El patriota

Excelente película donde Benjamin Martin demuestra valentía, honor y el amor por su familia en tiempos de guerra al inicio de la revolución estadounidense donde se esfuerza para entrenar a los milicianos para atacar a los británicos, tiene que decidir entre luchar o morir, me parece una obra maestra de acción bélica que nos muestra una vez mas que en la guerra no hay ganadores todos somos perdedores, ya que nos arriesgamos a perder nuestros familiares bienes y seres queridos.

El patriota representa los principios pacifistas que deben primar en cualquier conflicto, así como las consecuencias dolorosas para los civiles, es una buena película en la que se sobrepone la familia por encima de todo, y a su vez, la venganza por la muerte innecesaria de un hijo, lo cual lleva a una persona a tomar su fusil y unirse a una guerra que él no quería. La recomiendo ya que tiene su parte violenta, tiene su parte de amor, de patriotismo. La considero completa, excelente.

"El patriota" es una de esas películas que he visto ya casi más veces que dedos tengo en la mano, revisionada anoche sin ir más lejos, y he de reconocer que, o ha envejecido o quien ha cambiado soy yo. Porque me sigue encantando pero le veo más las costuras.

Hace años ya la consideraba una americanada, con todas las letras, y en efecto lo es. Sin embargo, se eleva por encima de la mayoría, y no se puede comparar de manera simplista con otras infames películas de héroes yanquis.

Ciertamente, aparte de algo de metraje, le sobra más de uno, más de dos y más de tres discursitos, más de un primer plano de rostro-fervorosamente-comprometido-con-la-causa-americana, la situación de los negros está convenientemente barnizada y suavizada, no siempre es fiel a la historia y desde luego a ratos su maniqueísmo aflora.

A su favor cuenta con la hermosa fotografía de Caleb Deschanel, auténticos lienzos en ocasiones; con las vibrantes y detallistas escenas de batalla; con la evocadora banda sonora del maestro Williams; con los bellos parajes de Carolina del Sur; con la solidez de veteranos como el gran Tom Wilkinson, Chris Cooper o el francés Tcheky Karyo; con un Mel Gibson tan intenso como de costumbre, aunque a veces parezca William Wallace; y con un magnífico villano, para mí uno de los mejores del cine reciente: el cruel William Tavington, levemente basado en el sanguinario Banastre Tarleton (1754-1833), interpretado por un magnífico Jason Isaacs, en uno de los papeles de su vida.

Los ingleses protestaron, como hicieron con "Braveheart", "Rob Roy" o "El último mohicano", heridos en su orgullo por la mala imagen que de ellos se da. Ciertamente, nunca está de más recordar cómo se las gastaron en los tiempos de su imperio británico; a estas alturas de la historia no pueden pretender que nos sigamos creyendo que iban a la India, a África del Sur y a América únicamente a tomar el té y a galantear.
Además, siempre es un placer ver a Mel Gibson machacar ingleses.

Emmerich se tiró de cabeza en busca de su gran película. El material que al tío Oscar le gusta premiar. Y la cosa no cuajó, pero no hay duda de que el filme es, con mucho, lo mejor que el cineasta germano haya dirigido nunca: hay momentos de épica lograda, otros de drama logrados (y otros que no), una fotografía exquisita (Caleb Deschanel: un gigante), una BSO que da gusto (John Williams, caray), un Gibson a ratos atinado y un guión...

...algo desajustado. Porque muchos elementos fucnionan en él, pero otros parecen prefebricados para simplificar la peli (como un villano tan malvado que está pidiendo a gristos ser asesinado cruelmente o un negro liberado que ejemplifica la búsqueda de la libertad que la historia defiende).

Pero bueno. Son males menores paa un filme que atesora algunas cosas bastante interesantes. Aunque resulta irregular, cuernos.

Ahí viene Mel Gibson con una farfollada más. El caso es que la película me resulta muy entretenida, con todo ese rollo épico y las historias de héroes y villanos, pero maneja el cuento como cuando hacíamos aquellas redacciones en 4º de EGB. Los malos malísimos son, como no podía ser de otra forma siendo Mel Gibson, los ingleses. Ay qué malos son, no tienen decencia, humanidad ni nada. Nos cuenta la verdadera historia del nacimiento de Estados Unidos de la mano del puto William Wallace, que al final no estaba muerto, sino plantando maíz al otro lado del Atlántico, el muy comediante.

Sin embargo, dentro de lo entretenido de la historia, como decía, es tan previsible como la ley Wert. Ahí está Mel Wallace Gibson fundiendo un soldadito de plomo para hacer una bala destinada para el malo malísimo matahijos y mujeres. Por eso cuando Gibson Jr. se enfrenta a él y le disp