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La dictadura perfecta

Comedia Tras un error cometido por el presidente de la república, una televisora intenta desviar la atención de su error revelando un video que involucra crímenes del Gobernador Carmelo Vargas. Posteriormente el gobernador decide negociar con la televisora para cambiar su imagen y convertirlo en una estrella política. (FILMAFFINITY)
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
16 de enero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que en sus anteriores películas ("La Ley de Herodes", "Un mundo maravilloso", "El infierno"), el director Luis Estrada nos regala su visión el México actual: corrupción rampante y degradación política.

Esta sátira política del 2014 hace uso nuevamente del actor Damián Alcázar como el gobernador Carmelo Vargas, capaz de corromper todo en aras de mantenerse en el poder. Lo triste es que la realidad nacional y esta sátira están divididas por una línea sumamente delgada. Baste ver la participación del actor Tony Dalton haciendo el papel de un magnate de los medios de comunicación, cada vez más chantajistas en la toma de decisiones a nivel nacional. Otro ejemplo muy bueno del poder mediático es el abyecto manejo que se hace entre gobierno y medios del secuestro de unas gemelas: manipulación de las masas.

Quizá también es momento de que Estrada haga películas con una temática diferente. Si bien es entretenida, "La dictadura perfecta" vendría siendo una versión moderna de "La Ley de Herodes". Carmelo Vargas representa la vida política de un gobernador mexicano en el siglo XXI que no se detiene ante nada para lograr la presidencia de la república. No hay ninguna diferencia con aquel alcalde de San Pedro de los Saguaros que, tras corromper y corromperse, en los años 40s llega a ser presidente.
El director es Luis Estrada. La actuación de Damián Alcázar es impecable como siempre.
yayito73
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18 de enero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última, por el momento, entrega de lo que podríamos considerar una especie de saga oficiosa iniciada con "La ley de Herodes" en la que Luis Estrada pone de vuelta y media la política y la sociedad mexicanas a través de un tono satírico y corrosivo inspirado no sé si en los esperpentos de Valle Inclán o en el propio esperpento de la realidad mexicana, siempre con Damián Alcázar haciendo de antihéroe carismático y cabrón, y bordando su papel, en este caso el de un gobernador que contrata los servicios de una cadena de televisión para que lave su maltrecha imagen.

Una historia de políticos corruptos, medios de comunicación sin escrúpulos, empresas rapiñadoras, narcotraficantes que se codean con gobernadores, y gobernadores a los que no les importa nada (pero nada de nada) con tal de acumular poder y dinero. Contada con un ritmo trepidante, con un humor más negro que los cojones de un grillo, y con una mirada entre desesperanzada y furiosa.

