación de amenaza psicológica tanto con el empleo de picados y contrapicados como con el uso de contrastes lumínicos, teniendo también una gran importancia en este sentido el trabajo del fotógrafo Lee Garmes.

Es verdaderamente notable el duelo interpretativo entre Fredric March y Humphrey Bogart, un duelo donde no faltan los diálogos punzantes, las poses retadoras y las miradas malintencionadas.

La historia ante todo es creíble y está tratada con bastante rigor, nada de las exageradas ridiculeces que inundan a los thrillers domésticos de ahora, como podrían ser bombas o escenas forzadas donde las familias se vuelven héroes capaces de dar patadas giratorias a lo Chuck Norris. No obstante el film posee varias limitaciones que le cuesta mucho afrontar.

La inverosimilitud no se pasa para el lado del espectáculo de acción y por el contrario acaba pecando de inocentona. El guión tiene detalles que no convencen nada, los "secuestrados" salen de la casa sin escolta; la actuación de la policía es peor aún, tienen un uso nulo de sus capacidades, por algo Wyler apenas los coloca en el montaje final. Los malos no están definidos bajo el estereotipo pero tampoco están delineados de forma creíble; el más ajustado a la realidad es el joven; pero el gordo parece uno de "Los tres chiflados"; y Bogart hace de criminal con principios y "duro blandón", nunca se ve realmente su supuesto odio hacia March.

En lo que a actuaciones respecta creo que el más destacable es March, su rol de hombre entre la espada y la pared está logrado; es un héroe que no necesita mostrar su musculatura. El resto cumple, pero nada para recordar.

Y le toca al señor Wyler, su dirección tiene algunos buenos momentos. Al comienzo la escena en la que los ladrones arriban en la casa, la cámara hace un travelling circular desde la ventana del auto y jamás desenfoca la bicicleta tirada del niño. Pero a veces esos rastros de genialidad al dirigir se dispersan y parece que Wyler trabajara con cierto desgano. El director pierde el rumbo y la película queda falta de fuerza y con un ritmo muy endeble que pierde fácilmente la tensión.

Wyler ha demostrado ser mucho mejor en interiores de lo que logra aquí, véase sus dos obras posteriores: "La mentira infame" (1961) y "El coleccionista" (1965), donde el ritmo jamás se pierde pese a no tener acción fuera de unas cuatro paredes. "Horas desesperadas" no es una mala película, tiene buenos momentos, pero viniendo de William Wyler uno espera mucho más que un simple thriller.

Lo mejor: la escena en la cabina telefónica, muy bien resuelta.
Lo peor: la actitud de los ladrones roza el absurdo en algunos momentos.

La historia de un grupo de malos que invade a una familia de buenos es bastante trillada, pero se le puede sacar mucho jugo si se evita caer en lugares comunes. No es el caso de esta obra teatral llevada al cine, que está llena de clichés.
El siempre eficaz Bogart es un duro muy duro y un malo muy malo esta vez, o pretende serlo. Aparentemente no tiene escrúpulos pero, en el fondo, sí los tiene porque no es lo suficientemente rudo ni despiadado (algo que le hubiera dado un poco más de chispa al film).
Solo rescato un momento intenso y diferente: cuando el malandrín encarnado por Robert Middleton se lleva "a pasear" a un inocente trabajador. Todo lo demás es previsible: la típica familia de clase media norteamericana llena de amor y nobleza donde no faltan la esposa comprensiva y protectora, el esposo audaz e incorruptible, el novio de la muchacha que se involucra de puro valeroso hasta el final y, por supuesto, no podía faltar el niño que demuestra su gran madurez ante situaciones extremas. Ni hablar del final, que ni falta hace spoilear.
Es interesante la dirección y la presencia de Humphrey siempre agrega un puntito más a la crítica, pero esta es una de aquellas películas que, entre lo previsible y lo trillado, no ha envejecido bien.

No es la primera vez que Bogart hace un papel de malo, sorprende, porque por aquellos años, no querían perjudicar su imagen con papeles de este tipo, pero supongo que el cine cambia y los actores buscan retos.

Principalmente iba a estar Spencer Tracy también, pero ambos querían el título de "actor principal" y finalmente cedió Tracy rechazando el papel.

La película se basa a una obra de teatro, que a su vez se basa a una novela que a su vez se basa en una historia real sucedido en 1952. La revista Time redactó un artículo en su día, relatando lo sucedido (por ejemplo, que habían sido agredidos), la familia dijo que no era cierto, que eran corteses. Incluso se mudaron para no seguir con la publicidad sobre este tema. Quizás nunca sabremos lo que pasó realmente, pero si esta película se basa en una obra que a su vez se basa en una novela.... muy real no creo que sea. Aunque la película tampoco lo especifica que fuese real.

Tuvo un éxito moderado y viéndola ahora pues ha envejecido muy mal, ya que los malos malísimos, tampoco lo son tanto, bueno, mejor dicho, no son tan listos como pretende la película que sea, porque deja mucha libertad a sus rehenes.

Aún está, está muy interesante de ver.