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Domingo de carnaval

Intriga. Comedia El primer día del Carnaval, un sereno de Madrid encuentra el cadáver de una rica y avarienta prestamista, que ha sido asesinada. El principal sospechoso es un vendedor de relojes que le debía mucho dinero a la anciana. Tras ser detenido, su hija empieza a investigar por su cuenta para demostrar la inocencia de su padre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
6 de febrero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un gran Neville que ya había rodado dos obras de arte: La torre de los siete jorobados (1944), y La vida en un hilo (1945).
Un peculiar costumbrismo madrileño muy particular, un crimen por resolver, una chica guapísima -Conchita Montes-, y un joven Fernando Fernán Gómez que hace de policía deseoso de resolver el crimen para ascender en la policía.
Un tono ligero, no exactamente de comedia ni de vodevil. Un costumbrismo fino y estirado, muy gachí, muy singular, algo amanerado y con un lenguaje un tanto cursi y castizo. Con una policía algo azmilclera y unos serenos sobre los que gira la historia que destilan conocimiento de la calle.
Sólo comprensible para un público muy español y muy madrileño.
Me ha gustado mucho, pero es un tipo de película que difícilmente gustará a un público extranjero. Está llena de giros, retruécanos, ironías, de modismos que sólo comprende un madrileño.
ÁAD
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1 de septiembre de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con toda la tradición artística y literaria del carnaval, el cine español apenas ha prestado atención a este fenómeno social tan arraigado en la tradición cristiana. Aquí pues uno de los grandes aciertos de la obra de Neville.
Y eso que el cine americano ha exprimido a conciencia temas como el de su halloween, ya saben truco o trato, que no le llega a la altura del zapato a nuestro carnaval en cuanto a vistosidad o proyección social.
Como se sabe, se trata de una celebración que se inicia el Jueves lardero y termina el Martes de carnaval siguiente, víspera misma del Miércoles de ceniza con el que comienza la Cuaresma. Son unos días de cierta permisividad y descontrol social bajo máscaras, disfraces, coplas, desfiles y fiestas callejeras.
Pues bien, en la mañana del Domingo de carnaval de Madrid aparece muerta en una de las casas de vecindad próximas al Rastro Doña Reme, una mujer que prestaba con usura. No hay duda, la disposición del cadáver indica que ha sido asesinada, pues "Cuando se muere uno porque sí, se queda el cuerpo de cualquier lado". Así lo sostiene un orondo lector de novelas "de a real" de Nick Carter, Hipopótamo (Requena) según las malas lenguas, que juega aquí un poco el papel de Watson.
Y nadie como el joven policía Matías (Fernán Gómez), para representar un impecable Sherlock Holmes. Impagable el diálogo inicial que mantiene con su improvisado colaborador: "¿Es usted el autor del crimen? -¿Yo? No, creo que no. -¿Haga memoria? -No, no lo recuerdo". Auténtico humor del absurdo tan característico en la obra literaria de Neville.
Por cierto, Nick Carter es un detective privado de ficción que apareció en novelas de 10 centavos en 1886 en EEUU, y que durante más de un siglo se difundió por todo el mundo en una gran variedad de formatos, cine incluido.
Se trata pues de una cinta de detectives pero donde la trama policiaca, la intriga, juega un papel muy secundario. De hecho lo más flojo de un buen guion es, precisamente, la propia justificación del crimen y la búsqueda de sus posibles autores.
Mucha mayor importancia tiene el tono de amable comicidad con el que se presenta el caso, la descripción de la vida madrileña de barriada con la promiscuidad de sus corralas, tiendas de la Ribera de curtidores junto a la estatua de Cascorro, viejos oficios como el de "¡Sereno, la hora!" Aire de comedia costumbrista con toques del mejor neorrealismo, "Niño, que tu no necesitas careta".
Y al fondo el carnaval de Madrid, con sus grupos de disfraces, "¿Bailas, mascarita?", comparsas, canciones, destrozonas, caretas ("Vendo narices y bigotes"), en fin, todo para celebrar "La fiesta padre el último día de carnaval".