Se ríe uno, es cierto, pero casi siempre por no llorar. Sobre todo cuando comprueba que no pocos de los momentos más aparentemente absurdos (la frase de "los negros", la de "la señora de la casa", la operación de rescate falsa...) están directamente tomados de una realidad que, en efecto, es bastante esperpéntica de por sí.
elviajero
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1 de abril de 2015
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Moral, de término latino, proviene de la palabra "moris", costumbre, conjunto de creencias, valores y normas de una persona, grupo o comunidad social que funciona como una guía para obrar, orienta acerca de qué acciones son correctas y cuáles incorrectas; autonomía de la ley moral, de imperativo categórico, que tiene su origen en la razón, no en la inclinación..., déjate de andar chingando pendejo, "¡la moral es un chingue árbol que da moras!".
"Tú y yo sabemos que la tele todo lo puede" y, ni en "El Padrino" hay tantas muertes, ni en el congreso tanto sarcasmo, ¡ni en el anfiteatro tanta guasa y payasada!; comedia satírica, fábula irónica lanza misiles de sinceridad punzante, reconstruida a partir de similitudes muy verídicas con la realidad mexicana del momento de su realización, diversión acomodada a la extravagancia de su despropósito que pierde el rumbo y los papeles conforme avanza, desmadre surrealista in crescendo que ¡ni els ninots de las fallas, ni el café con leche en plaza Mayor!, que invita a reflexionar sobre la porquería que dirige y comanda el susodicho país, de no tan humor negro ni mordacidad plena como "La ley de Herodes", del mismo director, sino más bien con aires suaves y digestivos de bufonada guasona, excentricidad desproporcionada en formato de telenovela, cachondeo despreciable de vomitivo ultraje para audiencia genérica en horas muertas que busca entretenimiento ocasional con pellizcos de ingenio y sagacidad, perspicacia y juerga argumental que no refrena sus ansias de desquiciados avances y catastróficas uniones de resultado estrambótico para revelar infames verdades sobre la corrupción política y de los medios de comunicación en México.
El presidente de la nación, delante del embajador norteamericano de la administración Obama, y con una sola frase "Nosotros hacemos el trabajo que los negros no quieren hacer", desencadena todo un esperpéntico rosario de acciones, a cual más ridícula y vergonzante, para despistar a la audiencia con programadas noticias ficticias o adornadas en su fabricación televisiva y recuperar la popularidad del inepto político corrupto del momento, la fabricación de la caja china emitida a través de la caja tonta que adormecerá a las masas de reclamar una justicia innecesaria siempre que puedan entretenerse con el drama lagrimero de familia descompuesta, con oportuno secuestro de hijas, infidelidad del cónyuge, deudas de dinero, extorsión amenazante y lo que se nos ocurra para lograr un 25% de share que ni "Cristal" en su mejores tiempos.
Luís estrada, con personajes mexicanos conocidos y con escondido doble sentido en el parecido, habla y exposición del montaje circense con el que decora el teatro de pantalla que llegará al hogar -sólo entendible para mexicanos que capten, al instante, esa virulencia burlona de doble voluntad- ofrece un cuento de tebeo de Jaimito donde caben todas las temeridades, barbaridades y disparates que se intenten adjuntar para recelar de la basura de traje y corbata, cargo y postín que encierran las instituciones de sus compatriotas así como los, siempre a la venta del mejor postor, medios televisivos de la información más falsa y errónea que se pueda crear para beneficio personal y de la cadena.
"En esta historia, todos los nombres son ficticios, los hechos sospechosamente verdaderos, cualquier parecido o semejanza con la realidad no es mera coincidencia", observa el desquicio escénico magníficado, la incredulidad de que pueda tener sombras fidedignas en la realidad y, aunque no vas a reír a carcajadas en este patriótico desastre de mandamases, al cual peor, donde los malos ganan/los buenos al paradón, es cine denuncia con abrigo cómico destartalado y agudo abrazo socarrón de serie de máxima audiencia que no deja de atronar con sus estrafalarios malabarismos revestidos de verdades nunca dichas/conocidas por todos.
Hay cine cuya pasión, fuerza e importancia, salero y gracia de sus chistes y burlas, ocurrencias descaradas sólo son captadas por los habitantes de la región, nación de la que proceden quienes, de antemano, conocen del fondo y contenido a que hacen referencia, para los demás no deja de ser un dicharachero, gracioso, divertido y grotesco mirar "La que se avecina" de tejemanejes políticos y televisivos sobre el poder, la sinvergonzonería y la corrupción.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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23 de octubre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las actuaciones dibujan personajes creíbles que nos introducen en una realidad común para todos los pueblos, pero que al mismo tiempo es desconocida como lo es la parte no visible de las entrevistas e informaciones televisivas que hacen de los noticieros historias creíbles ante nuestros ojos. Una película que refleja los hilos del mundo en el que vivimos. Basada en hechos reales y narrada en clave de telenovela. Aunque esta catalogada de comedia (hasta cierto punto es entendible la clasificación porque de otro modo sería un documental de denuncia y no es el caso) no es "graciosa" es ligera, pero no para morirse de risa.
Rboschetti
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7 de abril de 2015
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luis Estrada pareciera tener la consigna de restregarnos a toda costa la basura en la política mexicana y su relación con los medios, una trama que independientemente de los agujeros es penosamente obvia, las sátiras de eventos reales, de tan básicas son casi didácticas, mejores gags y situaciones hemos visto en episodios de "El privilegio de mandar". Pero lo realmente malo es que con mucho trabajo saca una risa. La cinta deja con más sensación de hastío y saturación de resentimiento social, que de un buen sabor de haber visto una comedia, situación que es lamentable ya que tampoco hay drama; un sinnúmero de situaciones que pudieron haber sido explotadas con drama, tensión o algún tipo de emoción fueron desaprovechadas, narradas de forma deshabrida y simplona, que fue la sensación que predominó mientras la veía. Al final, nada nuevo, no nos han quitado ninguna venda de los ojos y una cinta sin nada original o realmente propositivo, aunque digna de reconocer por su intención crítica, cosa que sí hace falta. Y el aspecto final que es lo que más suelo enfatizar en las producciones mexicanas, es esa falta de nivel en los guiones, pareciera que la premisa es "no los hagamos pensar" y no termino de entender si es por falta de habilidad del guionista o por temor a perder negocio.
mikealeks
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