La jaula de oro

El director español Diego Quemada-Diez vivió en sus propias carnes la experiencia de ser un indocumentado: llegó a Los Ángeles sin papeles, y en McArthur Park, compró documentos falsos. Tiempo después, con la ayuda de un abogado, logró regularizar su situación. Tras licenciarse en realización y dirección fotográfica en el American Film Institute, comienza a producir sus propios cortometrajes, mientras trabaja como operador de cámara con directores de la talla de: Alejandro González Iñárritu, Fernando Meirelles o Ken Loach.

“La jaula de oro” es su primer largometraje de ficción. La idea le surgió después de una estancia en Sinaloa (México). Frente a la casa de su anfitrión, pasaba una línea férrea por la que circulaban trenes llenos de inmigrantes que les pedían comida y agua. Con la idea inicial de realizar un documental, comenzó a entrevistarles; llegó a recopilar más de 600 testimonios, algunos de ellos verdaderamente espeluznantes, según sus propias palabras. La escritura del texto se fue transformando hasta convertirse en un guión de ficción.

El dramático argumento que Diego Quemada-Diez manejaba en su libreto, le hacia correr el riesgo de caer en la sensiblería, o el tremendismo. No es fácil establecer un punto de equilibrio en asuntos tan espinosos. Sin embargo el guión sale extraordinariamente parado. Hábilmente el director recurre a pequeñas sub-tramas que aligeran el peso del drama, y enriquecen la vida interior de los personajes, incluso encuentra momentos para el humor.

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Lo que logra el director es enfrentarnos a una aberrante situación de forma humana, no mezquina, sin alterar el foco, casi como un documentalista. Te ofrece una historia dolorosa en medio de la amistad y esperanza, la cual sucumbe frente a muchos intentos de pisotearla. Qué persigue el director y los protagonistas, un sueño, y desafortunadamente, lo consiguen!

El director español afincado en México Diego Quemada-Díez debuta tras las cámaras con este honesto y conmovedor retrato de la realidad de tres jóvenes que deciden huir de su Guatemala natal hacía la soñada Estados Unidos, en un viaje lleno de peligro, riesgo y en el que se encontrarán a un joven indígena que realizará el mismo periplo que ellos.

La entrega y verdad que rezuma de los jóvenes protagonistas es verdaderamente admirable y conmovedora, nos sentimos cercanos a ellos, llenos de esperanza e intuyendo y entendiendo sus sentimientos en cada momento.

El tono general del filme demuestra un talento prometedor en el director español no pareciéndose a una película realizada por un director novel. Su pulso, sutileza y honestidad brillan en un filme seco sin subrayados dramáticos innecesarios.

Un filme realista, conmovedor y desalentador sobre la realidad de la juventud en México y su sacrificado intento de buscar esperanzas en tierras yanquis.

"La jaula de oro" nos cuenta la historia de tres niños que deciden aventurarse en un viaje desde su Guatemala natal hasta los Estados Unidos huyendo de la miseria en la que vivian. El camino no será precisamente de rosas, durante este trayecto se darán cuenta de todos los obstaculos que deben sortear los inmigrantes ilegales en busca de un futuro mejor.

Resulta estremecedor ver plasmado en ésta película como personas sin ningún tipo de escrúpulos se aprovechan de quienes no tienen practicamente nada. Es una cinta que no te dejará indiferente, una forma de ver una realidad que todos conocíamos pero de la que no imaginábamos su magnitud hasta que Diego Quemada-Diez nos la mostró en "La Jaula de Oro".

Una película española (y mexicana) fuera de lo habitual y que merece la pena.
Dos adolescentes guatemaltecos (un blanquito, una chica que se hace pasar por chico) deciden atravesar como pueden México (en trenes de mercancías) para llegar a… Los Ángeles. Se les une luego un chaval indio que no habla ni papa de español.
Casi un documental, rodada con sobriedad, sin efectismos, con un realismo que casi abruma y unos giros de guión que te dejan aplastado.
Una documental sobre la injusticia, la crueldad humana, pero también la amistad.
Uno desearía que lo que aquí se cuenta no fuera verdad, pero quizá es una pequeña parte de lo que ocurre.
Con apenas diálogos, lacónica, la película no deja indiferentes.