Excelente realización que presenta una obra coral en la que apenas destacan un poco más los dos protagonistas del necesario romance, Matías y la bella Nieves (Montes). Personajes bien perfilados e interpretados, coherentes, que derrochan simpatía con frases medidas de aguda mordacidad.
Tono un tanto sainetesco y teatral, con escenas continuas del carnaval popular de barrio, fanfarrias, bailoteos, burdas caretas y máscaras, la banderola goyesca y el inefable Entierro de la sardina con el que se cierran los festejos, "Niña, música fina para despedir a la sardina" en las ventas de las afueras de la ciudad.
Novedoso también para la época es el trasfondo de drogas y de cocaína que enmarca la intriga policial. Todo en un contexto sanitario de chiste, pues uno de los géneros que vende de forma ambulante el padre de Nieves es un específico ideado por el Dr. Rechoncho para el dolor de muelas, que "todavía no se vende en las farmacias de Madrid". Lo ofrece a voz en grito al público que se arracima, "No a 50 pesetas el frasco como luego costará, ni a 20, ni a 10, ni a duro ... Señores, solo a dos reales, por 50 céntimos podrán curarse uno de los dolores más temibles de la humanidad".
En resumen, una excelente película que toca un tema de gran plasticidad cinematográfica como es el carnaval. Un tema policial tratado en clave de comedia amable, de sonrisa, con un realismo costumbrista que muestra la forma de vivir del viejo Madrid.
Lafuente Estefanía
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3 de julio de 2021
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Llegué a "Domingo de carnaval" por su relación con Solana y Goya, por el aroma a gallinejas y entresijos que desprenden sus imágenes, por querer entremezclarme con la sociedad madrileña de rastros y laísmos, por la estética de corrala vieja y por sus notas de chotis envenenado. Pero también, por la belleza española de Conchita Montes, por el gran y olvidado por quien debería recordarlo, Edgar Neville. Y, por último, por quererme entretener tal y como se divertía la gente de la posguerra (quienes podían), con una película amena (la primera cosa que le pedimos al cine) y diferente, que es, nada más, y nada menos, que "Madrid" en sí misma.
gpiqueras
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31 de agosto de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente me encantó. Todo. Quizá lo mejor es la atmósfera que logra crear Neville. Ver una película como ésta es un viaje en el tiempo. Ni siquiera leyendo una novela te consigues trasladar con tanto realismo.
La interpretación de los protagonistas es de altísima calidad.
Un detalle magistral es la imagen que sale al final de una bandera, que aparece en el cuadro de Goya "el entierro de la sardina". Con eso puso un broche de oro.
Luis
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9 de septiembre de 2020
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si resulta que uno nació un Domingo de Carnaval, que está enamorado de Madrid, que le gusta el cine antiguo español y que admira a Edgar Neville, se puede entender que haya disfrutado con esta película.
La primera imagen es la del Cascorro. El Barrio, Lavapiés, con su corrala correspondiente, y con su digna pobreza, Y un crimen. Un thriller diríamos hoy. Pero con un punto de gracia.
Todo servido por la genialidad de Fernán Gómez, muy joven, una Conchita Montes aquí en estado de gracia y secundarios del calibre de Guillermo Marín, Julia Lagos y otros.
Hay un juego de Holmes y Watson, este último un gordo y castizo vecino, que habla que da gusto oírlo, cada vez que dice “bureau”, un impagable Manuel Requena. Pero la novedad es que hay además otra pareja de detectives aficionadas, Conchita y Julia Lagos, con una voz que es un precedente de la de Gracita Morales.
Las escenas del baile de máscaras son muy buenas. Allí cantan “Flor de té”, una de las canciones que de pequeño oía a mi madre.
El ambiente de charanga está muy bien conseguido. El entierro de la Sardina junto a la Ermita de San Isidro.
En fin, hay que verla.
yoparam
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